domingo, 23 de febrero de 2014

La mística de una nueva época



La información dice que la desocupación bajó al 6,4 %; que ya son más de medio millón los jóvenes inscriptos para percibir la asignación por estudios del Plan PROGRESAR; que el dólar se estabiliza con rumbo a la baja; que los empresarios industriales y los gremios representativos del sector metalúrgico y de la construcción firmaron un documento de apoyo al modelo político económico del gobierno nacional; que la más poderosa empresa petrolera de Malasia decidió invertir en nuestro Yacimiento de Vaca Muerta; que la campaña de Precios Cuidados avanza viento en popa; que el turismo local rompió nuevamente todos los récords de consumo, pasajes y hotelería en estas vacaciones; y que se organiza una gran movilización popular para acompañar a la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner el día que brinde su informe anual ante el Congreso, el próximo 1°  de Marzo.
La información dice que, al mismo tiempo que suceden aquellas noticias, miles de pibes se quedarán sin vacantes escolares en la ciudad de Buenos Aires; que la violencia de las bandas narcos sigue azotando a Rosario; que los opositores argentinos en su gran mayoría salieron a apoyar a los opositores destituyentes venezolanos que hoy incendian Venezuela; y que continúan remarcando precios a su antojo algunos poderosos grupos económicos generando un clima de psicosis gondolera.
Entre estos carriles tan distintos se dispara la vida en el año que comienza a andar.
Queda claro que a la oposición mediática no hay pororó que les caiga bien. Se empeñan en cada tranco de la realidad a dinamitar la construcción colectiva de un proyecto de país que le permite al pueblo argentino en su conjunto vivir cada vez mejor.  
Veamos sino.
La oposición política mediática pedía actualizar el valor del cambio; y el gobierno lo  actualizó. Pedían políticas de inclusión para los jóvenes que ni estudian ni trabajan; y el gobierno creó el Plan PROGRESAR. Pedían reformular los índices que publica el INDEC; y el gobierno creó el más moderno y completo registro de precios al consumidor en la historia del Estado. Pedían que haya más inversiones externas; y nuestra YPF trae a la petrolera PETRONAS a invertir en la Argentina. Pedían que haya acuerdo con el Club de París por la deuda contraída por anteriores gobiernos; y en ese camino estamos. 
Pero nada les viene bien.
Para hablar y despotricar contra el gobierno y la Presidenta, para decir que “todo está mal”, para intentar una y otra vez bajar la moral y la esperanza a un pueblo que avanza en medio de un mundo cada vez más caótico, para apuntar contra la juventud y en particular contra la militancia que se identifica con el proyecto nacional, popular y democrático, para eso sí son mandados a hacer, desde la derecha a la falsa izquierda y viceversa.
En los años 60 y 70 del siglo pasado, la militancia política entregaba la vida, acertada o equivocadamente, por sus convicciones. Casi puramente por sus convicciones. Muchos guardaban el eco de los días peronistas del primer y segundo gobierno de Perón. Miraban el futuro desde ese pasado glorioso de nuestro pueblo. Y después leían al Che y a Fidel y a la Resistencia peronista y a Mao y a Lenin y a Ho Chi Minh, al Cordobazo y al Mayo francés. Pero si observaban el espacio inmediato que los circundaba, todo sabía a esa amarga desolación causada por las distintas dictaduras que sucedieron a la “revolución libertadora” de Aramburu y Rojas.
Esa actitud de vida sólo se entendía y entiende por eso que algunos llamaban y aún llaman, mística. Y no pocas veces esa mística revolucionaria suplía y/o disimulaba la propia debilidad  y orfandad política.
A diferencia de aquella, la mística de ahora, la de esta época, la de este siglo, está llena de realidades efectivas y se templa confrontando contra los intereses poderosos que quieren retrotraernos al siglo pasado.
Hoy no hay más lugar para la desolación. Ser parte de un continente que en este tramo de la historia está gobernado mayoritariamente por movimientos populares es una maravilla a la que están convocadas sólo algunas generaciones privilegiadas; como la generación presente.
Es cierto que las partes blandas de la democracia suelen huir de la confrontación cuando se llega a un punto de calentamiento y hervor transformador. Es lo que está ocurriendo ahora. Para comprobarlo alcanza con ver algún programa de los llamados “políticos” (como si hubiera programas que no lo son) y en donde pareciera que todos los gatos, de izquierda a derecha y viceversa, vuelven a ser pardos en la oscuridad que destellan sus afirmaciones. Paciencia. Es parte constitutiva del pensamiento democrático saber respetar y entender las diferencias y las flojeras. Lo importante es tener y compartir con el prójimo   la convicción de que estamos en medio de una balacera destituyente en el campo  de las ideas económicas, políticas, culturales y sociales. Todo lo que viene ocurriendo en el mundo, en la región y en la Argentina se entiende en el marco de esa confrontación de proyectos antagónicos para la construcción de perfiles de país.  
Si perdemos de vista esta cuestión central, se pierde la brújula que permite saber dónde queda el norte y dónde el sur.
Lo dijimos otras veces: la cobertura mediática de la tan meneada inflación y la tan usada   inseguridad es parte de una operación política de la derecha; del mismo modo que lo es el ocultamiento de la situación real de la economía popular.
Por eso quien acierte en representar la continuidad y la profundización del proyecto de país que lidera Cristina, expresará seguramente en el próximo período presidencial la voluntad de un pueblo de vivir en paz, en democracia y con justicia social.
Pero quien quiera volver a tercerizar el gobierno en las corporaciones económicas mediáticas, tendrá que saber que diciembre del 2001 no le quedará atrás del calendario sino adelante.
Es esto lo que hoy se pone en juego en la región.
A defender la democracia en Venezuela y en toda América Latina es la consigna de esta hora.
Y defender la democracia en esta hora es defender la vida.

