jueves, 29 de diciembre de 2011

El amor en tiempos de Cristina


Sucedió ayer. Un día después de conocerse la enfermedad de la Presidenta.

Pasan los gobernadores a firmar el desendeudamiento con la Nación.

Todos tensos. Ella sonríe. “Está impecable” dice un cronista.

No es un acto rutinario en la Casa Rosada. Hay otro clima. Cada gobernador se demora en el saludo habitual. Caminan por la cornisa del protocolo. La abrazan. Le desean suerte. Le dicen cosas al oído. Ella agradece a todos.

La juventud presente en la primera fila.

El salón colmado no deja de aplaudir cuando se pone de pie para dar su mensaje. Algunos disimulan el llanto acongojado. Cristina se muestra firme. Digna. Transmite calma, en medio de una tempestad cruzada de emociones.

Y finalmente, “Habla al país la Presidenta de la Nación, Doctora Cristina Fernández de Kirchner”, dice la locutora.

En la antigüedad, antes de Néstor y Cristina, los gobernadores eran convocados sólo para los pactos de ajustes. Ya no. Ella les brinda datos del crecimiento y del desarrollo federal. Redistribuye las ganancias entre las provincias. Habla del equilibrio entre los sectores como condición indispensable para seguir avanzando en la inclusión y el crecimiento.

Sólo después habló de ella misma.

El primero que la llamó, contó, fue Chávez. Bromeó con disputarle la presidencia del Congreso de Presidentes latinoamericanos con cáncer. Sonríe. “La biología enseña más derecho constitucional que los jurisconsultos”, dice. Pensaba en el ocupa mendocino. Bromea con Boudou. “Guarda con lo que hacés”.

Y la mueca tristona de Boudou se transforma en sonrisa.

Le pidió con humildad a Macri que se haga cargo de los subtes, porque es su responsabilidad. “A la gente no le importa que le contés el problema sino que se lo resuelvas”, citó a Kirchner, dio fuerza a todos y pidió que se hagan cargo de su compromiso.

“No pido ayuda para mí, todo lo que pido es por el país, por los 40 millones que lo habitan”.

Señoras y señores, amigas y amigos: la mujer que preside la Argentina es una estadista, Jefa de la Nación, una líder política plenamente humana y la conductora estratégica de los destinos de su pueblo.

Y por si alguien dudaba, lo demostró ayer con su temple y su palabra.

El 31 de diciembre, cuando den las 12 de la noche, un país entero brindará por su salud, que es como decir, la salud de la Argentina.

El 4 de enero habrá vigilia de espíritus a lo largo y ancho del territorio nacional y hasta el 24, que es la fecha del alta médico, un pueblo velará sus sueños, custodiando la alegría allí donde se encuentre.

En la casa, en el trabajo o en su lugar de vacaciones, todos le dirán:

¡Fuerza Cristina!

A eso le llaman amor. Y es invencible cuando lo provocan.

El Argentino, jueves 29 de diciembre de 2011

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Creer, he ahí toda la magia de la vida


Creímos durante muchos años, todo lo que nos decían los diarios, la radio y la televisión.

Pero muy especialmente, creíamos en Clarín y La Nación.

Creímos que era cierto que el campo y la industria no se llevarían nunca bien.

Por eso creíamos que había que optar, inevitablemente, o por el arado o por el alto horno de fundición.

Creímos que la inflación era el mal de todos los males y que valía la pena bajarla a cualquier costo, incluso del consumo, del empleo y la producción.

Creímos que no era posible llamar a Paritarias entre obreros y patrones, porque nos decían que estallaría el país en caso de confrontación.

Creímos que uno se salva solo en tiempo de crisis.

Creímos en el primer mundo desarrollado, mirábamos desconfiados a nuestros hermanos de la región y nos hacían creer que todo lo que venía de afuera, era mejor que lo nuestro.

Hoy sabemos la verdad: nos han mentido siempre.

Y sin embargo, creemos. Hoy mas que nunca acompañando a nuestra Presidenta.

“Creer, he ahí toda la magia de la vida”, dijo alguna vez Raúl Scalabrini Ortiz.

El pensador nacional también supo escribir: “Todo lo que nos rodea es falso e irreal. Es falsa la historia que nos enseñaron. Falsas las creencias económicas que nos imbuyeron. Falsas las perspectivas mundiales que nos presentan y las disyuntivas políticas que nos ofrecen. Irreales las libertades que los textos aseguran. Todo lo material, todo lo venal, transmisible o reproductivo, es extranjero o está sometido a la hegemonía financiera extranjera.”

Igual que Scalabrini sólo creemos en la verdad, cuando es construida por el pueblo y un gobierno que lo representa.

Que esa inocencia nos valga.

En este Día de los Inocentes y en estos últimos días de un año que se va, es bueno reflexionar amuchados, como aquí solemos estar, venciendo esta distancia entre el papel y el alma.

Hoy construimos solidariamente una verdad que nos nace de aprender a leer, a mirar y escuchar, con pensamiento propio. Creemos.

Hoy vemos crecer al campo y a la industria, el consumo, el empleo y la producción, como pilares de este modelo de desarrollo con inclusión social. Creemos.

Hoy vemos un país integrado como nunca antes a la América Latina, defendiendo sus derechos en Malvinas, liderando el Mercosur y la Unasur. Creemos.

Hoy vemos dignificar el trabajo a nivel nacional. Creemos.

Por eso nos ofende tanto el injusto veto de Mauricio Macri contra las empresas recuperadas.

¿Creerá que gobierna un país de la vieja Europa y por eso atrasa, ajusta, expulsa, humilla a los trabajadores de esas fábricas que son un verdadero ejemplo a seguir en esta nueva Argentina?

Creemos y creeremos en los justos.

Pero ante los injustos, que la inocencia no nos valga nunca más.

¡Fuerza Cristina!

