domingo, 31 de agosto de 2014

La decadencia opositora


Si debemos elegir una imagen para mostrar con elocuencia la impotencia que generan los fracasos  en algunas minorías, allí está el flamante vagón del ferrocarril Sarmiento, vandalizado, saqueado, ensuciado, ultrajado.
Es uno de los vagones recién comprados y ya estrenados por decenas de miles de trabajadores que van y que vienen a diario en un país que hace rato empezó la recuperación de la dignidad del trabajo y la justicia social.
El fracaso estrepitoso del paro de este jueves, es el rostro más patético de la decadencia opositora.
Ávidos por torcer el rumbo del proyecto de país que nos gobierna, los verdaderos titulares del poder económico concentrado acudieron nuevamente a los sindicatos “amigos” para intentar reeditar imágenes de un país y un gobierno vencidos por la crisis.
Y no pudieron.
Un paro efectivo es aquel que conmueve en algún punto, los cimientos sociales de la moral pública, más allá y más acá del porcentaje de acatamiento; que desestabiliza el orden del Estado, lo zarandea, lo provoca, lo conmueve, lo hace trastabillar ante los ojos de todos.
Y nada de eso ocurrió.
En consecuencia, el paro fue un fracaso no sólo por su escaso volumen de adhesión, sino porque no pudo mover el amperímetro de las relaciones de fuerza entre el polo representado por el gobierno de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y  el de sus más acérrimos enemigos, que son los fondos buitres y ese poder financiero global que, cual piromaníaco serial, sigue incendiando las praderas del mundo.
En esa contradicción sigue afincada la puja principal de estos tiempos. De tal manera que las fuerzas políticas, empresariales y mediáticas que detentan aquí el poder de los buitres de afuera, usaron al sindicalismo opositor en beneficio de sus propios intereses.
Vamos mejorando: antes usaban los cuarteles.
Situar el análisis del paro en el marco de la razonabilidad y la legitimidad de los intereses de la clase trabajadora, es no entender la complejidad de las fuerzas dispares que confrontan en esta coyuntura nacional e internacional.
No vayamos por ahí porque le estaríamos errando el vizcachazo.
Tampoco se trata de la chicana fácil contra una burocracia sindical que, de tan anacrónica, se ha quedado sin tono muscular siquiera para sostener un pliego de reclamos laborales.
La decisión de parar el país no está en las terminales de los sindicatos involucrados, sino en las guaridas financieras del poder real. Son ellos los que fracasaron. Los dirigentes sindicales de la oposición, como sus pares partidarios, hace rato que se vaciaron de alma y de sentido. No tienen propuestas porque no tienen un proyecto de país propio. No brindan alternativas y mucho menos alternativas superadoras al actual proceso político, porque no tienen voluntad de pensar por sí mismos. Actúan por reflejo lector. Ni siquiera hace falta que los llame Magnetto o Paul Singer para bajarles línea. Con sólo leer los titulares de Clarín o La Nación arman su hoja de ruta para el próximo día.
Como desarrolló magistralmente el ministro Axel Kicillof en el Consejo de las Américas ese mismo jueves, la Argentina debate su destino de libre o colonizado en un mundo en crisis permanente desde el 2008.
Hace mucho frío afuera. Llueve y graniza. Soplan vientos huracanados de un confín al otro con la velocidad de un rayo. La desesperanza y el pesimismo están de moda en la vieja Europa. No hay salidas. No hay vías de escapes. Sólo hay resignación para seguir alimentando la crisis con más crisis.
Si esto sigue así, habrá que pensar seriamente en mudarnos de planeta.
Sólo queremos subrayar que a diferencia de otras épocas doradas, nuestro país no puede ni debe hacerse los rulos pensando que con su sola voluntad será suficiente para torcer los términos de intercambio con el mundo. Hay que mirar y cuidar más que nunca lo que tenemos adentro de nuestras fronteras, no para aislarnos de nada ni de nadie, sino para fortalecernos en el capital acumulado por el pueblo y el Estado en estos últimos años.
Miremos sobre un planisferio la ubicación de Argentina para ubicarnos mejor en el análisis de perspectiva que estamos proponiendo “para la cartera de la dama y el bolsillo del caballero”.
Al norte final del continente y a la derecha de la pantalla, la antigüedad del Atlántico que nos compraba, que nos esquilmaba, que nos invadía, que nos colonizaba, que nos vendía baratijas por unas monedas.
Más abajo y a la izquierda del mapa, el nuevo mundo de la América Latina y el Pacífico que nos espera para las próximas centurias junto a China, Rusia, India y los países emergentes.
El temblor actual se explica justamente por el corrimiento de los océanos en la nueva distribución del poder mundial.
La Argentina ya eligió su destino y su lugar es ese mundo que llega.
La oposición, decíamos, es tan patética que al no comprender estos cambios profundos en el devenir histórico, descarrila de la historia y en su decadencia hace descarrilara todos sus vagones.
Allá ellos. Pero que no se metan con nuestros vagones recién comprados para bienestar del pueblo.
Atrás de todo esto asoma otro fracaso aún mayor para el poder colonial: el de los fondos buitres y el juez Griesa ante el orgullo nacional de la Argentina.
El gobierno de Cristina logró parar la ofensiva de esos fondos que venían invictos de otras partes del mundo. Y este no es un dato menor.
¿Somos conscientes que el gobierno de los argentinos se enfrenta al más malo del barrio y de la aldea global?
¿Somos conscientes que venimos de enfrentar al ALCA y a la ominosa deuda externa manejada por los organismos financieros internacionales tan poderosos como el FMI y plantar bandera frente al acoso de un default prefabricado como el que sufrimos en el 2001?
Lejos de dormirnos en los laureles habrá que armarse de convicción y optimismo porque la patria, cuando amanece, nos precisa alegres y esperanzados.
Habrá que recordar también, para ajustar las flojeras y evitar la desmemoria, que el kirchnerismo es hijo del 19 y 20 de diciembre de 2001.
Y que a ese país ya no queremos volver nunca más.