Miradas al Sur, domingo 23 de febrero de 2014




domingo, 16 de febrero de 2014

El bolsillo, la heladera y el horno


La derecha sobrevuela la escena del crimen. De sus  crímenes; de aquellos que cometieron en un pasado lejano y los que cometieron en un pasado más reciente y contemporáneo.
Cambiaron algunos nombres, algunos capitales, algunas empresas, algunas marcas, pero la derecha voraz y angurrienta de poder es la misma.
Miremos a Venezuela en estos días cómo debate su destino entre un presente democrático y distributivo de ingresos y riquezas, por un lado y por otro los caballeros del pasado previo a Hugo Chávez incendiando las calles, los edificios y la vida de ese pueblo hermano.
La fórmula es la misma. Mucha bulla interna y externa por los medios  masivos de comunicación de esa derecha, los operadores del mercado financiero pateando los tableros con su corrida cambiaria y de precios y un puñado de mercenarios devenidos en manifestantes del odio y la violencia. Un coctel que el capitalismo más feroz comenzó a aplicar en el siglo XIX.
Mira lo que te digo.
Hay que repasar los libros de historia, los que cuentan la verdad, no los del relato mitrista, para comprobar que cada vez que un proyecto de país soberano, inclusivo, de amplias mayorías, nacional y popular, asomó su modelo de desarrollo independiente y con justicia social, los colmillos afilados de la reacción oligárquica le cayeron a la yugular para despellejarlo.
¿O no fue eso lo que ocurrió con los gobiernos de Juan Manuel de Rosas, con el de Hipólito Yrigoyen y con el de Juan Domingo Perón en nuestro país? ¿O no fue eso lo que ocurrió con los gobiernos latinoamericanos de Salvador Allende en Chile, Joao Goulart en Brasil y más recientemente con Evo Morales en Bolivia, Correa en Ecuador, Chávez en Venezuela, Lugo en Paraguay y Zelaya en Honduras?
Si pasamos un peine fino al análisis de esta triste lista descubriremos un dato más que auspicioso y revelador de los tiempos que corren en esta primera fase del siglo XXI: por primera vez en la historia bicentenaria de nuestros países, los gobiernos populares enfrentan exitosamente la sedición oligarca. Antes sucedía, casi como una ley de la naturaleza, que aquel coctel golpista daba un portazo a la democracia y todo se venía abajo en menos que canta un gallo. Ahora no. Maduro se les planta como antes se les plantó Chávez a la oligarquía parasitaria venezolana y triunfó. Correa se plantó ante la intentona golpista de la policía ecuatoriana y triunfó. Evo se plantó a los secesionistas sojeros y triunfó. Y aquí Cristina se les viene plantando desde el primer día de su primer mandato y continúa resistiendo, avanzando y triunfando en representación legítima de la democracia.
Aquello de que “los presidentes hoy se parecen a sus pueblos” quiere decir precisamente que a todos ellos les vale muchísimo más ser la expresión de las mayorías populares antes que especular mezquinamente sobre su suerte personal.
Pero se hace imprescindible que en este cambio de época que atraviesa la región, los pueblos también se parezcan a sus presidentes, a estos presidentes de la nueva democracia latinoamericana. 
Ese es el único certificado de garantía para seguir triunfando ante cada operación destituyente. Porque hay que grabarse a fuego lo que tan pedagógicamente afirma nuestra Presidenta: más que contra los gobiernos, los golpes siempre son contra los trabajadores y los sectores medios, contra la democracia y sus instituciones, contra la paz social y contra la unidad de nuestros pueblos.
La traducción visceral de este proyecto la hizo el ministro Axel Kicillof al reafirmar que el gobierno “defiende  el bolsillo, la heladera y el horno de la gente”.
Habrá que saber que así como el gobierno argentino sorteó con astucia, inteligencia y coraje la corrida golpista relatada literalmente por el economista Miguel Bein y el gobierno venezolano sortea en estas horas otra corrida de la derecha local e internacional, en adelante serán otras las corridas que habrá que sortear.  
Sepámoslo: el golpismo atiende los 12 meses del año. Lo relevante no es eso; lo relevante es que los gobiernos populares también atienden durante todos los meses y todos los días de todos los años.
El que se duerme pierde en esta historia de pujas entre la justicia social y la injusticia antipopular.  
Con el mismo fervor ciudadano con que hay que seguir cuidando los precios, ahora que sabemos que no los aumenta el gobierno sino los malos empresarios y los malos comerciantes, habrá que saber cuidar la democracia.
Si del valor tiempo se trata, para el gobierno nacional los dos años que restan de mandato presidencial de Cristina resultan escasos para las transformaciones económicas, estructurales y sociales que faltan realizar. Mientras que para la derecha voraz y sus candidatos más explícitos es un tiempo demasiado largo para afrontar. Por eso seguirán buscando que todo vuele por el aire, como se dijo en estos días.
Hay que identificar a los ilegales de la democracia. No habría que conformarse con la sola explicación que no hay golpes porque las Fuerzas Armadas hoy juegan en defensa de la democracia. Claro que es importante. Pero lo es mucho más si los intentos de golpes financieros y mediáticos son derrotados por los pueblos y su nivel de conciencia ciudadana, los pueblos y la defensa de la paz social, los pueblos y su cultura.
Para eso hay que identificar con pelos y señales a todos y cada uno de los ilegales sediciosos que operan desde las pantallas de la tele y los grandes medios, sentados sobre un silobolsa de soja o remarcando los precios a su libre antojo.
A esos ilegales se los aísla identificándolos y con todo el peso de la ley de que disponen nuestros gobiernos democráticos.
Los opositores que se asocian con los que atentan contra la moneda nacional, el trabajo y la producción, contra la inclusión social y a favor de la desestabilización institucional, tendrán que rendir cuentas de sus oscuros propósitos ante la sociedad.
El 1° de Marzo, cuando la Presidenta pronuncie su mensaje ante el Congreso, será una cita mayor con lo mejor de nuestra historia como pueblo y como nación.

