domingo, 28 de septiembre de 2014

El Kirchnerismo, marca registrada


La mujer que presentó a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner ante la 69° Asamblea General de las Naciones Unidas, también es argentina.
Se llama Marita Perceval y es la representante de nuestro país ante la ONU.
Quizá ella diga que la eligieron sus pares para presidir ese momento. Pero, vamos, la eligió la historia. Como semanas atrás la eligió para bordar el tejido diplomático que permitió obtener 124 votos a favor de la Argentina y apenas 11 votos para los fondos buitres.
Es que las cosas no ocurren porque sí, por un golpe de efecto o un acierto genial de impacto visual.
Son muchas horas de trabajo y sin descanso, una vida en construir las pequeñas victorias y una vida en sobrellevar dolorosas derrotas.
Si el Kirchnerismo está destinado a dejar una marca registrada para este siglo XXI y para todos los tiempos esa será, sin dudas, su capacidad de decidir con plena soberanía.
El Kirchnerismo decide, después piensa y después decide nuevamente y así va.
Néstor decidió bajar los cuadros, decirle no al ALCA, pagar la deuda soberana con la quita mayor que país alguno logró, tomando la decisión de hacerlo sin fijarse cuánta fuerza tenía por delante y por detrás.
O peor, sabiendo qué fuerzas no tenía con ese 22% de los votos. 
Cristina decidió impulsar la ley de medios, el matrimonio igualitario, la Asignación Universal por Hijo, recuperar YPF, construir el Ministerio de Ciencia y el Ministerio de Cultura, con la misma audacia y decisión.
Ambos construyeron puentes y caminos para que se llenen de pueblo transitando, sin esperar que le presenten un certificado de garantía que asegurara de antemano el flujo de caminantes.
Caminante no hay camino se hace camino al andar.
Ambos construyeron escuelas y universidades sin que les hiciera falta una multitud de estudiantes y docentes desamparados que lo reclamaran.
En este marco de ideas y convicciones, no hay lugar para los temerosos, para los políticamente correctos, para los que especulan, para los que miden la conveniencia personal o no de encarar una batalla.
Vienen de una escuela que en su pórtico dice: “Donde hay una necesidad, nace un derecho”. Y ellos se tomaron a Evita muy a pecho como para no decidir en consecuencia. 
Con esta marca registrada es que se entiende la posición valiente, luminosa e inteligente de Cristina hablando como habló ante los poderosos que sólo saben de guerras, bombardeos a niños y mujeres, quiebra de países para esquilmar sus riquezas y usurpación de territorios soberanos.
Como Malvinas.
Con esta marca registrada habrá que construir la próxima victoria de este pueblo.
Está de moda medir el humor de la sociedad para saber qué rumbo hay que tomar.
Lo impuso el neoliberalismo después de regar con metralla la larga noche de la dictadura. De este modo, si los cancerberos del sistema injusto lo permiten, todo estará permitido. Ellos manejan el termómetro y son los mejores expertos para provocar la fiebre del paciente.Total, tienen medicina para todos.
Igual que en una cárcel o en un centro de desaparición y exterminio, en ese país dominado a su antojo por Clarín, TN y La Nación, se canta, se ríe, se llora, se grita, se juega, se duerme sólo si el carcelerolo permite.
Pues bien, el kirchnerismo rompió con esas reglas y viene desafiando el orden establecido desde que Néstor Kirchner hizo malabarismos de niño con el bastón presidencial.
Y ahora mucho más.
A esta intentona de golpe de mercado y golpe institucional con que vienen amenazando   los enemigos del país, le redobla la apuesta con la palabra digna de Cristina, jefa de una Nación de pie.
Por eso nos conmueve. Porque reclama humanismo ante un mundo que se muere de violencia y desolación y al mismo tiempo promueve un  cambio de paradigmas en el sistema institucional del planeta. 
Ella sabe que no tiene todas las de ganar, pero sabe también que no está sola, que la miran, la escuchan y la siguen millones de ciudadanos que en los cinco continentes siguen creyendo que otro mundo es posible.
Un mundo más justo, más inclusivo, más pacífico, en definitiva más humano.
Cristina conmueve no porque habla sin leer, sino porque no espera que se den todas las condiciones para encarar un desafío. Ella decide y avanza. No vacila y si vacila con los golpes recibidos, arremete luego con más ganas y alegría. 
Es un claro espejo donde mirarse,como lo fue Dardo Cabo y el Operativo Cóndor llegando a Malvinas un día como hoy de 1966, enarbolando banderas y convicciones,marca registrada de una generación diezmada.
Para los que vacilan en medio de estas tempestades, no les vendría nada mal tenerlos como espejo.
Alos que miden la temperatura del agua antes de tirarse, los que escriben el libreto justificando un giro suave a la derecha porque así aconsejan los oráculos de la coyuntura, los que desatan los nudos marineros que supimos anudar para la travesía, por si cuadra alejarse de estos muelles sudacas y volver a atarnos a un mundo que nos es ajeno, mejor les valdría que la escuchen mejor.
Hay que poner todas las pilas en acompañar, ampliar y profundizar el surco que abre el paso de Cristina. No valen las actitudes pasivas ni mecanicistas de aquellos que, aun desde la buena fe o la inocencia, pronostican un giro a la derecha de la sociedad como si fuera parte de la naturaleza. Hay que construir las condiciones para las nuevas batallas y las nuevas victorias. De eso se trata la batalla cultural en que estamos empeñados. Y para eso hay que tener el valor de interpelar a los poderosos, pero también interpelarnos nosotros como pueblo.
Hay que meter los dedos en la llaga toda vez que sea necesario.
Y preguntarse: ¿Acaso es posible creer que la oposición en cualquiera de sus variantes ofrece una mejor vida y una mejor sociedad con las mismas recetas neoliberales que nos arrastraron al precipicio en el 2001?
Al golpismo se le gana disputándole la audiencia en todos los terrenos.
Sin pisar ningún palito provocador; pero oponiéndole un futuro que, desde lo ya construido, fije nuevos horizontes.
Como la utopía.