 Miradas al Sur, domingo 31 de agosto de 2014

domingo, 24 de agosto de 2014

Ese indigno espíritu de partido


En política, como en la vida, te podes equivocar una y mil veces. Podes cambiar de opinión y contradecirte. Podes avanzar y retroceder y volver a avanzar. Podes ser optimista en algunas  ocasiones y pesimistas en otras. Podes ser piñón fijo con algunas convicciones y bailarín del Colón en cada coyuntura.
Lo que no podes hacer, ni en la política ni en la vida, es traicionar a la patria que te parió, que te alimentó, que te crió, que te educó, que te dio un carné de identidad ante tu descendencia, tu barrio, tu pueblo, tu país y el mundo.
Todo nos está permitido, menos traicionar a la patria.
En esta coyuntura contra los fondos buitres y el juez Griesa lo que se pone en juego, una vez más, es qué queremos ser y hacer con esta patria que somos desde hace ya 200 años de historia.
Nunca estuvo más claro que ahora la delimitación de los bandos en pugna: esa vieja puja entre la patria y la colonia. Quizá el antecedente más cercano  sea el 45 del siglo pasado entre Braden o Perón. Pero aun allí, convengamos, había razones para que muchas almas inocentes se confundan y duden.
¿Pero dudar ahora con los milenarios pueblos de Grecia, España, Francia, Italia y Portugal hambreados y aprisionados por las mismas sentencias de los buitres y las políticas neoliberales que nos hambrearon a nosotros en el 2001 con Cavallo al frente?
¿Dudar ahora que el  93 % de los acreedores de la deuda externa contraída por gobiernos anteriores les  dan la razón a la Argentina y siguen aceptando las condiciones del canje del 2005 y el 2010?
¿Dudar ahora que los enemigos de nuestro desarrollo están bien identificados, con domicilio particular en las islas Caimán y domicilio judicial en el despacho de Griesa en Nueva York?
No podes. No podes confundirte. Salvo que lisa y llanamente estés jugando en el bando enemigo.
Al pan, pan y al vino, vino.
La Presidenta de unos 40 millones de bandidos, según los buitres, nos da la certidumbre de avanzar siempre por el mismo carril: el de la defensa de la soberanía, la dignidad y el bienestar de los argentinos. No te cambia la veleta según soplen los vientos. Podrás estar de acuerdo a veces y menos o nada en otras tantas veces. Pero en esta disyuntiva entre la patria o los buitres, no hay mucho lugar para la duda.
Permítannos convocar a don José de San Martín para que nos ilumine.
Sostiene el ilustre correntino en carta fechada en Boulogne sur Mer, Francia, el 2 de noviembre de 1848 dirigida al “Excmo. Sr. Capitán general D, Juan Manuel de Rosas” felicitándolo por la digna defensa nacional desplegada en el Combate de la Vuelta de Obligado, el 20 de Noviembre de 1845, contra la flota anglo-francesa, la más poderosa del mundo por entonces:
“Mi respetable general y amigo:
