Algunos
grandes medios, como Clarín y La Nación, estarán esperando gustosos que hoy la
Corte Suprema de los EE.UU. falle en contra de Argentina.
Todo lo que
es malo para el gobierno nacional, para el país y para los ciudadanos de a pie,
es bueno para los intereses de los “libertadores” mediáticos.
Siempre fue
así en el último siglo de vida republicana.
Festejaron
la caída de Perón e Illia con el mismo fervor con que celebraron la dictadura que
encabezó Videla.
Con estos
antecedentes no es extraño entonces que la tapa del diario La Nación de ayer domingo
parezca el boletín partidario de Sergio Massa.
Las
editoriales del centenario diario de los Mitre y del diario Clarín muestran sin
pudores que están contentos con la performance de su nuevo mascarón de proa.
Se frotan
las manos y se regodean con las encuestas que favorecen al candidato Massa
rumbo a las elecciones legislativas del 27 de octubre.
Y Ud. sabe:
“Cuando la
oligarquía festeja, es por que el pueblo está triste” decían don Arturo
Jauretche y Rodolfo Whals y lo relataba don Ernesto Sábato desde otro lugar del
pensamiento. Y va de suyo que ambos diarios representan desde hace muchos años
a eso que el sentido común de los argentinos definió como el poder económico
dominante y otros simplemente, oligarquía.
A 27 días
de las elecciones un fantasma recorre el escenario montado por los grandes
medios: la oposición mediática que encarna Sergio Massa amenaza con desandar
una por una las conquistas sociales logradas con el kirchnerismo en estos
últimos años.
Para poder
hacer ese nuevo desguace antisocial tendrá que ganar la mayoría en las urnas.
Y tendrá
que ganar la mayoría en las Cámaras de Diputados y el Senado de la Nación.
Y tendrá
que juntar voluntades con otros bloques opositores para volver a conformar una
renovada versión del tristemente célebre “Grupo A”.
Y tendrá
que llevarse por delante las reglas de la democracia y asaltar nuevamente las
comisiones legislativas y por qué no, la presidencia en Diputados.
No les será
fácil.
Lo
alarmante es que esa nueva mayoría legislativa anti-oficialista podría intentar
de acá a dos años rebajar el caudal de empleos quitando fondos presupuestarios
para la producción, anular la entrega de
viviendas del Plan ProCreAr y anular la Asignación Universal por Hijo
por la vía de quitarle fondos al Tesoro y maniatando la operatividad de la
ANSES.
Y todo por
el módico precio de hacerse pasar por “peronistas” y amigos del poder.
¿Cómo
evitar una nueva tragedia social?
El
ciudadano de a pie tiene un deber moral que cumplir en estos días: sumar voluntades
para que, como pueblo, votemos en defensa propia y no en defensa de nuestros próximos
verdugos.
El Argentino, lunes 30 de septiembre de 2013
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