El Argentino, miércoles 28 de diciembre de 2011

martes, 27 de diciembre de 2011

Los días que quedan



Sucedió en Navidad.

España se sacudió con las declaraciones del flamante gobierno derechista de Rajoy: habrá recesión y la economía de los españoles continuará en terapia intensiva con pronóstico reservado.

“Cirugía mayor sin anestesia”, diría Menem.

Grecia va de tragedia en tragedia. Son decenas de miles los trabajadores y profesionales que quedaron en la calle por los últimos ajustes del gobierno neoliberal.

Italia recorre igual calvario con las políticas de un banquero que funge de gobernante, en nombre del mercado.

Toda Europa está igual.

Si la crisis provocada por el poder financiero es administrada por ese mismo poder, el viejo mundo está en el horno.

Hasta que los pueblos digan “¡Basta!”. Y entonces sí, a barajar y dar de nuevo.

En ese mundo en decadencia, el conservador Cameron, primer ministro inglés, sólo sabe llevar la mano a su cintura cuando escucha la palabra “dialogo” por la Causa Malvinas.

Así está el planeta en este fin de año.

¿Y por casa cómo andamos?

El consumo navideño batió nuevos récords, el turismo también, las jugueterías superaron los niveles de ventas anteriores, las reservas de hoteles están casi en su límite. O sea.

A diferencia de la luna, la tierra muestra sus dos caras a la vista de todos.

Ahora que despedimos el año, que hablamos con amigos y parientes y nos encontramos a celebrar las fiestas, nos permitimos muy respetuosamente compartir tres mensajes:

1.- Vivir y saber disfrutar este tiempo que vive la Argentina.

2.- Saber cuidarnos entre todos. Mucho más en las rutas.

3.- Juntar los pedacitos informativos que nos arrojan desde la tele, la radio y los diarios y ensamblarlos armónicamente.

Sabríamos así, por ejemplo, que lo que está pasando en Europa es la expresión de las propuestas que aquí sostiene la oposición.

Haga la prueba. Tome el discurso de un político opositor, de esos que llevan la marca en el orillo del Grupo Clarín y advertirá que proponen ese mismo camino del infierno.

La Argentina real no figura en los titulares de los medios corporativos, pero el 71 % de las grandes empresas industriales del país aumentarán su producción en 2012, según un sondeo oficial.

Esto significa que un 54 % de las firmas aumentará la cantidad de empleados, que el 76 % realizará inversiones en ampliación de la capacidad productiva y que casi la mitad prevé una suba en las exportaciones.

“Argentina encara un 2012 en un complejo contexto económico mundial, pero con la certeza de que supimos construir una oportunidad para profundizar el proceso de industrialización”, dijo la ministra de Industria, Débora Giorgi.

En los días que quedan para finalizar el año, habría que brindar con estas buenas noticias.

El Argentino, martes 27 de diciembre de 2011

sábado, 24 de diciembre de 2011

Cuando la memoria estalla


Sin pretensiones de realizar un balance navideño, querríamos simplemente repasar algunos hitos de este tiempo, para poder dimensionar los cambios que se vienen produciendo en nuestro país.

Empecemos por lo más cercano.

Apenas un año atrás estrenábamos nuestro último dolor colectivo con la pérdida de Néstor Kirchner, en medio de las andanzas y desventuras de un “Grupo A” que, desde el asalto a las comisiones en el Congreso, paralizó totalmente la tarea legislativa.

Hoy en cambio, con la recuperación de la mayoría parlamentaria para el bloque oficialista, el país volvió a contar con su Presupuesto, liberó los derechos secuestrados a los peones rurales, defendió la tierra y declaró de interés público el papel para diarios.

El dolor sigue. La vigencia del proyecto nacional y popular, también.

Se va la segunda.

A diez años de habernos quedado sin Estado como garante de los derechos sociales, la Justicia argentina entró a la madriguera del Grupo Clarín interviniendo judicialmente Cablevisión.

De aquel Grupo impune que tituló “La crisis causó dos nuevas muertes” cuando el asesinato de Kosteki y Santillán, a este Grupo monopólico que se dice “acorralado” por las instituciones de la República. Vaya con la diferencia.

Claro, como no puede admitir públicamente que es el Estado democrático el que actúa, lanza su veneno contra el gobierno nacional.

He aquí una dimensión del cambio.

A diez años de la caída más feroz y salvaje a escala humana, tenemos este presente de desarrollo económico con inclusión social.

Nadie baja la guardia. La tarea está inconclusa y el espinazo del diablo está astillado, pero no está roto.

La complicidad civil con la dictadura, devino hoy en complicidad con el monopolio por parte de una dirigencia que se espanta ante un gobierno surgido del voto popular, mientras razona con la cabeza de los enemigos de sus propios afiliados.

Por eso mismo, la sintonía fina de la que habla Cristina, deberá sincerar necesariamente las posiciones de todos los actores intervinientes.

Aquel país de caretas era el que reprimía y explotaba sin pudores a los trabajadores, dejaba sin presupuesto a la educación y en bolas y a los gritos a la mayoría de nuestro pueblo, apenas una década atrás.

Esta nueva Argentina, para seguir transformando, precisa desprenderse de sus máscaras y abjurar de todas las caretas.

En ese trance anda la patria. Y andamos todos.

La corporación mediática y sus mandaderos, conserva cierta capacidad de daño y de provocación. Habrá que estar atentos.

En este marco de ideas, el sano ejercicio pedagógico de apreciar la distancia entre la muerte y la vida, hoy lleva a recordar como nunca aquel 19 y 20 de diciembre del 2001.

Aquel Estado de la democracia represora estaba aún contaminado con los viejos resabios y reflejos de la dictadura. Por eso mataba y reprimía.

Los 36 muertos de entonces no fueron “errores” ni “excesos” de una “represión inevitable contra el caos y la anarquía”, como algunos dijeron.