Miradas al Sur, domingo 16 de febrero de 2014



domingo, 9 de febrero de 2014

Cuidar a Cristina es cuidarnos todos



Están pasando cosas como estas:
Un comerciante en Salta decide devolver a sus clientes el dinero mal ganado durante los días febriles de la devaluación; otro comerciante en Pinamar cuelga carteles en las góndolas de su local advirtiendo a sus clientes que no compren las marcas que remarcaron de manera salvaje; un librero de Neuquén devolvió todos los productos que el mayorista pretendía entregarle con precios remarcados por demás; miles de usuarios y consumidores convocan a no comprar en los supermercados un día de la semana; una joven ama de casa protesta por la suba de precios y su digna protesta llega a oídos de la Presidenta; Cristina llama a esa misma ciudadana para felicitarla y alentarla como claro ejemplo de conducta social y solidaria.
En la orilla de enfrente pasan cosas muy distintas:
Un poderosos empresario  de la poderosa petrolera Shell decide por su cuenta comprar millones de dólares a un precio más alto que el valor de cambio oficial y aumentar el dólar hasta las nubes y ya que estamos, aumentar los combustibles unilateralmente; la mesa de enlace de la patronal rural se reúne y decide profundizar el hostigamiento político contra el gobierno democrático; un senador republicano de los EE.UU. humilla y ofende a los 40 millones de argentinos con sus declaraciones; unos cuantos sindicalistas y algunos políticos de la oposición dejan entrever que desean que el gobierno caiga y se adelanten las elecciones; un poderoso hacendado, el político opositor Ramón Puerta,  esclaviza a sus trabajadores como en tiempos de La Forestal inglesa; unos cuantos comerciantes y empresarios remarcan los precios hacia arriba sin otra razón que su propio interés especulativo y depredador; la corporación mediática que encabezan Clarín y La Nación echan más leña al fuego de la desestabilización institucional y el desánimo colectivo, transmitiendo en cadena este asalto a mano armada contra el pueblo.
Así está el país de los argentinos en medio de rayos, incendios, inundaciones y tormentas varias.
Cada cual elije su juego, su espacio y el destino que quiera para sí y su parentela.
Queda claro que no se puede ser neutral en esta nueva puja por el poder, porque en definitiva estamos hablando de poder cuando retratamos los distintos escenarios por donde transcurre la vida en estos días.
O el poder lo ejercen los humildes ciudadanos de esta tierra valiéndose de la voluntad solidaria y soberana del Estado inclusivo.
O el poder lo ejerce, como ocurre a menudo en el mundo tormentoso que vivimos, los soberbios dueños del poderoso mercado.
Demostrado está que el kirchnerismo es en esencia, con aciertos y errores, con virtudes y defectos, incompatible con el régimen de explotación y usura financiera del capitalismo neoliberal.
Por eso es que si el gobierno cae, ponele, no caerá nunca por ajustar el cinturón de los trabajadores, sino por querer ajustar la conducta despiadada de los que siempre lucraron con el dolor ajeno. Y hay que decirlo así, casi brutalmente, para que se entienda en qué punto estamos de la puja histórica entre los dos proyectos de país.