Miradas al Sur, domingo 28 de septiembre de 2014





domingo, 21 de septiembre de 2014

Una larga primavera camporista



Alta gira y despliegue oficialista en medio de la balacera buitre.
Ni un paso atrás.
La presidenta habla con el Papa y luego va a la ONU donde hace unas semanas se aprobó por 124 votos a favor y 11 en contra el apoyo a la Argentina contra los fondos buitres.
Antes se reunirá con dirigentes sindicales de todo el mundo y luego con grosos jugadores empresariales.
El Congreso  votó la ley que permite cuidar el bolsillo y el consumo de los ciudadanos y la justa renta de las pymes.  
Los gobernadores de las provincias petroleras firman con la presidenta un acto de auténtico federalismo: el Estado nacional representa a todas en la defensa de nuestros recursos energéticos.   
Y claro, este avance no es gratuito.
Los de la vereda de enfrente, los que quieren volver a provocar un nuevo estallido social e institucional como en el 2001, los representantes del poder económico, financiero y mediático concentrado, los buitres de afuera y de adentro, resisten y afilan sus cuchillos, como los Coroneles de Mitre, para pasar a degüello cada una de las conquistas sociales que el pueblo argentino ha logrado con el gobierno de Cristina.
La oligarquía no olvida ni perdona cuando de defender sus intereses se trata y para ello  utilizan a sus peones partidarios, sindicales y “periodísticos“que vienen de perder los últimos trapos que le quedaban de dignidad y vergüenza.
Vergüenza ajena, los opositores.
Pero la historia no se repite. Esta vez no pasarán. 
Aún retumban las consignas amorosas y apasionadas de los 40 mil pibes y pibas convocados en el estadio de Argentinos Junior el sábado 13 de setiembre.
¿Estarán avisando acaso que el Kirchnerismo ganará las próximas elecciones nacionales del 2015?
Quizás, quizás. 
Qué extraña paradoja la de estos tiempos: una fuerza de jóvenes nacida al calor de un proyecto oficialista y que, sin embargo, expresa una corriente rebelde y contracultural.  
El de La Cámpora no fue un ejercicio de voluntarismo ni de fe partidaria, sino un acto multitudinario donde una porción importante y representativa del sujeto principal de estos años, la juventud, expuso a cielo abierto las cuatro condiciones que requiere toda marcha a la victoria: liderazgo, mística, proyecto y organización.
Las aguas que corrieron en los días sucesivos al acto y en particular la aparición pública de Máximo Kirchner dan cuenta del alto impacto que esa multitud provocó en el escenario político.
Abundaron las comparaciones con otros tiempos y espacios.  
Veamos.  
La gloriosa JP de los años setenta tuvo su bautismo de fuego en las calles y en las plazas,  pero la diferencia entre aquella y esta época es que entonces el fuego era el fuego, sin metáfora alguna. Su punto de partida era la dictadura y el fin deseado era “la toma del poder “y la “construcción del socialismo”. ¿La democracia?, bien gracias.