La represión a la militancia, a las organizaciones sociales, a la movilización popular, estaba en la agenda oficial de aquel viejo Estado.

Ese modelo injusto es el que estalló entonces, cuando la memoria se sublevó en las calles y en las plazas.

Y esa misma memoria es la que estalla ahora, como estalló el verano.

Si nos comprometemos solidariamente como sociedad, a ese pasado no volvemos más.

La participación creciente de la juventud es una garantía de sustentabilidad para lograrlo. Este solo dato, define una etapa en la construcción de la historia.

Estos pibes, como generación, volvieron a creer en la participación, el pueblo, la política y el compromiso social, valorando las conquistas del proyecto kirchnerista y la transformación del Estado.

Por eso las consignas de la rebeldía en esta nueva Argentina, son las que defienden al Gobierno y ponen en tela de juicio al verdadero Poder.

“La tienen clara”, diríamos en el barrio.

Nuestro país supo restañar sus heridas más dolorosas con estos pibes de protagonistas.

Pero ellos no gozaron del derecho natural en cualquier proceso evolutivo, de acumular experiencias, formarse, madurar, asentarse en varias generaciones y en una democracia sólida. Esta no es la historia que les legó la política antes de Kirchner.

Esos serán, recién, los hijos de sus hijos.

La juventud de hoy es hija de su época, heredera de una generación diezmada y otra ninguneada por el neoliberalismo.

Son los que militan sin otro privilegio que el de sentirse parte de una historia de 200 años.

Cuando los poderosos los bastardean desde sus madrigueras, están copiando y pegando en sus editoriales los mismos adjetivos con que fusilaban a otros jóvenes, antes y durante la dictadura cívico militar.

Cuando los opositores de la derecha o de la progresía boba repiten esas injurias, demuestran que caminan por el mismo sendero de los desalmados; por eso remachan desde su quiebre moral, la sentencia de que esta juventud que trajina los barrios y las universidades, las fábricas y las oficinas gubernamentales, la componen apenas un puñado de niños “mal criados”.

¿Justo a ellos? ¿A los jóvenes que combatieron con ideas y coraje la acción destituyente de la oligarquía en el 2008, los que corearon con Kirchner el “Qué te pasa Clarín, estás nervioso” y lo lloraron cuando se marchó?

Muchos de ellos son hijos de desaparecidos; otros son hijos de ex presos políticos de la dictadura; otros van y vienen del destierro; otros de no creer en nada ni en nadie.

Todos ellos hicieron y hacen un curso acelerado de la vida.

Iván Heyn era uno de ellos.

No les prometieron que “van a gobernar en un futuro próximo o lejano” sino les dijeron: “Pasen, esto les pertenece a ustedes”. “Que florezcan mil flores”, les propusieron.

Y estos pibes no miraron al costado desaprensivamente.

Se hicieron cargo, sin dudarlo, de la patria y su destino.

Sólo por eso, que no es poco, deberían tener más respeto por esta generación del Bicentenario.

Y porque estos pibes, además, quedarán en lo mejor de la historia de este pueblo.

Miradas al Sur, sábado 24 de diciembre de 2011

jueves, 22 de diciembre de 2011

La navidad de los pueblos


El mensaje de la Presidenta por cadena nacional fue un verdadero brindis popular por la cercana Navidad.

Habrá otros brindis, pero en el de ayer empezó por sacar a los mercaderes de la usura del sagrado templo de los jubilados, los puso en caja a todos, les aplicó la sintonía fina de la justicia social y terminó con un emotivo y emocionado homenaje a Iván Heyn.

Así termina el año, con las dos Argentinas a cielo abierto.

La que explota y esclaviza a los peones rurales, saquea los ingresos de nuestros abuelos, monopoliza la palabra oral y escrita, defrauda en las bancadas opositoras el mandato popular y la otra Argentina, la que se abre paso desde el pueblo y el gobierno a fuerza de memoria, verdad y justicia.

Se nos termina el año y a esta altura del mes es posible estirar los brazos y tocar la Navidad con la yema de los sueños.

Diría más incluso: la Nochebuena ya está entre nosotros. Se percibe en las calles y en las plazas, en las mesas repletas de bares y restaurantes, en las tiendas de adultos y de niños, en las jugueterías, en las charlas entre amigos y parientes.

“¿Dónde la vas a pasar?” “Ah, qué bueno, por ahí nos vemos más tarde entonces, así brindamos juntos”

Los pueblos siempre se dieron maña para pasarla bien, o lo mejor posible, en esa Noche de espera. En las buenas y en las malas. En época de crisis y en tiempos de bonanzas.

Una linda imagen que guardan algunos es cuando en plena dictadura, sin fuegos artificiales ni cañitas voladoras ni pan dulces ni nada, los presos políticos encendían una virulana para la limpieza y atada a un palito que la sostenía, hacían el efecto de estrellitas desde sus ventanas.

“¡Feliz Navidad Compañeros!” gritaba el más osado y todos respondían con un “Gracias, igualmente” y a tirarse cuerpo a tierra porque venía la guardia de inmediato.

Desde hace mucho tiempo, la vida es otra en la Argentina.

Este año será distinto. Las astillas en el alma seguirán doliendo y no hay por qué negarlas.

Pero será sin dudas una Navidad alegre y esperanzadora, por varios motivos.

Sepamos valorar los últimos regalos del árbol navideño.

La ley que repara la justicia social para los peones rurales, que los protege ante el esclavismo laboral que sufren por la acción de patrones explotadores y la complicidad de una dirigencia sindical desprestigiada.

La ley de Presupuesto nacional, que este año sí fue posible sancionarla. El país vuelve a la normalidad, recuperando el Congreso.

La ley que declara de interés público la producción y distribución de papel prensa para diarios.

La integración latinoamericana.

Cristina dijo ayer: “El Estado se hace cargo de sus obligaciones”.

Sólo nos falta agregar: Compatriotas, ¡Salud!

