La presidenta Cristina Fernández de
Kirchner pasó en cuestión de horas de un Dialogo nacional en Santa Cruz, a una
Conferencia continental para la Proscripción de las Armas Nucleares en América
Latina y el Caribe.
Habría que saber unir ambos momentos
para descubrir la clave común que surge desde allí.
Esa clave común es la incesante
búsqueda de resolver todos los conflictos, sean grandes o pequeños, nacionales
o globales, por una sola vía: la paz.
El discurso presidencial de ayer, en
ese sentido, fue rico en conceptos sobre el derrotero que recorre el mundo
desde hace al menos medio siglo a esta parte. Allí está el texto para su
lectura y análisis. Sólo queremos subrayar la advertencia sobre el holocausto
social, más que el nuclear, que irremediablemente se impondrá si los gobiernos
no trabajan para el bienestar de sus pueblos antes que para aplicar los
anacrónicos e inservibles planes de ajuste recomendados por los organismos del
dios dinero.
Europa no es el camino. Las recetas
del FMI ni del Banco europeo, mucho menos.
En tiempos de la guerra fría, hace
muchos años, se predicaba por derecha y por izquierda, que para ganar la paz
había que prepararse para la guerra. Y así nos fue.
Los pueblos aprendieron de la
dolorosa experiencia transcurrida desde entonces. Pero los sectores más
poderosos, los dueños de ese mundo donde se mezclan impúdicamente intereses
financieros, armamentistas, narcotraficantes y mediáticos, no sólo que no
aprendieron nada del pasado, sino que continúan alimentando y alimentándose de
la hoguera del odio y la desesperanza que ellos mismos encienden.
Hagámonos un par de interrogantes:
¿Acaso se le puede creer al gobierno
del Reino Unido cuando habla de paz y al mismo tiempo sigue invadiendo nuestro
mar en las Malvinas con un arsenal
nuclear capaz de hacer volar a todo el continente en un par de minutos?
¿Acaso se les puede creer a los que aquí
en nuestro país declaman sobre la necesidad de ejercitar el dialogo pero el
único lenguaje que emplean recurrentemente es con el dedo del medio apuntando
hacia arriba y contra todo aquel que piensa distinto?
El empresario Eduardo Eurnekian, uno
de los dirigentes que participó del encuentro entre la presidenta y
representantes empresariales, bancarios
y sindicales en Rio Gallegos, le espetó ayer al aire al empleado de Magnetto,
Jorge Lanata: “Ustedes agrandan todo, ustedes quieren sangre, ustedes no
quieren paz social, dejame de jorobar”.
Digamos que el hombre se hartó de la
prédica violenta de algunos medios y periodistas.
Calma. Hay un gobierno y un pueblo
que hace rato aprendieron que para ganar la paz, sólo hay que armarse de ideas.
Lo dijo ayer Cristina.
El Argentino, viernes 23 de agosto de
2013
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