A pesar de la distancia que me separa de nuestra patria, usted me hará la justicia de creer que sus triunfos son un gran consuelo a mi achacosa vejez. Así es que he tenido una verdadera satisfacción al saber el levantamiento del injusto bloqueo con que nos hostilizaban las dos primeras naciones de Europa; esta satisfacción es tanto más completa cuanto el honor del país, no ha tenido nada que sufrir, y por el contrario presenta a todos los nuevos Estados Americanos, un modelo que seguir y más cuando éste está apoyado en la justicia. No vaya usted a creer por lo que dejo expuesto, el que jamás he dudado que nuestra patria tuviese que avergonzarse de ninguna concesión humillante presidiendo usted a sus destinos; por el contrario, más bien he creído no tirase usted demasiado la cuerda de las negociaciones seguidas cuando se trataba del honor nacional. Esta opinión demostrará a usted,mi apreciable general, que al escribirle, lo hago con la franqueza de mi carácter y la que merece el que yo he formado del de usted. Por tales acontecimientos reciba usted y nuestra patria mis más sinceras en horabuenas.”
Tiempo después de su muerte se sabría que en su Testamento, el General había legado su sable corvo de Libertador a Don Juan Manuel de Rosas por los mismos conceptos que motivaron aquel texto.
Antes de esa carta, San Martín escribió a Rosas el 10 de julio de 1839: “Lo que no puedo concebir es que haya americanos que por un indigno espíritu de partido se unan al extranjero para humillar a su Patria y reducirla a una condición peor que la que sufríamos en tiempo de la dominación española, una tal felonía ni el sepulcro la puede hacer desaparecer”.
Y mucho antes aún, en carta a Godoy Cruz del 12 de mayo de 1816, escribe San Martín: “¿Y quién hace los zapatos me dirá usted? Andemos en ojotas, más vale esto que nos cuelguen y peor que esto, perder el honor nacional”.
De tal pensamiento sanmartiniano, estos amaneceres.
“La Presidenta habla por cadena nacional e impone la agenda política”, escriben como resignados ciertos analistas.
“La Presidenta da lecciones de orgullo nacional, mientras los opositores dan vergüenza ajena”, murmuran algunos comentaristas.
“La Presidenta enfrenta a los poderosos buitres del capitalismo financiero, mientras los opositores se enfrentan entre ellos”, se lamentan otros.
Con este panorama ¿quiénes son los verdaderos bandidos? ¿Los que quieren pagar sus deudas o los asaltantes de la diligencia a plena luz del día? ¿Los que defienden los intereses del laburante, del profesional, del empresario nacional y del comerciante o los que quieren empujarnos nuevamente hacia el infierno como en el 2001?
No nos podemos equivocar esta vez; porque no hay derecho a equivocarse cuando hay tanto honor mancillado a la vuelta de la esquina de la historia.
De la batalla contra la flota neoliberal se ocupa el gobierno de Cristina, visto está; pero de los buitres de adentro, se deben ocupar y preocupar los ciudadanos todos.
Estamos decidiendo nuestro destino colectivo y por tanto, hay que saber guardar en la memoria estos días que corren. Ninguna propaganda electoral futura será superadora de la actitud que los candidatos asuman ahora.
Habría que guardar los recortes de los diarios de estos días para volverlos a leer el día que vayamos a votar al cuarto oscuro.