Porque era otro mundo, otra región y otro país. Su cuna fue la resistencia peronista y el “Luche y Vuelve”. Pero aquella mística que se probaba a sí misma entregando la vida a cada instante, aquella organización que se fortalecía en el territorio y en la logística propia, aquel proyecto de patria liberada, tenía además un liderazgo con el que más pronto que tarde chocaría irremediablemente. Perón era el líder de las masas populares, indiscutiblemente, pero no era el mismo perfil de liderazgo que una buena parte de la masa juvenil estaba cultivando con su proyecto autónomo.
Y entonces pasó lo que pasó; la unidad del campo popular se quebró por impericia, por inmadurez, por retardatarios o por apresurados o por todo eso junto y se crearon las condiciones para gatillar una dictadura que ya estaba desenfundada desde mucho tiempo atrás.
Fue un proceso que no conoció puntos intermedios. Demasiado viejo por un lado y demasiado joven, por otro.
¿Cómo equiparar entonces este momento con aquel de los setenta? No es posible siquiera acercar situaciones con las juventudes políticas de los años 80, recién inaugurada esta democracia que nació debilucha, chamuscada por la guerra de Malvinas, amenazada por los carapintadas, con genocidas sueltos y leyes de impunidad.
Ni hablar de los noventa cuando la juventud se refugió a solas de la tormenta neoliberal que azotaba el mundo.
La juventud de ahora, en cambio,tiene a sus espaldas 30 años ininterrumpidos de ejercicio democrático.
Es un dato que debiera impactar pedagógicamente en todo el arco político.  
La Cámpora, además, crece en todo el territorio nacional, se fortalece organizativamente, gana representatividad política y social, construyendo y fortaleciendo su espacio junto a quien lidera y conduce el ancho espacio kirchnerista: Cristina Fernández de Kirchner.
Su proyecto es el de Cristina. Su orgánica se referencia en Cristina. Su mística tiene nombres y apellidos: Evita, Cámpora, los 30 mil desaparecidos, Néstor Kirchner.
Su líder y conductora es Cristina.
De modo tal que por primera vez en la historia de los movimientos nacionales y populares, el liderazgo y su descendencia están unificados. Se alinearon los planetas de la historia y cuando eso ocurre, agarrate Catalina.
Las causas políticas hoy están más entrelazadas que nunca con las causas sociales. Siempre lo estuvieron, pero se tendrá que admitir que nadie defendió más y mejor las reivindicaciones sociales que este proyecto político que logró la mayor baja en el índice de desocupación y de mortalidad infantil; sólo para indicar dos ítems dramáticos en cualquier sociedad y en cualquier parte del mundo.
Se viene un tiempo de certidumbres en pugna: las del proyecto nacional y popular versus las de las corporaciones y los fondos buitres. Se disputa poder como nunca antes, sólo que esta vez habrá que agradecer a los dioses que todo ocurra en paz y en democracia.
El kirchnerismo es el peronismo y sus barrios aledaños y Máximo Kirchner tocó una fibra sensible de ese territorio cultural cuando desarrolló con palabras elocuentes y sencillas la quinta esencia del movimiento: primero la patria, después el movimiento y por último los hombres.
Respire hondo, la primavera recién empieza.