El Argentino, jueves 22 de diciembre de 2011

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Para nacer he nacido



La muerte nos metió otro gol de contragolpe.

No es la primera vez ni será la última, seguramente.

Todo es lamento y dolor en esta hora en que la mano escribe como puede esta tristeza de mierda que nos persigue como una sombra errante.

A veces hay que dejar que el corazón nos salga libre por la boca en el intento por entender qué pasa.

¿Por qué no estuvo allí la vida malherida para evitar la entrada de la maldita muerte? ¿Por qué no le avisaron a tiempo?

Esa sobrevida que llevamos, como una identidad disimulada y pudorosa, no está para quedarse como si nada con tanto alboroto con que esta primavera se despide.

Después del terrorismo de estado, del saqueo de la patria, de ver caer a tu lado tanto hilito de vida que se escapa por un agujerito así de chico, después de llorar sin consuelo ni abrazos, después de estar tan solo y finalmente escapar, herido pero victorioso, de algún sucio calabozo, a puro amor y coraje y con alas inventadas, después de todo eso, uno cree que, muy modestamente, tiene algo para decir a la hora de cuidar y honrar la vida.

Pero no.

En un suspiro lo perdimos a Iván Heyn, el muchachón que diez años atrás zafó de las balas represivas en la Plaza. No hay derecho.

El día que Paco Urondo, asesinado a culatazos por los genocidas, escribió aquel verso que decía: “sin jactancias puedo decir que la vida es lo mejor que conozco” y llamó a su poema con el bello y soberbio título de “La pura verdad”, el piberío de entonces supo que ese era el espíritu de la revolución y que la muerte, en cambio, estaba patentada por los enemigos del pueblo, los que torturaban, los que explotaban a los trabajadores y esclavizaban a los peones rurales y prostituían violentamente a las mujeres del pueblo.

Que lo sepan todos: no tenemos nada que ver con la muerte y la despreciamos cuando llega así, tan fugaz, tan de trampa y tan violenta. Por eso duele tanto. Por eso duele más.

Lo nuestro es la vida, para siempre. No cualquier vida, que para eso ya están otros que lo hacen mucho mejor.

Quizá por eso el calendario y los huesos a veces empujan a sentarse en la plaza del barrio, pero el corazón caliente siga afiliado a una gloriosa juventud que fue y será por los siglos de los siglos.

Si hay algo para legar, sin más pretensiones que transmitir una posta a los maravillosos pibes que hoy son las mil flores, es justamente la voluntad y la alegría de vivir.

El militante es el que se cuida a si mismo y al hacerlo, cuida a los demás; honra la vida por que así honra a su pueblo.

Esta partida contra las corporaciones, empezando por Clarín y sus patrullas perdidas, nos necesita enteros para atravesarla.

Digámoslo con Neruda: para nacer he nacido.

El Argentino, miércoles 21 de diciembre de 2011

martes, 20 de diciembre de 2011

Ayer un dolor, hoy una esperanza


¿Dónde estaba cada uno de nosotros diez años atrás?

¿En la Plaza de Mayo, enfrentando los caballos de la represión y gritando “que se vayan todos”?

¿Mirando indignados y furiosos desde nuestras casas?

¿En las calles del pueblo tirando piedras, repudiando el corralito y el estado de sitio de De la Rua?

¿Al lado de Pocho Lepratti, en Santa Fe, viéndolo caer, herido de muerte, tan pleno de vida, gritando a la policía “bajen las armas que aquí sólo hay pibes comiendo”?

¿Dónde estaba la vida hace diez años y la vergüenza, la dignidad y la condición humana, sino en esa pueblada del 19 y 20 de diciembre?

De allí venimos todos, no debemos olvidarlo.

Decíamos ayer que el kirchnerismo es hijo de aquella lucha.

Por eso se explica el homenaje a las Madres de Plaza de Mayo en el Congreso de la Nación. Por que aquel parto doloroso del 2001 devino en este nuevo ciclo de la historia que hoy vivimos.

No son casualidades, sino causalidades, las que revelan que esas Madres, encabezadas por Hebe de Bonafini, a las que la dictadura les robó sus hijos y sus nietos, abrazaran por primera vez a un presidente de la democracia recién cuando asumió Néstor Kirchner y llegó a la Casa Rosada sin dejar sus convicciones en la puerta de entrada.

También son causalidades y no casualidades las que explican que recién ayer recibieran el merecido homenaje de los legisladores, cuando hace apenas 10 años eran apaleadas por la policía de un gobierno de la democracia.

Hay que decirlo hasta que duela: de la democracia.

Todo es nuevo en esta nueva Argentina inclusiva.

Así como antes, todo olía a viejo, a injusto y al azufre del infierno en que habíamos caído.

¿Uno se imagina lo que pasaría si en aquellos días de dolor y sangre alguien cantaba en medio de las corridas “Viva Néstor y Cristina”, por ejemplo? Lo hubiesen mirado como a un extraterrestre. Pocos los conocían y nadie creía en los políticos.

Esta es una buena medida para apreciar lo que avanzamos desde entonces.

Si hasta los nombres de quienes gobiernan son otros.

Cristina, Amado, Julián, Beatriz, Juan Manuel, Julio, Oscar, Chango, El Chino.

El país es otro. Recuperamos 5 millones de empleos. Nos desprendimos del recurrente chantaje extorsivo del FMI. Volvió la política y la participación social. Conquistamos nuevos derechos.

Es necesario repasar este gigantesco salto colectivo, a fuerza de amor y de memoria: que si el aire es gratis, lo demás suele costarnos la vida.

La historia de la humanidad es la bella historia de los grandes amores.

Aquel pueblo excluido hace diez años, es el que hoy construye este país en el adentro de su propio destino.

Por eso hay esperanza, allí donde hubo tan sólo dolor.