Miradas al Sur, domingo 24 de agosto de 2014




domingo, 17 de agosto de 2014

El día que San Martín nombró a Malvinas


Este 17 de Agosto sucederá un hecho emotivo y decisivo para la historia malvinera y de la patria toda: el Museo Malvinas, ubicado en el Espacio Memoria y Derechos Humanos, en la ex Esma, inaugurará una instalación museológica con la carta que José de San Martín enviara el 14 de agosto de 1816 al gobernador de San Juan transmitiendo un oficio del ministro de guerra, Luis Antonio Beruti, por el que se disponía ofrecer la libertad a los presos en distintas prisiones del territorio argentino, entre ellas la de Malvinas, a cambio que se incorporen a la causa pública.
Eran los días en que el Libertador formaba contra viento y marea el heroico Ejército de los Andes y  para tal fin convocaba a los negros libertos, a los criollos, a los indios y a los presos que querían redimirse de sus condenas sirviendo a esa patria que venía amaneciendo por su costado norte.
El hallazgo de esta carta vincula por primera vez en un escenario mayor, el nombre del Padre de la Patria con la defensa soberana de nuestras Islas Malvinas.
La lectura es sencilla y conmovedora: San Martín sabía de Malvinas y la sabía integrando el territorio nacional. Tiemblen aquellos mitristas de cualquier pelaje que enarbolan la imagen edulcorada de un Libertador que sólo sabía del arte de sables y fusiles y que jamás se metía con los asuntos internos de los criollos.  
Alguien que como él supo construir un Ejército americano con la doctrina de “un pueblo en armas”, convocando para tal noble misión a todos los argentinos sin distinciones sociales, aunque privilegiando el compañerismo con los más humildes, tenía que nombrar en algún momento a Malvinas como parte natural de nuestro territorio.
El Museo recientemente inaugurado por la Presidenta y por la ministra de Cultura, Teresa Parodi, realizó la investigación y desde hoy podrá exhibir su resultado con verdadero orgullo.   
En estos días donde la Argentina libra la más bella y al mismo tiempo corajuda batalla cultural contra los fondos buitres, es útil y necesario repasar la verdadera historia de este país que somos desde hace 204 años.
Somos patria y estamos hecho de memoria; que nada ni nadie pretenda disociar estos dos elementos constitutivos de nuestra identidad nacional.
El mundo es otro y lo sabemos; pero las condiciones adversas con las que la idea de patria se forjó a lo largo de estos dos siglos siempre fueron semejantes. También ahora hay que “cruzar los Andes” para derrotar a los buitres, los de afuera y los de adentro, que sólo buscan la caída vertical del desarrollo alcanzado por nuestro país.
No se trata de una coyuntura más donde caben alegremente todas las miradas y todas las voces de la democracia. No hay lugar para las ambigüedades y mucho menos para las pretendidas poses de neutralidad.
O estás con San Martín o estás con los godos. O estás con los buitres o estás con la patria, como señalaron Hebe de Bonafini y Andrés Larroque hace unos días en el acto del Luna Park.
La última lección  pedagógica sucedió el último jueves con el brillante discurso de la Presidenta en la Casa Rosada. Habría que leerlo, releerlo y difundirlo por todos los rincones del país.
Y mire usted que interesante: mientras sucede esta batalla, fronteras adentro, la crema del rico empresariado local y políticos como Binner y Massa salieron con los tapones de punta contra las medidas que en defensa del consumidor adoptó el gobierno. Es como si los especuladores olieran que de esta instancia histórica el proyecto nacional y popular, en general y el gobierno de Cristina, en particular, salen más que fortalecidos. Y  temen que sigan perdiendo privilegios en nombre del país inclusivo que se construye desde el 2003. Critican por eso y no sólo porque el Estado cuida como pocas veces antes las góndolas de los hipermercados. Le ponen la traba a un país que sigue su marcha en medio de un mundo que se sigue cayendo por la aplicación de políticas neoliberales.
Haga usted el ejercicio de releer las portadas de diarios europeos de enero pasado. Descorchaban botellas anunciando el fin de la crisis económica y financiera en la eurozona. Mira lo que quedó: esta semana se anunció oficialmente que Alemania volvió a caer, que Francia se estancó y que Italia cayó nuevamente en recesión.
Mientras la crisis capitalista siga siendo manejada por los bancos, los fondos de inversión,  las calificadoras de riesgo y toda esa menesunda llamada capitalismo financiero, el mundo alargará su agonía, pero no superará su enfermedad estructural.
Los economistas de fuste lo saben muy bien y lo dicen mejor.  
Desde la observación política habrá que advertir y se tendrá que admitir, seas o no simpatizante kirchnerista, que el gobierno argentino lidera la posición liberadora de los pueblos sometidos a la voracidad de esos capitales. Hay que juntar mucha masa crítica en defensa del gobierno para seguir volcando la balanza de la distribución de la riqueza en favor de los que menos tienen. Y para eso hace falta militancia y convicciones.   
La relación de fuerzas que construye el gobierno nacional pulsea con los titulares del poder concentrado, como alguna vez llamó Cristina a los empresarios de mayor capacidad de decisión, mientras defiende el interés colectivo.   
Todos los argentinos que queremos verdaderamente a la patria, deberíamos ayudar entonces a consolidar y acrecentar las fuerzas que representa el gobierno y no andar con dobleces ni medias tintas.
Qué vergüenza la oposición que sólo se mira en el espejo de su narcisismo.
Viendo el panorama del mundo y de la Argentina real descripto antes, no habría que reírse por lo que dicen Massa, Macri ni por la riña de gallos entre Carrió y Solanas.
Habría en cambio que pensar muy seriamente qué sería de nosotros, simples mortales de a pie, si esta oposición llega un día a gobernarnos.
Es 17 de Agosto, un día sanmartiniano.
Atrás quedó aquel 30 de julio cuando la oposición mediática y algunos empresarios,  pronosticaban el derrumbe para nuestro país si no cumplíamos a rajatabla el fallo del juez Griesa.
La historia ya los condenó.    