Miradas al sur, domingo 21 de septiembre de 2014






domingo, 14 de septiembre de 2014

La patria, esa voluntad irreversible



Allí están los pibes de La Cámpora celebrando con un abrazo luminoso y multitudinario la convicción de que las conquistas sociales y culturales de un proyecto de país que viene de muy lejos,recuperado por Néstor y Cristina desde el 2003, son partes de un camino y una historia irreversibles. Como la patria.
“Ya no volvemos atrás”, se juramentan.
Y están las victorias logradas por los pueblos del mundo en el mismísimo seno de Naciones Unidas y en el Congreso argentino en la semana que pasó. Mal que le pese a los mediocres. 
Y está la palabra justa y esclarecida de la presidenta reafirmando que la industrialización es una decisión política.
Y la defensa del empleo, el consumo y la producción y el cohete argentino a punto de lanzarse a las estrellas.
Digamos la verdad de una vez: todas estas conquistas y construcciones colectivas que alentó el Estado en los últimos años serán irreversible en tanto y cuanto el proyecto nacional, popular y democrático continúe gobernando.
No es una presunción subjetiva. Los principales referentes opositores, Massa, Macri, Binner y compañía han dado testimonio explícito que de asumir el gobierno en 2015, derogarán las   medidas transformadoras del kirchnerismo.
Dios nos libre y nos guarde si sucede.
Nos interesa ahondar en el análisis del actual cuadro de situación, a sabiendas que somos testigos y protagonistas de un cambio histórico a nivel planetario y a nivel local.
Abreviemos un concepto que define este momento: estamos asistiendo al desmoronamiento de la hegemonía excluyente de los EE.UU. como primera potencia mundial. Con su caída,se produce en simultáneo el desmoronamiento de la hegemonía, también excluyente, de los poderes locales que fueron expresados durante muchos años por el Grupo Clarín y sus aliados.
Ni los EE.UU. están en condiciones de disciplinar el voto en la Asamblea General de la ONU ni Magnetto está en plena capacidad de operar a su antojo contra la voluntad mayoritaria de la política argentina. 
Manda la política, no los mercados.
La victoria del proyecto de país que lidera Cristina Fernández de Kirchner en el mayor escenario internacional y en el Parlamento argentino, demuestra con meridiana claridad esta afirmación. 
Son varias las lecturas sobre el alcance mediato de la Resolución de la ONU disponiendo la necesidad de aprobar en menos de un año un marco regulatorio de la deuda soberana. Pero su consecuencia inmediata es innegable: ha cambiado el paradigma que rigió las relaciones del mundo desde la 2° Guerraen adelante. 
Era tiempo que suceda.
Hasta no hace mucho el discurso del representante de los EE.UU., al inicio de la Asamblea General, lograba unificar los humores de buena parte de los representantes de la mayoría de los países del mundo; los de Europa en primerísimo lugar.
¿Y qué pasó ahora? ¿Cómo votó Europa? Votó dividida. 
Unos pocos, muy pocos (11), siguieron la directiva yanqui de votar en contra de la iniciativa argentina mientras un grueso de los aliados europeos (41) se abstuvo en la votación.
Este ventarrón de aire fresco y multilateral se asienta sobre otro dato mayor y extraordinario que no ha sido valorado como tal en la mayoría de los análisis que se vienen haciendo en estos días: la Asamblea  General recuperó una vieja ley de gravedad de la democracia que se resume en el siguiente lema: un hombre, un voto. O sea:124 países, 124 votos.
Y como la dialéctica manda, habrá que decir que de nada valdría la dispersión de los países centrales sino hubiese existido la voluntad unificada y mayoritaria de los países emergentes que abarcan los cinco continentes.
El estado de crisis está en la naturaleza del capitalismo; esa no es la novedad. La novedad es que ahora contamos con bloques de países que aspiran a crear un mundo mejor, más sustentable, más pacífico, más inclusivo, más democrático, más tolerante, en definitiva más humano. Y a esos nobles propósitos acuden presurosos los gobiernos que conformaron en este siglo XXI el MERCOSUR, el ALBA, la UNASUR, la CELAC, el BRICS, el G-77 más China. Todos ellos fueron los constructores de una victoria irreversible a escala planetaria.
La ecuación indica que de un lado están los países que producen energías, con alimentos, recursos naturales, ciencia y tecnología y del otro se ubican aquellos que permitieron que “la mano invisible del mercado” con su voracidad depredadora, lo destruyera todo.
Por eso los derrotados en la ONU y en el Congreso argentino no sólo fueron los fondos buitres, sino las potencias mundiales y financieras que los engendraron. 
De semejante crimen de lesa patria no volverán así nomás los opositores locales.
El kirchnerismo resignificó a Leopoldo Marechal y demostró que de los laberintos no se sale solamente “por arriba”; también se sale construyendo puertas sobre los muros de piedras de esos laberintos que imponen los enemigos de la humanidad.
De la oposición política y mediática nada bueno habrá que esperar.
Si vencimos a la flota anglo francesa en la Vuelta de Obligado allá por mitad del siglo XIX, visto está que los malos argentinos que viajaban a bordo de esos barcos extranjeros, dejaron su descendencia entre nosotros.
Y aunque la esperanza y las convicciones lo pueden todo, es preciso preguntarnos para estar seguros del camino que andamos construyendo:   
¿Qué hubiese pasado, en semejante crisis mundial, si no existían los organismos políticos que hoy nos representan, como la UNASUR por ejemplo?
¿Qué hubiese pasado si ante los embates de los fondos buitres no teníamos un gobierno digno y una presidenta coraje como Cristina?
¿Qué hubiese pasado si ante los agravios y ofensas a la patria que comete la oposición no hubiese habido un bloque oficialista férreamente unido que siempre pone la otra mejilla en lugar de devolver los ladrillazos que recibe diariamente?
¿Y qué hubiese pasado si el kirchnerismo no hubiese parido esa maravillosa juventud que milita por la vida y la defensa de la patria como se manifestó ayer irreversiblemente?
La vida es bella; mucho más cuando tenemos patria.