Venimos diciendo desde hace rato que la novedad en este siglo XXI radica en que el kirchnerismo no repite las conductas del Irigoyenismo y del Peronismo cuando en sus respectivos gobiernos, allá en el siglo XX, sufrieron el acoso de la oligarquía local y la banca mundial para expulsarlos de la Casa Rosada. Por el contrario, el kirchnerismo se planta en el centro de la escena, no impulsa ni ejerce políticas a la defensiva, aguanta el cimbronazo de la corrida cambiaria y la balacera de precios y editoriales maliciosos y sigue marcando con voluntad y decisión, la agenda de la política argentina.
Si unimos la inédita y alentadora conducta social que retratamos en la primera orilla, a manera de un rápido muestrario, con la conducta política e institucional que ejerce el kirchnerismo desde el gobierno y desde sus organizaciones de base, está claro también que potenciadas y organizadas ambas coordenadas, alumbran un futuro venturoso para la democracia y para el pueblo.
Habrá que seguir empujando en esa misma dirección.   
La defensa de las instituciones y la defensa del proyecto nacional y popular, o si preferís, de la democracia inclusiva, hoy son partes inescindibles de una misma causa. Por eso la batalla cultural no pasa por llenar las plazas (todavía). Se llenarán seguramente,  el 1° de Marzo cuando la Presidenta hable ante el Congreso. Hoy la batalla se corresponde con las expresiones de una democracia de cercanía, casa por casa, supermercado por supermercado, oficina por oficina, vecino por vecino. 
Ahora sinteticemos y analicemos el eje medular de esta coyuntura: hay un golpe en marcha contra el gobierno democrático, de un lado y del otro, hay una voluntad implacable del Estado por defender la democracia.
Hay un golpe contra los bolsillos de la gente y contra la política de distribución del ingreso y la riqueza, de un lado y del otro, hay una voluntad social y militante por impedirlo.
¿Cómo están las relaciones de fuerza entre los campos contendientes para prever los cursos de acción que sobrevendrán a esta coyuntura?
Por lo que vimos hasta aquí, nos animamos a sostener que, una vez más en la historia, el fiel de la balanza está en la conciencia, en la unidad, en la solidaridad, en el compromiso y en la organización del pueblo. Una sociedad que se compromete a construir una nueva nación más justa e inclusiva, más libre y más feliz, una mejor sociedad para sí y para las generaciones posteriores, es una sociedad imbatible.
Dijo Cristina: “…no vamos a permitir que sigan saqueando los bolsillos de los argentinos porque además estas grandes cadenas han invertido mucho, pero también han ganado mucho”.
O sea. La Presidenta ya eligió el lugar que ocupará en esta historia que estamos construyendo: defendiendo a su pueblo e identificando a los poderosos que se oponen a ese pueblo.
Sucede muy pocas veces en el devenir histórico.
Sepamos cuidar a Cristina que es una manera de cuidarnos entre todos.
Pensemos como pensemos.

