jueves, 30 de mayo de 2013

El país real de Agustín y Mara



Pasan cosas lindas en el país real de los argentinos.
Pasa la vida en bicicleta y monopatín, haciendo piruetas que arrancan risas y aplausos y encienden estrellas en un cielo de memorias colectivas.
Memorias del país que somos y el país que fuimos y no queremos ser. Nunca más.
Pasan cosas lindas como las de ayer.
Ese niño que se encontró con la Presidenta, es Agustín, el que reclamaba al padre que la quería ver en la vida real y no en la tele.
Ese pibe es una metáfora de la Argentina de hoy.
Va a Plaza de Mayo con la familia y quiere ver a Cristina, pero sin el filtro editado de la televisión, que es una imagen de la vida. Distorsionada, sincera o mentirosa, pero una imagen al fin. Y Agustín traspasa ese espacio con su terquedad de 4 años, pone en tela de juicio a la pantalla chica y logra tocar la realidad y se abraza a Cristina y sonríe como si hiciera un gol de media cancha en el patio de la escuela o en la placita del barrio.  
Y esa niña que ríe satisfecha junto a la Presidenta se llama Mara y es la que dibuja en su casa y en el Cole, con un  trazo largo y fino sobre una hoja, figuras grises y coloridas y que luego las vende para juntar monedas que ayuden a Cristina a comprar más computadoras para todos los chicos del país real.
Mara es hija de un hijo de desaparecidos. O sea. Mara es nieta de abuelos desaparecidos y en cada dibujo los recuerda y los nombra y les devuelve la vida y la libertad en garabatos como ese que, amorosamente, fue de la mano de Carlos Zannini, en la ex ESMA, hasta las manos temblorosas de emoción de la Presidenta.    
Pasan cosas lindas y casi mágicas en esta Argentina de hoy. 
Cuando Cristina dijo en este último 25 de Mayo que no era parte de un modelo económico sino de un proyecto de país y que la Patria es el otro y había que organizarse para ser felices definitivamente, quizás la vida quiso que Mara y Agustín la representen y en ellos dos se exprese la multitud de pueblo que aquel día manifestó su amor y su alegría por lo que construyó en esta década ganada.
Pasan cosas lindas en el tiempo real que vivimos.
En la romántica Venecia los gondoleros que navegan por sus calles de agua, cantan desde ayer la más bella canción cuando pasan frente a esa Evita que nos representa en la Bienal de Arte.
Cristina la presentó ayer como una metáfora del país real cuando dijo: 
“Con su balance definitivo de haber ingresado en la historia, aparece y desaparece en la historia y una y mil veces vuelve. Por eso Eva es la Argentina. Espero que esta vuelta del pueblo en esta década sea la vuelta definitiva y que nadie pueda ultrajarlo, humillarlo y desaparecerlo”.
Si así fuera, ni Agustín ni Mara nos perdonarían.

El Argentino, jueves 30 de mayo de 2013

    



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