El Argentino, martes 20 de diciembre de 2011

lunes, 19 de diciembre de 2011

Declaraciones, derechos y garantías


El kirchnerismo es hijo del 19 y 20 de diciembre del 2001.

Así nomás te lo digo.

Es la voz cálida y a veces tumultuosa, de un pueblo que perdió su miedo para siempre.

No es verdad que aquella revuelta popular terminó en la nada o reducida solamente a un helicóptero llevándose a un presidente inepto.

No es verdad que las Asambleas barriales fracasaron definitivamente.

De aquella pueblada, este gobierno nacional y popular.

De aquella rebeldía, esta juventud.

De aquel “que se vayan todos”, este Grupo A que no da pie con bola desde entonces.

Y ahora viene lo mejor de esta sencilla prosa.

Resulta que ayer domingo, el diario de los Mitre, “La Nación”, publica en tapa dos fotografías más que elocuentes de lo que pasó y pasa en la Argentina.

Una madre abrazada a su pequeña hija, los rostros angustiados, sentadas en la calle, frente a Plaza de Mayo y la policía montada, atrás de ellas, con sus caballos y sus bastones amenazantes. Arriba de la imagen, un año: 2001.

En la otra fotografía, en el mismo lugar, la misma madre y su hija mirando a cámara con el rostro luminoso, sin angustias, sin temores, sin policías que las amenacen y otro número de año: 2011.

Debajo de ambas imágenes, se lee: “Claudia Pérez y su hija, Jorgelina, hace 10 años, rodeadas por la policía; ahora en el mismo lugar, rememoran la crisis”.

Nos ponemos de pie y aplaudimos. La Argentina en movimiento fue retratada por la tribuna de doctrina liberal.

¿Pero cómo se entiende la editorial que está a la derecha de la misma tapa?

Firmada por Joaquín Morales Solá, arranca con un título interesante: “La alarmante devaluación de la democracia”.

La buena fe, no la inocencia, nos llevó a creer que se refería a la primera foto, la del 2001. Pero no. Se refería a este presente de libertades, sin represiones, sin corralitos, sin vacíos de poder, el que hoy viven Claudia y Jorgelina junto a 40 millones de argentinos.

Lo dice así al finalizar el texto: “Esos recuerdos amargos del pasado deberían revalorar los casi 30 años de democracia argentina. La política ha preferido, en cambio, llevar la calidad de la democracia a su peor nivel desde 1983. La decadencia democrática acusa a la dirigencia política y social, pero también interpela a una sociedad peligrosamente distraída”.

¡No nos ofenda señor!

¿O estábamos mejor cuando nos molía a palos la montada?

Ayer también el diario Clarín, su otro socio, defiende, sin vergüenzas y con letras de molde, su posición dominante en la producción y distribución de papel para diario.

¿Cuándo se es más libre? ¿Cuándo el papel prensa lo manejan entre dos diarios o cuando lo administran todos los diarios del país?

Un fotógrafo a la derecha, por favor.

El Argentino, lunes 19 de diciembre de 2011

domingo, 18 de diciembre de 2011

La Argentina es una fiesta en pleno alumbramiento


Una vez, hace mucho tiempo, Néstor Kirchner reflexionó casi por lo bajo: “De Perón y Evita hay que acordarse cuando se gobierna”.

Alguien lo escuchó y llevó la frase a un paredón de pueblo, a un cartel, a una consigna, a una canción de amor.

Néstor y Cristina lo llevaron a la práctica desde el gobierno.

Es injusto e incorrecto comparar tiempos históricos. Ya no calzan zapatos de charol nuestras mujeres en el barrio, ni los caballeros usan polaina para ir al café.

Cada época tiene su propio lenguaje, sus códigos, sus modas, su forma de entenderse.

Lo que queda en pie es el proyecto.

El kirchnerismo tiene escrito en su génesis no depender de nadie para gobernar. Sólo de sus convicciones.

Por eso es un proyecto rebelde por naturaleza.

No es un mero transgresor de las buenas costumbres y modales de un sistema injusto. Trastoca el escenario porque impacta de lleno sobre ese sistema, con derechos reparados y conquistados y eso lo convierte en un proyecto transformador por excelencia.

El peronismo kirchnerista es la expresión superadora del movimiento nacional, popular y democrático de esta época.

No se quiere parecer al peronismo, lo es. No lo quiere superar, lo supera en tanto vela por los derechos del pueblo y los trabajadores en pleno siglo XXI; el siglo de las luces para América Latina y de las sombras para el viejo mundo.

En medio del avance popular manifestado en ese brote primaveral de la juventud y la participación política; a escasos días de asumir un nuevo mandato la Presidenta; justo cuando el Parlamento recuperó la tonicidad de sus músculos a favor de la inclusión social, la defensa de la soberanía sobre nuestras tierras, la democratización del papel para diario…el fantasma del viejo país volvió a mostrarse en la semana que transcurrió.

No hay que bajar la guardia ni ante los fantasmas.

Las expectativas sinceras de esperar un cambio de actitud de la oposición, o sea, una conducta capaz de demostrar y demostrarse a sí misma que el último resultado electoral significaron un aprendizaje colectivo, se desvaneció rápidamente.

La llamada maratón legislativa, en realidad, fue la compuerta abierta de un Congreso amañado y maniatado por el nunca extinto “Grupo A” que perdió una a una todas las votaciones.

Ahora la mayoría reside en el lugar de los justos. Y las minorías siguen habitando en la tapa de Clarín.

Volvieron a mostrar la hilacha: los bloques opositores; la vieja guardia sindical duhaldista y sumado allí, desde que dijo lo que dijo, el secretario general de la CGT, Hugo Moyano.

Cada uno elije el lugar que quiera ocupar. Nadie empuja a nadie ni tiene derecho a victimizarse por lo que provoca.

Pero esta vez no hay razones para temer ningún brote belicoso. No hay condiciones objetivas ni subjetivas para ello. No hay violencia política ni las circunstancias sociales y culturales se asemejan a las del pasado. Esta vez las contradicciones no están al interior del Gobierno ni del Estado ni del Movimiento nacional y popular.

