martes, 14 de mayo de 2013

La sociedad le habla a la Justicia



La democracia dará hoy uno de sus saltos de calidad participativa más trascendentes en estos últimos treinta años.
Mira lo que te digo.
Cuando la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner cierre hoy por la tarde el Congreso Nacional sobre la Democratización de la Justicia, la sociedad estará dando un brinco hacia un país más justo, más participativo, más transparente y más legítimo.
El encuentro reunirá a magistrados, fiscales, juristas, abogados, legisladores y familiares de víctimas que debatirán sobre los alcances de la reforma judicial impulsada por el Poder Ejecutivo y recientemente aprobada por el Poder Legislativo.
Debatirán los temas que atañen al sistema judicial y que preocupan al conjunto de los ciudadanos.
Decir que participarán, además de las máximas autoridades políticas y judiciales del país, representantes de las causas judiciales más emblemáticas de la Argentina, otorga un certificado de autenticidad ciudadana sin precedentes.
Estarán presentes en los debates Susana Trimarco, de la Fundación María de los Ángeles; Viviam Perrone, de la Asociación Madres del Dolor; Pablo Ferreyra, hermano de Mariano Ferreyra; Sergio Burstein, de la Asociación 18-J y Estela de Carlotto, titular de Abuelas de Plaza de Mayo.
Finalmente, a las 18.30, hablará la Presidenta.
Para quienes eran detenidos por la represión en tiempos de la dictadura, la secuencia “procesal” era siempre la misma.
Si no los desaparecían, los llevaban a la sesión de tortura una y otra vez y al cabo de varios días eran depositados en calabozos de aislamiento en los que recibían la visita del juez y sus secretarios.   
Los jueces sabían todo. Los secretarios también. Eran parte del infierno y su sistema de aniquilamiento. Su función consistía en darle un viso legal a la confesión obtenida a través del “auxiliar” más eficaz que la justicia tenía en ese tiempo: la picana eléctrica y otros instrumentos de tortura medieval.
El juez Abel Córdoba, del Chaco, es uno de los casos emblemáticos de aquel perverso sistema. Su “señoría” escuchó de muchos presos de la dictadura la denuncia angustiante sobre la suerte corrida por sus compañeros en la masacre de Margarita Belén.
Y el juez respondía lacónica y cínicamente: “No es de mi competencia”. Si alguien le aceptaba el argumento, pero que le rogaba que como hombre de justicia traslade la denuncia a otro magistrado para que se investigue sobre tan doloroso hecho, el juez volvía a responder: “No es de mi competencia”.
Ese modus operandi del terrorismo de estado selló el derrotero del sistema judicial hasta nuestros días. Y que nadie se haga el asombrado. 
De allí venimos. De allí empezamos a salir.
Es para celebrarlo.

El Argentino, martes 14 de mayo de 2013




                                                      

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