Miradas al Sur, domingo 17 de agosto de 2014

domingo, 10 de agosto de 2014

Amada Laura


El kirchnerismo  vino a resignificar muchos contenidos políticos y culturales en la Argentina y en la región.
Después de tanta sangre derramada en la larga noche de la dictadura y después del  vertido de odio que los sectores dominantes ejercieron y ejercen sobre el cuerpo de esta sociedad, hoy podríamos acuñar una categoría bautizada por el pueblo en el siglo XXI: el amor es el partero de la historia.
No es la violencia ni la crispación constante ni la desesperanza ni la dócil subordinación al poder financiero, sino el amor. Y esta sí que es una marca registrada en el orillo del proyecto nacional, popular y democrático.
Si no hubiese sido así, si el kirchnerismo y su militancia hubiesen respondido con el “ojo por ojo y diente por diente”, o se hubiesen rendido a los buitres de adentro y de afuera, este país sería un país inviable e incendiado.
Hay momentos en la historia que marcan un punto de inflexión en el largo derrotero que recorren los pueblos. La Argentina vivió una buena parte de esos momentos con tres magnas muertes: la de Evita, la de Perón y más recientemente, la de Néstor Kirchner.
La muerte de Eva Perón fue un cuchillazo de dolor en el corazón de los humildes del que les costó una vida recuperarse. Inauguramos entonces nuestra condición de huérfanos de Evita.
La muerte de  Perón, junto al tremendo dolor que causó en el grueso de la sociedad, provocó una sensación de incertidumbre y vértigo que muy pronto se demostraría real y atado rigurosamente a las condiciones de vulnerabilidad en que se encontraba un pueblo al que lo venían acosando los sables y las metrallas de la dictadura.
La muerte de Néstor Kirchner, en cambio, fue un aullido de dolor popular pero que anunciaba al mismo tiempo, el parto definitivo de una nueva generación de jóvenes decididos a participar de “la causa pública”, como llamaba San Martín a su gesta libertadora.
No nos sentimos huérfanos ni tuvimos nauseas por ningún miedo al vacío porque la sola presencia de Cristina, su entereza, su coraje, su mano firme en el timón del Estado, su liderazgo, alfombró la entrada a este tiempo de logros colectivos y donde cualquier acechanza, externa o interna o ambas a la vez, choca con la certidumbre del  hombre de a pie de que esta vez el país es presidido por gente que tiene convicciones y una Presidenta que se parece a su pueblo.
Es en este tramo de la historia que aparece Guido.
Como si esperara para abrazarse con su abuela que Videla y Massera se hayan ido por los albañales de un presidio,  con cientos de genocidas presos y juzgados y con un gobierno que hizo de la Memoria, la Verdad y la Justicia,  una política de Estado.
Guido no apareció en cualquier momento, sino cuando el destino colectivo que escriben los pueblos silenciosamente, quiso que apareciera.
Y  si aquellas muertes magnas que mencionamos antes marcaron un punto de inflexión, una bisagra histórica, la aparición de Guido fue un rayo luminoso en el cielo despejado de un país que siempre está naciendo.