No hay disputa de representatividad política, cuando de un lado hay un 54 % de voluntad popular y del otro, un 46 % de archipiélagos inconexos.

Todo indica que el proyecto de país que nos gobierna seguirá su marcha con las alas desplegadas y los que se oponen, se opondrán como lo vienen haciendo desde el 2003.

Asombra la velocidad de los acontecimientos producidos por el oficialismo, tanto como su inversa: la no ductilidad opositora para entender los cambios de época.

En el ADN del kirchnerismo están las huellas de lo que fue y vendrá. No hay secreto ni misterio para revelar. Este es un proyecto político que mostró a propios y extraños que no gobierna con la lógica de “corporaciones amigas versus corporaciones enemigas”. Directamente no cree en el gobierno de las corporaciones. Siente que las mismas están en las antípodas de la democracia y de la nueva Argentina que se abre paso.

Moyano, que finalmente parece no acompañar esta tesis, quedó a la intemperie, a merced de lo peor del viejo sindicalismo, de Barrionuevo, Zanola y Venegas.

Y de Magnetto.

No hay espacios superadores fuera del alero del kirchnerismo. Irse de allí, es recular en chancleta y atrasar el reloj.

Ahora bien, la ingratitud tiene una sanción moral, pero no política. Cada uno es dueño de decir lo que quiera y andar por donde quiera en un país cada vez más libre.

Lo importante, más allá de las ofensas proferidas por quienes debieran ser los primeros en cuidar a este gobierno, es advertir pragmática y científicamente que la estructura productiva y social de la Argentina se ha transformado y va camino a seguir profundizando esa transformación. Si esto es así ¿por qué sorprenderse de los corrimientos?

La clase obrera industrial ha recuperado en fortaleza en estos 8 años lo que venía perdiendo desde el 24 de marzo de 1976, dictadura mediante.

El mameluco volvió y se llenó de grasa y aceite y obreros y obreras que posan alegres con la Presidenta y la abrazan y lloran con ella cuando inaugura una nueva fábrica.

Esa es la fotografía de la Argentina que habrá que comparar, aunque duela, con esa otra del 19 y 20 de diciembre de 2001.

Y ese retrato feliz se deberá corresponder, mas temprano que tarde, con una nueva superestructura social y sindical que lo represente cabalmente. Sin excluir a nadie; sólo a los que asesinaron al militante Mariano Ferreyra, se enriquecieron con la mafia de los medicamentos y son cómplices del trabajo rural esclavo.

El problema no lo tiene el gobierno que está de estreno con una victoria popular tan contundente.

El problema lo tiene la oposición y sus patrones, la poderosa corporación mediática, porque no aparece nadie que recoja el guante de la historia. Nadie que invente una nueva jugada. Una gambeta que luzca, una sonrisa que enamore a las bellas damas y seduzca al más pintado de los machos.

40 millones que miran y actúan con el telón corrido, saben apreciar lo que es para reír y lo que es para llorar.

Aplaudan, no dejen de aplaudir, la Argentina es una fiesta en pleno alumbramiento.

Miradas al Sur, domingo18 de diciembre de 2011

viernes, 16 de diciembre de 2011

Que pase el que sigue



Vamos a empezar por lo más fácil.

Moyano no es el adversario a vencer.

Los opositores políticos no son los adversarios a vencer.

Ni los “piqueteros anti-k” ni los que piensan distinto al gobierno son los adversarios a vencer.

Pero…

Las corporaciones monopólicas que atentan contra el desarrollo productivo y defienden el viejo país de la injusticia, ellos sí, son los adversarios de esta nueva democracia.

¿Se puede convivir con ellos? ¿Se puede ser neutral con ellos? ¿Se puede ser amigos y aliados de ellos? ¿Se puede ser apoyado por ellos?

No y mil veces no.

El proyecto nacional, popular y democrático vigente desde Néstor Kirchner hasta el presente, clausuró una etapa signada por la subordinación de la política y del Estado a las distintas y poderosas corporaciones que hegemonizaron la vida nacional en las últimas décadas.

Por eso es demonizado, según pasan los años, por los sectores más reaccionarios de la Iglesia, de la justicia, del empresariado trasnacional, de la city financiera, del poder mediático del Grupo Clarín y La Nación.

Que pase el que sigue.

Una Presidenta, como Cristina, que ostenta el certificado de calidad otorgado en las urnas por el 54 % del voto popular, tiene el derecho y la obligación de representar a los 40 millones de argentinos. Sólo por eso se merecería el mayor de los respetos.

Sin embargo, ese abultado porcentaje no es el mayor capital político de este Gobierno. Por que los votos van y vienen. Como la vida.

El principal capital del kirchnerismo, creemos, son los derechos recuperados, reparados y conquistados para el conjunto del pueblo argentino, particularmente para los más humildes y desprotegidos.

Que pase el que sigue y si gustan, que participen todos los que quieran defender este proyecto de país.

O si prefieren, se opongan a él.

En los millones de compatriotas que son beneficiarios directos de las 1.250 escuelas construidas en estos 8 años, del 6,47 % del PBI a la educación, de la Asignación Universal por Hijo, de los 5 millones de empleos recuperados, de las miles de viviendas construidas, de los 800 científicos repatriados, de Tecnópolis, del matrimonio igualitario, de la movilidad jubilatoria, de la ley de medios, de los derechos humanos como política de estado, del futbol para todos, del Canal Encuentro y Paka-paka, de la democratización del papel prensa para diarios, de la integración latinoamericana, está el país que soñaron y sueñan los trabajadores argentinos, siempre. Siempre.

Patear en contra de estos cimientos de la nueva Argentina que construye el pueblo, cualquiera sea la razón invocada, es hacerle el juego a las corporaciones.