Miradas al Sur, domingo 14 de septiembre de 2014



sábado, 13 de septiembre de 2014

Las lecciones que deja el acto de La Cámpora son irreversibles.



Por su masividad, el acto fue demostrativo de la fuerza impetuosa de una juventud que se ha cargado la historia popular al hombro.
Por su composición e identidad federal, el acto fue demostrativo del crecimiento representativo que alcanzó a nivel nacional la organización del kirchnerismo más castigada, más vapuleada e injuriada por los grandes medios concentrados del poder mediático. Lease Clarín y La Nación y todos sus socios y sus serviles dirigentes políticos y sindicales.
Por la calidez, la solidaridad ambiente, la humanidad a flor de piel, la cordura de una juventud rebelde y desfachatada, el acto demostró la madurez que alcanzó esta organización que es algo así como la clave de sol del proyecto de país que expresa el kirchnerismo.
Quizá la nota mayor fue el discurso brillante y emotivo de su principal cuadro político que es Máximo Kirchner; pero digamos sobre todo, que haya hablado a sus militantes y a su pueblo ya es en sí mismo un significante mayor de los tiempos que corren y los tiempos que vendrán de ahora en más.
¿Por qué lo decimos? Porque el efecto colectivo que provoca esta primera aparición pública de Máximo está demostrando que él y su palabra viva constituyen, más allá incluso de su propia voluntad personal, un auténtico catalizador de voluntades masivas. Es decir, él viene a reparar con su sola presencia ese vacío infinito y dolido que dejó la partida de Néstor Kirchner.
No es Néstor, pero todos ven en él algo de Néstor. Es el que tomó la posta que dejó Néstor Kirchner.
En la médula de su discurso se vio a un dirigente de masas, un militante, el compañero cálido que habla y gesticula afectos y transmite amor y rechaza el odio. Todo junto. Máximo emocionó a todos con su propia emoción, y esa cualidad de transmisor de emociones no la tienen todos los que hacen política, aunque sean brillantes oradores cuasi profesionales.
Puso al descubierto de manera explícita lo mejor y más representativo que tiene el proyecto político que gobierna, que es, obvio, Cristina Fernández de Kirchner; y al hacerlo, de manera dialéctica, Máximo desnudó las miserias y la mediocridad de la oposición. De esta estocada, nadie saldrá indemne ni podrá mirar hacia los costados como distraído. Deberán entenderlo propios y ajenos.
Que se animen a levantar la apuesta los opositores y los buitres de adentro y de afuera.
Y este dato que señalaremos ahora sí que es un dato generacional que impacta: esta juventud demostró en el estadio de Argentinos que tiene su propia cultura de época, sus propias consignas y banderas y sus propios muertos queridos. Ya no nombra con nostalgia o melancolía a los caídos en batallas más lejanas, sino a los propios de su generación. Empezando por Néstor, siguiendo por Iván, por el Rolo, por Chicho, por el pibe de La Cámpora que murió ahogado cuando trataba de rescatar de las aguas a otra persona que ni siquiera conocía. Esta generación ya se pertenece a sí misma; es decir, hoy grabó con tinta propia, el lugar que se ganó en la historia del pueblo.
Claro que se debe a esa historia, pero no le debe nada a nadie.
Vamos a seguir hablando de este acto de ahora en más, porque cierra una coyuntura y abre otra.
Los pibes, en paz como lo hicieron siempre, dijeron hoy multitudinariamente y alegres y esperanzados, aquella frase que dijera Gatica cuando lo bardeaban desde el poder gorila y reaccionario en tiempos de la resistencia peronista: "A mí se me respeta"
La mística es la misma, con la diferencia que estos pibes son parte de un gobierno y un proyecto de país que ya es irreversible por voluntad, compromiso, convicción y prepotencia de trabajo.
En nombre de otra generación y de otros muertos queridos, sólo cabe decir en el estribo: gracias compañeros de La Cámpora por seguir el vuelo.