Miradas al Sur, domingo 9 de febrero de 2014








domingo, 2 de febrero de 2014

Ya nos dimos cuenta



La principal diferencia entre esta época y épocas pasadas es que esta vez nos dimos cuenta. Sí, nos dimos cuenta que hay un golpe financiero en marcha, que empujan para que desbarranquemos, que retienen 3.500 millones de dólares de soja en los silobolsas, que operan con total impunidad desde los medios masivos de comunicación, que Alfonsín tenía razón y que Néstor y Cristina también tenían razón cuando denunciaron al complejo agro-financiero, bancario y mediático como enemigos de la democracia. “Las corporaciones”, que le decimos.
Y porque esta vez nos dimos cuenta, es que llevan todas las de perder y el pueblo y su gobierno, en consecuencia, llevan todas las de ganar.
¿Pero porque es un final abierto todavía? Porque para cerrar el ciclo de estos golpes antidemocráticos se precisa una densidad social mayor y de tal peso que pueda barrer de cuajo cualquier alzamiento de estos “carapintadas” de guantes blancos.
Con lo que ya se cuenta en el activo de la democracia se hace la diferencia; lo reafirmamos. Pero hay que hacer aún mucha docencia y pedagogía de bolsillo para avivar a los zonzos que se prenden con la pizarra del dólar ilegal y “los precios que se suben a las nubes” mientras se registra un nuevo récord en el turismo local y la Presidenta anuncia el Plan PROTEGER para los jóvenes de 18 a 24 años.   
Cuando una gran mayoría popular se haya dado cuenta que esto es un golpe recurrente, cuando se entienda y comprenda que con el “circulo rojo” de la vieja y nueva oligarquía pierde el pueblo, cuando se huela que atrás de una corrida cambiaria vienen por el petróleo y el agua, por tu ahorro y tu trabajo, por tu paz y tu descanso, entonces y sólo entonces tendremos ganado el derecho de aflojar la guardia.
Mientras tanto, la lucha continúa.
El investigador argentino-canadiense Guillermo Hugo aporta esta reflexión: “Redondeemos: la deuda externa de Argentina representa 20 % de su producto bruto interno (PBI). Si se compara con Canadá donde la deuda externa representa 100% de su PBI, estaríamos diciendo que Argentina puede aún endeudarse por una buena suma. Si el PBI argentino es de 500 mil millones de dólares, ese endeudamiento "posible" llega a los 400 mil millones de dólares. ¿Cuál es el interés de saber esto? Que esos 400 mil millones “disponibles” representan el botín que las lacras del capitalismo internacional con sus lacayos nacionales pretenden conquistar destruyendo el gobierno de Cristina. Saben muy bien que el trabajo de organización y limpieza de la economía nacional orquestado desde 2003 permitió una acumulación de riqueza sin comparación en la historia nacional… y ellos la quieren para sus bolsillos. Son capaces de todo para conquistar ese tesoro y no dejarán de intervenir para obtenerlo. Falta saber de qué somos capaces nosotros para defenderlo”
Más clarito, échale soda.