O lo que es peor, ingresar a sus filas como un nuevo converso.

El Argentino, viernes 16 de diciembre de 2011

jueves, 15 de diciembre de 2011

Un colectivo llamado Argentina

Escena 1.-

El pasajero trepó al colectivo mostrando su tarjeta SUBE.

El chofer le dice de mal modo: “No tengo máquina registradora”.

El pasajero contesta: “No hay problemas, viajo igual”.

El chofer le responde: “Bajá o te saco a patadas”.

El pasajero le aclara, siempre de buen modo, “señor, el gobierno dice que cuando el colectivo no tiene SUBE, podemos viajar igual, por eso viajo”.

Enardecido, el chofer, un inspector de la empresa y otro más, lo insultan, lo amenazan y empiezan a golpear al pasajero, que sin más remedio, baja protestando.

El resto del pasaje observaba en silencio la triste y violenta circunstancia.

Uno de los pasajeros, de los que habían pagado el boleto sin chistar, filmó a escondidas con su celular todo lo sucedido.

Podríamos describir esta escena como costumbrista de la vieja Argentina.

Escena 2.-

Se reunían los diputados de la nación, abordando en tiempo y forma los proyectos girados por el Ejecutivo para ser tratados en sesiones extraordinarias.

Los legisladores del Frente para la Victoria guardaban una leve esperanza: que la escandalosa experiencia opositora anterior, les haya bastado para que maduren democráticamente.

Y no fue así. Salvo honrosas excepciones, el nunca extinto “Grupo A”, condenó el proyecto oficial como si les importara un corno el 54 % del voto popular.

Ésta también es una escena costumbrista en el Congreso. Pero con un cambio de roles que resultará vital para los tiempos que vienen: esta vez la justicia social tiene la mayoría.

Escena 3.-

Todo estaba listo el lunes para la ceremonia de jura del gobernador de Buenos Aires, Daniel Scioli. Todo era fiesta y alegría. ¿Pero qué hacía la policía antimotines en ese magno acto institucional? La duda se aclaró cuando la emprendieron a golpes de bastonazos contra los militantes de la Juventud Peronista que querían participar democráticamente, como cualquier sector del pueblo tiene derecho a hacerlo. Una vergüenza total.

La escena aquí se descoloca y pregunta sobre el escenario: “¿Sigue siendo la maldita policía entonces?”

Escena 4.-

El ministro Alberto Sileoni declara lo alentador que resulta la evaluación educativa de estudiantes de todo el país y lo demuestra con datos muy certeros. Pero la corporación mediática lo ningunea o insiste con su “Todo Negativo”.

“¿Qué te pasa Clarín, seguís nervioso?” es el nombre de la escena.

Final de la obra: el chofer violento, los pasajeros neutrales, los opositores “piñón fijo”, la bonaerense y la mala onda mediática son los villanos en esta historia que construyen el pasajero de la tarjeta SUBE, los legisladores que votan el Presupuesto, los pibes militantes y los estudiantes.

Aplausos. El telón ha caído.

El Argentino, jueves 15 de diciembre de 2011

miércoles, 14 de diciembre de 2011

El Presupuesto de la victoria


Una victoria electoral contundente, como la del 23 de Octubre, sirve para agrandar el talle de la patria o para achicarlo.

Hasta el año 2003 crecimos viendo cómo la política entregaba, sin vergüenza alguna, sus panes y sus dones a los verdaderos dueños del poder económico mediático.

Y la Argentina se achicaba día a día, expulsando del trabajo a millones de compatriotas.

Así fue que estallamos en el 2001.

Hoy se escribe una historia opuesta a aquella. Ni siquiera distinta, opuesta.

“No soy la Presidenta de las corporaciones, sino de los 40 millones de argentinos”, avisó Cristina.

Y la Argentina se agranda. Y por lo tanto precisa recuperar el tiempo mal gastado por la oposición cuando fue mayoría en el Congreso, “Grupo A” mediante.

Ahora sabrán qué cosa es el trabajo parlamentario a favor de las mayorías y las minorías.

Ahora sabrán qué cosa es el trabajo.

La maratón se larga hoy.

La agenda es tan amplia como estrecho fue su paso cuando los opositores mandaban.

No hay tiempo que perder cuando la consigna es crecer, desarrollar, distribuir, igualar y volver a crecer, “aún en un mundo que viene a contramano”, como bien dice el ministro Julio De Vido.

Por eso se comprende que el Frente para la Victoria repare los daños producidos por la inacción opositora en el último período, aprobando rápidamente las leyes que hacen al formato y al contenido del modelo de inclusión social en pleno desarrollo.

La ley de Tierras se impone en un mundo donde la volatilidad y la voracidad del capital financiero internacional pueden hincarle los dientes a nuestra soberanía.

Al asumir su segundo mandato, la Presidenta dijo: es una ley que “no es xenofóbica, que no afecta derechos adquiridos y que simplemente quiere cuidar un recurso estratégico como es la tierra en un mundo que va a necesitar de los alimentos como de la energía”.

La ley de Presupuesto “sirve para crecer en un mundo inestable”, como definió el vicepresidente Amado Boudou.

Una digresión: ¿no es maravilloso nombrarlo a Boudou en ese digno cargo y no al que se fue con la cola bajo las patas?

El nunca extinto “Grupo A” tiene el triste record de haber dejado a un Gobierno popular, por primera vez en la historia, sin esa ley esencial para administrar los bienes de los ciudadanos.

No hay que olvidarlo. Es una forma de evitar que se repita.

Luego vendrá la prórroga de la emergencia económica, del impuesto al cheque y la modificación de la Ley Penal Tributaria.

Pero no se vaya que ahora viene lo mejor: la ley que declara de interés público la producción y la comercialización equitativa del papel para diarios.

¡Chupate esa mandarina!

Todos listos y a sus marcas.

La vida es bella… ¡Largaron!