Algo maravilloso pasó esa tarde y esa noche y se niega a partir de nuestros ojos llorosos desde entonces.
¿Por qué nos emociona tanto? ¿Por qué nos conmueve tanto? ¿Por qué nos alegra tanto? ¿Por qué nos une tanto?
Quizá sean muchas las razones, pero nos animamos a pensar que quizá  la razón principal sea que el Certificado de Nacimiento de Guido firmado por un pueblo entero ese martes  5 de agosto, es el Certificado de bautismo del país inclusivo que ha venido a nacer de una vez y para siempre.
Guido es portador de una noticia reveladora: la dictadura civil y militar ha sido derrotada en el más sublime y estratégico escenario donde se definen los tramos largos de la historia de los pueblos, el campo de la batalla cultural. Para decirlo de otro modo: el abrazo de Guido con su abuela Estela es la victoria popular en esa batalla.
Decía Roque Dalton, el poeta salvadoreño, que “el amor es una categoría política”; pues bien, los que vienen atrás, los que siguen ladrando, tendrán que acostumbrarse a aceptar que este reencuentro con Guido, como el amor, también es una categoría política.
Es que si no lo decimos así, con esta certidumbre de la pasión, corremos el riesgo que algún distraído se crea que las cosas suceden por que sí, por puro azar.
El día que Néstor Kirchner descolgó los cuadros, Estela empezó a coleccionar portarretratos para cuando apareciera su nieto.
Kirchner lo decía a menudo: “más temprano que tarde Estela y todas las abuelas recuperarán a los hijos de nuestros compañeros asesinados y desaparecidos”.
Está pasando nomás.
Y  queremos hablar de Laura y de Walmir, los papás de Guido; es decir, queremos rendir nuestro homenaje a esa generación diezmada que hoy volvió a tener nombre propio.
Es otro logro del kirchnerismo: sacarlos del oscurantismo que sembró la dictadura sobre su memoria. Supieron luchar y traerlo a Perón junto a su pueblo, pero también supieron aprovechar en apenas 5 horas para infundir el amor en el hijo que sabían iba a ser secuestrado. Esas 5 horas de amor intenso de Laura con su niño en brazos le alcanzaron a Guido para encontrar la huella que lo devuelva a su vientre familiar.
En honor a Laura y a Walmir y a todos ellos, nació entre llantos, como son los nacimientos, este pequeño poema para Laura, para nuestra amada Laura.
Lo queremos compartir  como quien levanta el vaso para brindar por la vida, que de tan poderosa, siempre se impone a la muerte:   
"¿Ya puedo irme a dormir, mamá?" preguntó Laurita.
"¿Verdad que puedo irme a descansar y a curar mis heridas y a seguir volando con mis compañeros?"
"Fíjate que haya comido bien, mamá y que no se descuide con el abrigo", recomendó Laurita.
"¿Hizo todas las tareas de la escuela? ayúdalo mamá”
Dormí Laurita, compañerita Laura, amada montonera, amada compañera peronista, amada revolucionaria, ahora podes descansar y volar y cantar y seguir soñando.
Guido, tu Guido, ya está con nosotros, en el mismo regazo que acunó tu infancia.
Avísale a Walmir para que esté tranquilo y a todos los compañeros que andan por allá.
Amada Laura...   

