Cuando la Defensora del Público, Cyntia
Ottaviano, miró imperturbable a los miembros de la Corte Suprema y les dijo: “Ahora
es tiempo que la Corte decida ¿Quién es David y quién es Goliat? Para esta Defensoría
del Público no hay dudas, las audiencias lesionadas por una concentración
abusiva, depredatoria y cruel, son el David de esa historia”, la piel de la
democracia se erizó de emoción y de nuevas convicciones.
Es por aquí que podemos y debemos. Adelante,
pues.
Ya habían pasado a exponer, antes de
ella, distinguidos amigos del Estado nacional, es decir del pueblo, y los
defensores del capital monopólico y concentrado del Grupo Clarín.
Pero la claridad y la bravura de esa
mujer que fue capaz de decir tantas verdades en un par de minutossin abandonar
la cordura y la sonrisa, hizo que el solemne silencio que imponía el Palacio se
llenara de voces y aplausos y de una lágrima furtiva, quizá, en nombre de
tantas luchas populares que precedían ese emotivo momento.
Se dio tiempo para transmitir las palabras
que desde el pie vienen reclamando desde
hace muchos años por el cumplimiento efectivo de la ley de medios y para acuñar
conceptos medulares como: “Traigo la perplejidad del público, que espera saber
cuánto tiempo es necesario para la aplicación de una ley antimonopolios. Es
tiempo de terminar con las posiciones dominantes o monopólicas, de considerar
la información como un derecho y no como una mercancía”. Y siguió de modo categórico: “Estamos ante un grupo comunicacional
que cuando tuvo el mandato de informar, silenció un genocidio. La información
pertenece al público, no a los periodistas ni a los empresarios”.
Otra mujer, la Procuradora general de
la Nación, Alejandra Gils Carbó, fue la que coronó brillantemente una audiencia
signada por la defensa deun derecho a la libertad, de un lado y la defensa de
la rentabilidad empresaria, del otro.
En la calle, la gente se iba sumando
hasta llenar la plazadonde al fin de la jornada seguiría emocionándose, esta
vez con las palabras de Martín Sabbatella.
Hoy continuará la audiencia pública.
Después, el reloj caminará con paso de cangrejo para los cortesanos. Es tiempo
de descuento para todos, pero mucho más para quienes se arrogan el derecho de
decidir por sobre la decisión que ya tomaron, hace cuatro años, los genuinos
representantes del pueblo, que son los diputados y senadores de la nación.
“Que dios los ilumine”, les deseó
Cynthia Ottaviano en el final de su conmovedor mensaje.
Y desde el llano agregamos: que dios
y la democracia y la voz del pueblo y la historia y la patria y la Constitución
Nacional y la decencia y la verdad y la ética los ilumine en la decisión que
tomen.
El Argentino, jueves 29 de agosto de 2013
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