El Argentino, miércoles 14 de diciembre de 2011

martes, 13 de diciembre de 2011

La sombra que vemos en el cielo


Si esta Argentina de hoy recuperó la perspectiva del futuro, es por que supo mirar con dignidad, el pliegue y la costura de su propio pasado.

Ya no hay espacios vacíos en el relato de la historia, ni hay neutralidad en la construcción del presente.

Hoy se cumplen 35 años de la “Masacre de Margarita Belén”, aquel atroz fusilamiento de jóvenes militantes peronistas en la provincia del Chaco.

El ex Presidente Néstor Kirchner, acompañado por Cristina, familiares y sobrevivientes, se hizo presente en el 2007 en el lugar donde ocurrió la masacre y donde ahora emerge una imponente escultura que representa el desgarro y el infinito dolor de aquellas muertes.

Kirchner brindó su homenaje a todos los caídos, recordando emocionado a Néstor Sala y Patricio Tierno, que militaron con él en los años setenta.

Era la primera vez que un jefe de Estado estaba allí.

Recientemente culminó el juicio que condenó a cadena perpetua a los genocidas.

Los testigos de la causa, recordaron a Kirchner.

Por el mismo camino de memoria, verdad y justicia, la Presidenta transitó estos años.

Ayer, en la ceremonia de egreso de los nuevos oficiales en el Colegio Militar, Cristina instruyó para que a la brevedad haya Generalas de la Patria y que las nuevas promociones de las Fuerzas Armadas recorran el país profundo para conocerlo, comprenderlo, amarlo y defenderlo mejor.

Falta mucho. Pero es otro país la Argentina.

Cuando inició su discurso de reasunción, Cristina se refirió a la noticia de Tiempo Argentino dando cuenta de la decisión de la Unión Astronómica Mundial de llamar “Anadiego” a un asteroide en homenaje a la estudiante Ana Teresa Diego, de la Universidad de La Plata, desaparecida en 1976.

“A lo mejor esta joven podría estar sentada donde estoy yo ahora”, reflexionó Cristina y volvió a conmovernos y enorgullecernos.

Dice el filósofo Giorgio Agamben:

“Lo que percibimos como la sombra del cielo es esa luz que viaja velocísima hacia nosotros y no obstante no puede alcanzarnos, porque las galaxias de las que proviene se alejan a una velocidad superior a la velocidad de la luz. Percibir en la oscuridad del presente esa luz que trata de alcanzarnos y no puede: eso significa ser contemporáneos. De ahí que ser contemporáneos sea, ante todo, una cuestión de coraje: porque significa ser capaces no sólo de mantener la mirada fija en la sombra de la época, sino también percibir en esa sombra una luz que, dirigida hacia nosotros, se aleja infinitamente de nosotros. Es decir: llegar puntuales a una cita a la que sólo es posible fallar”.

Quizás también, lo que percibimos como la sombra del cielo, es esa luz de los 30 mil “Anadiego” que hoy nos faltan.

El Argentino, martes 13 de diciembre de 2011

lunes, 12 de diciembre de 2011

El día que asumimos todos


Ya está. Ya juró la Presidenta, ya juraron y asumieron los ministros y los secretarios de Estado, los diputados, los senadores y los comuneros.

Ya está. Ya pasó al olvido Cobos y los que se rasgaban las vestiduras con las “instituciones de la república” mostraron nuevamente sus miserias y su desprecio por esta democracia que el proyecto nacional y popular recuperó para grandeza del pueblo y la nación.

De esa mediocridad opositora no habrá que esperar fulgores democráticos. No están a la altura de las circunstancias de la historia y sus asuntos.

Ya está. Ya el pueblo recuperó las calles y la Plaza defendiendo la alegría.

Y aquí me quedo un rato.

Aquellos hombres y mujeres que cubrieron el ancho de la Avenida de Mayo, la que va de Congreso hasta Plaza de Mayo, aquellos que pudieron ingresar al recinto del Congreso y al Museo del Bicentenario, aquellos que miraban y lloraban y aplaudían y cantaban cuando alguien avisaba “ahí viene Cristina”, aquellos que se reencontraban después de mucho tiempo en un abrazo interminable y con la frase a flor de labio “pero mira dónde te vengo a encontrar” y el otro y otra que le dice “¿Y dónde iba a ser sino aquí?”…aquellos que entonaban “madres de la plaza, el pueblo las abraza” y las madres que agitaban sus manitas con ese gesto de amor que es una marca argentina, aquellos que mojaban sus pies en la fuente de la Plaza y resguardaban a sus niños de ese sol más peronista que nunca, o más kirchnerista si prefiere un término más abarcador, aquellos que miraban desde su casa, desde una confitería o desde una pantalla gigante en uno de los cientos de actos de La Quiaca a Tierra del Fuego y vieron las lágrimas de la Presidenta una y otra vez y lloraban con ella a distancia y que cuando juró Oscar Parrilli y Cristina lo llamó “el otro arquitecto del Bicentenario junto a mí” supo que ese era el hombre que los hizo tan felices en aquel histórico Mayo del 2010, en ese Paseo azul y blanco, cuando aún estábamos todos, es decir, cuando aún estaba Néstor, el flaco que batía palmas y reía melancólicamente como despidiéndose, aquellos que replicaron en millones el llanto de Alicia Kirchner y Cristina en el juramento…aquellos hombres y mujeres, los hijos olvidados de la tierra, también sentían que asumían el gobierno y disputaban alegres y protagonistas el nuevo rumbo de la historia.

El kirchnerismo es el hecho maldito del país corporativo.

Asumirlo así, enamora a una generación y a dos y a tres también. Por eso miles de jóvenes en las calles vivaban a Cristina.

La rebeldía, cuando abunda, junta pueblo y gobernantes en un clima de alegría que sólo calza con su porte.

Pasó este 10 de diciembre. El día que asumimos todos.

El Argentino, lunes 12 de diciembre de 2011