domingo, 7 de septiembre de 2014

En este nuevo 7 de Septiembre


Ese tipo tiene algo extraño en la mirada.
Mira lejos, como si mirara lo que no miramos con nuestros ojos del día.
Besa las paredes, las acaricia, les habla, le susurra cosas que sólo él las entiende. Toca con sus dedos cada metro cuadrado, el cielo raso, el piso, las puertas, las ventanas, llora de a ratos, ríe otras tantas recordando quién sabe que cosas tan lejanas.
"Rodolfo", "Rodolfo", "Rodolfo", gime por lo bajo.
Y cuando cree que nadie lo escucha dice: "Norma", "Gavi", "Gaviota", "Montonera amada". Y besa una pared como si creyera que algo de ella quedó allí.
Ese tipo sabe que es así.
Ese tipo sonríe y en su expresión de sal y mares delata los pájaros que amó, que ama y que amará por los siglos de los siglos.
Se muestra entero ese tipo, pero sólo él sabe que está roto por los cuatro costados. Y lo disimula.
Demora la salida, como si quisiera quedarse para siempre en ese lugar.
Y entonces se abraza con los pibes y las pibas que lo estaban mirando y les da fuerza y les pide que honren la memoria de Néstor y el coraje de Cristina y que nunca olviden y que nunca olviden y que nunca olviden.
Ese tipo escucha como si fuera un susurro que la hermosa y digna guía indica que abajo estaba el sótano y acá está Capucha y más arriba Capuchita y aquí la Pecera y aquí la "Maternidad" y se deshace en llanto y logra esa extraña magia que nadie se de cuenta y crean que él solo canta y canta y canta...



