El diario La
Nación, fundado en 1870 por Bartolomé Mitre, actuó siempre en cumplimiento de
un deber original: ser el guardaespaldas de la vieja oligarquía terrateniente.
Celebremos,
porque ahora derrama ríos de tintas combatiendo a sus enemigos en plena democracia,
pero supo festejar los ríos de sangre derramados en nombre de la “civilización”
contra la “barbarie”.
Que lo
cuente sino el pueblo paraguayo y el genocidio que sufrió con la Guerra de la
Triple Alianza al mando de Mitre.
Que lo
cuente el Chacho Peñaloza y las montoneras gauchas, pasados a degüello por los
coroneles de Mitre por defender la patria federal de sus desvelos.
Que lo
digan los centenares de niños, hombres y mujeres bombardeados en 1955 en Plaza
de Mayo.
Que lo
digan los desaparecidos y asesinados por la dictadura cívico militar desde el
24 de marzo de 1976.
Todas las tragedias que padeció nuestro pueblo, fueron
bendecidas por el diario La Nación.
Y sino que lo diga su actual director, el último de los Mitre, cuando ofendió a la
Presidenta, a la democracia y a los argentinos en un reportaje de la revista brasileña
Veja el pasado año, diciendo entre otras infamias: “Esencialmente,
vivimos en una dictadura de los votos. Es la peor de todas…Es un panorama
sombrío. Nunca habíamos pasado por algo parecido”. Y agregó: “Argentina no es más un país culto…Es un
país con una elite que piensa de una manera y una clase baja que no se informa,
no escucha, no toma conciencia y sigue a la presidente. Cuanto menos cultura,
más votos Cristina consigue”.
Es el mismo diario que saludó a la dictadura de Videla,
Massera, Agosti y que en su portada del 8 de agosto de 1976, cuando aquí se
masacraba, se torturaba y se desaparecía a miles de personas, La Nación titulaba:
“Una imagen falsa de la Argentina. En Europa se desarrolla una campaña que
deteriora el prestigio de nuestro país” firmado por Luis María Bello,
corresponsal del diario en París.
Ese artículo comienza así: “La Argentina tiene mala prensa
en Europa. Entonces, nada es más urgente que una remodelación que la imagen
ofrecida en el extranjero. Se está pagando una pesada hipoteca: tres años de
gobierno peronista han sido tres años de descrédito acumulativo”.
A los Mitre les dolía el peronismo, no el gobierno de Isabel.
Los argentinos aprendimos, pese al diario La Nación, que el
peor de los gobiernos democráticos siempre será mejor que cualquier dictadura.
Ese mitrismo cargado de odio y resentimiento es el que hoy
vuelve a la carga con la banalización del Holocausto y comparando nuestra
democracia con el régimen nazi.
El pasado los condena.
Que lo sepan de una vez: al país violento del mitrismo no volvemos
nunca más.
El Argentino, miércoles
29 de mayo de 2013
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