Allí está
Cristina.
Es la
primera vez en nuestra historia que la Argentina está sentada en el lugar exacto
donde se decide una nueva configuración del mundo.
Antes nunca
había sucedido.
Éramos
peones del destino que marcaban otros.
Perón abrió
el camino con su tercera posición en los años de posguerra. Pero Argentina
estaba sola. No existía el Mercosur, la Unasur, ni la Celac.
Hoy el
domicilio de esas decisiones está en San Petersburgo, Rusia. Y sus
participantes son los jefes de estado de los 20 principales países del planeta,
más los representantes de los organismos financieros y comerciales
multilaterales.
Si habrá paz
o no en Siria es una vigilia que nos desvela a todos los hombres y mujeres de
buena voluntad. Pero también es la demostración del aislamiento de los EE.UU. y
la reducción de su poderío al tenebroso poder de daño militar de sus misiles.
Podrán vencer,
pero no convencer.
Si pese a
todas las presiones a favor de la paz y el dialogo, finalmente el gobierno de
Obama se decide arrojar sus bombas sobre Siria, la grieta abierta a nivel
mundial se profundizará entre los países que emergen después del colapso
neoliberal, de un lado, y aquellos que se aferran al viejo orden que dejó la Segunda
guerra y la guerra fría, del otro.
La irrupción
del G-20 ya es un efecto de la crisis del multilateralismo. Y el fallo a favor
de los fondos buitres en la justicia norteamericana, también. Y la actitud
opositora en el Congreso negándose a votar a favor de la quita de impuestoa las
ganancias a los trabajadores que perciban sueldos hasta 15 mil pesos, deberá
anotarse en ese mismo viejo orden injusto que dominó la vida en el planeta
hasta no hace mucho.
Los buitres
viven de la carne muerta. Igual que los guerreros que pretenden convencernos
que la multiplicación de la muerte redundará en una vidamejor.
Allí está el
artículo de Joseph Stiglitz que recomendó Cristina para alumbrar mejor el
panorama.
Allí está la
presidenta de los argentinos planteando a viva voz ante sus pares que “necesitamos
un sistema justo para reestructurar deuda soberana”.
Allí está planteando
“la necesidad de formular una ley de quiebras a nivel internacional”. Y que se
llamen guaridas fiscales y no “paraísos” a los centros financieros donde se esconde
el dinero.
Allí está
defendiendo la paz y condenando la guerra contra el derecho de los pueblos a decidir
libremente su destino.
¿Qué pensarán
Massa y Macri sobre estas cuestiones?
Como pidió
Cristina se le pregunte a Obama porqué se niega a debatir sobre los fondos
buitres en la Cumbre del G 20.
O sea.
Buitres hay
en todos lados.
El
Argentino, viernes 6 de septiembre de 2013
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