Miradas al Sur, domingo 10 de agosto de 2014


domingo, 3 de agosto de 2014

El sombrero de Braden


Corría el mes de julio de 1945. El embajador norteamericano Spruille Braden, con la frescura de los búfalos, ya había soltado su propuesta cuando Perón giró  la cabeza  elegantemente y lo miró fijo a los ojos. El representante de los EE.UU. había dicho que toda la campaña mediática contra Perón se esfumaría con un chasquido de sus dedos si Perón accedía a darle el manejo de la economía argentina a los poderosos intereses que él representaba.
Perón entonces le preguntó: “¿Sabe cómo le dicen en nuestro país  a los que se entregan al poder económico que usted representa?
“No”, respondió Braden.
“Hijos de puta”, le aclaró Perón.
Braden ofuscado se levantó de su silla y partió raudamente sin saludar siquiera.
En la huida intempestiva, se olvidó su sombrero; hecho que le causó mucha gracia a Perón que jugó un buen rato con la prenda antes de ordenar que se lo devolvieran al embajador.
Hay veces en la historia de los pueblos, como esta que aquí contamos, que la vida se divide entre malas personas y buenas personas, entre leales a la patria y traidores a la patria.  Y es eso lo que venimos viviendo en los días que corren.
La explicación didáctica y pedagógica del conflicto argentino contra los fondos buitres y el juez Griesa, ya lo brindan de manera brillante e insuperable el ministro Axel Kicillof y la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner. 
Nos queda a nosotros, partecitas de un pueblo que se ha puesto de pie, arrimarnos al fogón del pensamiento para saber dónde estamos, quiénes somos y quiénes son los enemigos. Pero por sobre todo saber dos cosas esenciales: qué pretende el capitalismo financiero global con la Argentina y qué pasos debemos dar nosotros de ahora en más.
Repasemos un poco.
El 19 y 20 de diciembre de 2001 la Argentina se cayó. Mejor dicho, la empujaron para que se caiga, muchos políticos, banqueros, medios de comunicación corporativos y  los buitres de adentro y de afuera. Pero hay que decir también que allí se gestó la matriz social colectiva que le permitió a Néstor Kirchner encarar decididamente desde el primer día de su presidencia en 2003, el nuevo sujeto nacional, popular y democrático del siglo XXI.
El sujeto neoliberal creado en las madrigueras del poder económico desde el 24 de marzo de 1976 empezaba a mirar azorado la reaparición de quienes representaban al hecho maldito del país burgués.
Como la cigarra, el movimiento popular demostraba a propios y ajenos que no está muerto quien pelea.
Y por aquí pasa la cuestión. Por comprender que no sólo están en juego las reservas  del Banco Central, los  500.000 millones de dólares que el país debería pagar en una nueva deuda externa infinita y letal si llegara a rendirse ante los fondos buitres, por los puntos de menos que nos adjudica ese eufemismo maldito llamado “riesgo país” impuesto por las autodenominadas “calificadoras de riesgo”, que no son más que las consultoras mediáticas de esos mismos buitres.
Es algo más que eso.