Digamos también, siguiendo esta reflexión que viene desde el hemisferio norte, que estamos ante una coyuntura histórica y absolutamente novedosa: contra la lógica impuesta por el poder económico durante 200 años, esta vez el Estado sostiene la pulseada y aguanta los trapos de la democracia inclusiva. No se lo esperaban. El gobierno rompió el cerco bancario y financiero con que lo venían acosando, saltó al centro de la escena y logró reafirmar la matriz de su modelo de desarrollo.
¿Subieron los precios? A bajarlos nuevamente. ¿Dispararon el dólar a 13 o 15 pesos? A bajarlo a 8. ¿Querían que Cristina vaya a Davos? Se tuvieron que bancar que Cristina vaya a Cuba y hable en la CELAC que es nuestro lugar en el mundo.
Hay que tomar posición en esta hora de definiciones. O estás con Rivadavia o estás con San Martín. O estás con Bartolomé Mitre o estás con Chacho Peñaloza. O estás con Magnetto o estás con la verdad. O estás con las corporaciones o estás con la democracia.
De todos modos, y para poner las cosas en su justo lugar, hay que saber que además del activo que siempre representa la conciencia colectiva, esta vez hay un Estado con reservas suficientes para aguantar el embate, hay una industria que crece, hay consumo popular masivo, hay ocupación laboral casi plena, hay desendeudamiento externo y hay un proyecto de país con un liderazgo muy claro.
Como una panacea para el disfrute, dejamos para el final la histórica Cumbre de la CELAC.
El mundo se está moviendo aceleradamente. Los continentes se dilatan y forman como en tiempos de Pangea. Europa se parece cada vez más a un objeto de lujo en una feria de antigüedades. Los EE.UU. empiezan a dejar de ser un gran imperio. El capital financiero digita la vida y la muerte de aquellos países que caen en sus garras. Y en medio de esta mutación, se afirma la CELAC. Es decir, la América Latina y el Caribe.  
La otra novedad es esa: superamos cien años de soledad y empezamos otros cien años más en unidad y en paz. Es para celebrar.
De ahora en más habría que ensamblar hasta donde se deba y pueda, la suerte de la CELAC con la suerte de cada uno de nuestros países.
La carta de navegación fue la que marcó nuestra Presidenta en La Habana. Por eso Clarín y La Nación la quisieron ocultar.
Mal que les pese, no podrán negar el sol con un alero.
Es urgente analizar lo que viene sucediendo en nuestra economía en el contexto correcto; o sea, en este mundo actual y en el marco del conflicto que atraviesa nuestra historia desde sus orígenes: el conflicto inconcluso entre dos proyectos de país. Cuando nos sacan de allí y nos quieren arrastrar al fango de una discusión descontextuada por el valor del dólar y la inflación, desconfiemos.
Alguna vez dijimos que los sectores parasitarios nucleados alrededor de la Sociedad Rural y el Grupo Clarín eran los herederos del virrey Sobremonte: les desvelan las reservas del Banco Central porque quieren quedarse, más temprano que tarde, con el botín del tesoro nacional.
Nos quedamos cortos: quieren quedarse con todo el Estado para volver a endeudarnos y para que activos como el petróleo se vuelvan a rematar por chirolas y moneditas sin valor.
Esta vez nos dimos cuenta.
Multiplicar esta verdad es la tarea. 

Miradas al Sur, domingo 2 de febrero de 2014