Las palabras del alma versus los buitresaurios


Los buitres y los dinosaurios son así, malolientes, repugnantes, miserables, cobardes a tal punto de serlo con sus propios intereses de clase.
Siempre fueron así.
Nos equivocamos si creemos que estos son distintos en algún rincón del pensamiento. Esta generación de buitresaurios no es muy diferente  de las anteriores. Cambiaron de garras, pero no aprendieron nada de civilización y humanidad, de democracia e inclusión social.
Son los que escribieron “viva el cáncer” con Evita agonizando en su lecho de enferma.
Son los que prohibieron las palabras que el pueblo hizo suyas, como “Perón”, “Viva Perón” y “La Marchita”.
Son los que llamaron despectivamente “grasitas” y “cabecitas negras” al bajo pueblo que construyó las ciudades y los puertos y a los que llenaron las fábricas y las plazas desde  mitad del siglo XX.
La respuesta popular fue la misma que ahora: el amor vence al odio.
Se resignificaron las palabras dolientes e injuriosas y fue así que Evita llamó con palabras del alma a sus descamisados: “mis grasitas, mis cabecitas negras”.
En el tiempo que le queda de mandato a la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner mucho nos tememos que se convierta en usual escuchar las injurias de quienes se sienten impotentes ante un país que resiste el vendaval neoliberal de los fondos buitres y avanza a paso redoblado cuando puede; y cuando no puede, avanza más despacio pero no se detiene.
Venimos pensando, claro está, en las declaraciones del señor Héctor Méndez, presidente de la UIA y del señor Espert, liberal y parlanchín todo terreno ubicado en la vereda de enfrente de la patria.
Pero también en las editoriales, a veces firmadas, a veces no, de Clarín y La Nación.
Y también hablamos del voto negativo de una oposición parlamentaria que no aporta nada nuevo cuando debe explicar el porqué de su actitud siempre negativa, siempre irritada, siempre crispada, siempre anclada en el país del pasado más horrendo que dejamos atrás.
Hablamos, obviamente, de González Fraga, Sergio Massa, Hermes Binner, Elisa Carrió, Mauricio Macri y Domingo Cavallo exigiendo en nombre de los buitres que Argentina cumpla de inmediato con el fallo del juez Griesa.
O sea. Un pasaje de retorno al corralito y al corralón.
Habrá que admitir definitivamente que jamás de los jamases los podremos convencer del beneficio de estar y trabajar para el bien de todos, es decir,con ellos mismos incluidos. Es que los buitresaurios son así de voraces y depredadores porque esa es su naturaleza.
Son como el alacrán de la fábula.
Esta vez intentarán lo mismo que hicieron con Irigoyen en 1930, con Perón en 1955, con Illia en 1966, con el gobierno constitucional en 1976, con Raúl Alfonsín en 1989, con la democracia en el 2001. Son insaciables cuando ganan poder y son harto peligrosos cuando creen ver amenazado ese mismo poder.
Si les das porque les das. Si no les das porque no les das.
Buscarán incendiar el país con corridas cambiarias, con devaluación de facto y con insultos provocadores para que se les responda con la misma violencia.
Perdieron: por cada injuria que expresen recibirán de castigo una palabra del alma.
El kirchnerismo es una fuerza política de mayorías que nació y se consolidó en la adversidad y en el fragor de la lucha en defensa de los intereses populares. Y ese solo dato  alcanza para enloquecer a dinosaurios y buitres, los de adentro y los de afuera. Nunca pudieron domesticar al kirchnerismo, ni siquiera inmovilizarlo en las oscuras calles de los piquetes patronales de la “125” o en el vano embargo de la Fragata Libertad.
Si el primer peronismo fue el hecho maldito del país burgués, como decía Cooke, el kirchnerismo es el hecho maldito del país de los buitresaurios.
“Es lo peor que nos pasó”, reconoció el genocida Videla.
Ahora bien, es importante comprender, más allá y más acá de la justa indignación que nos provocan esos fétidos bicharracos, que estamos disputando poder en la Argentina y en toda la región. Y es importante entender, por propios y ajenos, que de este lado de la vida la señora que conduce a los 40 millones de argentinos, para la urticaria de don Méndez, tomó la decisión de no arrugar jamás, de no claudicar, de no detener la marcha del proyecto de país que ella representa en este tramo de la historia.
¿Entonces? Entonces se trata de seguir acumulando fuerzas para dar todas las batallas culturales, políticas y económicas que formen parte de la agenda que escribió la historia el día que se bifurcaron los caminos, allá lejos y hace tiempo, entre ser una patria soberana o seguir siendo una colonia sometida.
No estamos en presencia, como tantas otras veces, de un debate económico, sino de modelos de país en pugna.
Si Macri considera que es un despilfarro el avance científico tecnológico logrado por la Argentina en estos últimos años, nosotros en cambio nos emocionamos con la pronta colocación en órbita del primer satélite de comunicaciones fabricado por científicos argentinos, el  ARSAT-1.
Si la oposición lamenta que estemos “aislados” del mundo, nosotros nos alegramos que los ministros De Vido y Kicillof y el titular de YPF, Galuccio, hayan viajado a China para concretar los acuerdos estratégicos firmados por los presidentes de nuestras respectivas  naciones.
Ambos casos, el del satélite soberano y el acuerdo con China,son una representación simbólica de las dimensiones y las distancias que median entre el proyecto de país que lidera Cristina y el vuelo errante de los buitres locales.
Es un signo de este tiempo la sensibilidad de un gobierno que fija los ojos en ejemplos de vida como el de la Biblioteca “Palabras del alma”, esa que no dudó en rechazar los “aportes” pretendidamente solidarios de un fondo buitre.
“Hay que endurecerse, pero sin perder la ternura”, decía el Ché.
Y saber que hay una Presidenta que endurece posiciones ante el ataque despiadado de los fondos buitres y sus aliados locales, al tiempo que se abraza emocionada con los dignos miembros de esa Biblioteca popular, es un bello retrato de los días que vivimos. 

Miradas al Sur, domingo 7 de septiembre de 2014