Lo que está en juego en esta instancia histórica es la maravillosa construcción cultural que América Latina en general y la Argentina en particular han realizado en estos últimos años.
Hay una lógica del poder que se ha impuesto en el viejo mundo y que aquí lo expresan dócilmente con todas las letras los titulares del Clarín y La Nación y sus repetidoras, los discursos de la Sociedad Rural y las declaraciones de muchos políticos opositores que como Mauricio Macri dicen, por ejemplo, que si el juez Griesa dice que hay que pagar, el gobierno debe acatar el fallo y pagar sin más vueltas. 
De tal manera que el neoliberalismo no sólo es un libro contable, con columnas de debe y haber y donde las multimillonarias ganancias financieras se logran con apretar un botón de una computadora o apretar a un gobierno soberano para que deje de serlo. El neoliberalismo, además, pretende ser una nueva cultura global y una nueva forma de razonar sobre las formas que los ciudadanos deciden su destino, su presente y su futuro. Allí está el carozo de la ideología que transmiten los lenguaraces de la corporación mediática, en ese   lugar común que repiten hasta el cansancio los Lanata y los Castro y los Morales Solá: “estamos en default por culpa del gobierno”.
La Argentina rompió con esa lógica de la resignación el día que Néstor descolgó los cuadros de los genocidas y le dijo a Bush que No al ALCA y la volvió a romper ahora cuando se negó a firmar lo que le exigían los fondos buitres en el despacho de Griesa.
Todos los gobernantes que firmaron estos aprietes antes, aquí y en otros países del mundo, lograron ser tratados como “próceres” por los grandes medios, pero serán recordados para siempre como cómplices de haber hundido en la miseria y la desnacionalización a sus respectivos países.
Es necesario repasar los discursos de la Presidenta del jueves último en los balcones interiores de la Casa Rosada. Por allí pasa la vida de los argentinos, de todos los argentinos, piensen como piensen.
Si los buitres buscan derrotar el proyecto de país que gobierna la Argentina desde el 2003 para sumarnos a la triste y oscura lista de los países empobrecidos en el viejo mundo, nuestro país hizo saber al mundo entero que no dará ni un paso atrás en la defensa del camino de desarrollo con inclusión social que recorre desde el 2003.
La historia está demostrando, una vez más, que es en América Latina donde se define esta batalla que antes que económica y financiera es política y cultural.
Y  la historia también demuestra que quien está liderando esa batalla continental por la soberanía, es el gobierno de Cristina.
Hay que mantener la calma. Y estar unidos. Y estar organizados. Nada hay que temer con un gobierno como el que tenemos, con el apoyo de los BRICS y la UNASUR y el MERCOSUR y la CELAC.
Dicen que la bronca de los buitres no es sólo porque no pudieron cobrar lo que pretendían, sino porque sintieron que Kicillof antes de irse de la guarida de Griesa tuvo la gentileza de devolverles el sombrero que el embajador Braden dejó olvidado en el despacho de Perón.

Miradas al Sur, domingo 3 de agosto de 2014