viernes, 26 de octubre de 2012

Insoportablemente vivo



Gatilló la memoria en el primer paso que dio con el bastón de mando.
Si digo “Proceda”, usted baja los cuadros.
Y dijo “Proceda”. Y terminó la impunidad.    
Néstor Kirchner, que de él hablamos, no será nunca un mero ex Presidente.
Un muerto notable. Un prócer de bronce o mármol. Un recuerdo lejano.
Un adiós en el andén del olvido.
Insoportablemente vivo, dice la militancia con su imagen en las calles del barrio, en la plaza del pueblo, en las paredes que hablan.
Insoportablemente vivo cuando cantan sus consignas, envueltas entre abrazos y buenos deseos.
Néstor no se murió. Néstor no se murió. Néstor vive en el pueblo…
Los enemigos de ese pueblo son enemigos de la democracia.
Y viceversa.
A ellos les hubiese gustado mucho verlo muerto eternamente.  
Y rendirle honores y homenajes, si así cuadra y ordena el protocolo del cinismo.
Pero no.
Néstor Kirchner anda por allí.
Se ríe. Se enoja. La cuida. La mira. La escucha. La ama como siempre.
Y ella que responde gustosa con un beso y un abrazo y una flor y una bandera malvinera, sabiendo que no es posible volver hacia atrás las agujas del reloj.
Los ambiciosos, los egoístas, los mediocres, también hubiesen querido que Néstor sea irremplazable en el recuerdo. Tan pero tan gigante que sea inalcanzable para todos. Menos para ellos, los que inventaron un odioso artefacto que mide la pureza química, por ejemplo, de los que son peronistas y de los que no lo son.
Hace dos años, un 26 de octubre, nos íbamos a dormir dejando todo en orden para cuando llegue el censista. O la censista.
¿Hay café suficiente para convidarles? ¿Hay yerba para unos buenos mates? ¿Compramos galletitas dulces? ¿Están los DNI a mano?
Nos preparábamos para saber, al final de la jornada del Censo 2010, cuántos, cuáles y cómo éramos los argentinos y los que vivíamos en tan vasto territorio nacional. 
Y lo supimos en un solo acto de amor y de dolor cuando escuchamos al día siguiente  que la maldita tele empezaba a decir como un puñal en el pecho: Murió.
No está más. Se fue. No volverá jamás. Se le cayó el alma del cuerpo.
Pero aquí estamos nuevamente. Con todas las banderas. Viendo como Néstor sigue vivo entre su pueblo.
Insoportablemente vivo para los injustos.
Pero viviendo siempre entre los que luchan. Entre los que ríen. Entre los que esperan. Entre los que creen.
Ahora sí, es hora de partir.
Néstor nos devolvió la política, la dignidad y la autoestima como pueblo.
Néstor nos devolvió la alegría y el orgullo de sentir la patria nuevamente.
Néstor nos ubicó en la América Latina para siempre.
Así cantan los pibes de La Cámpora, de toda la militancia. 
Cristina los escucha y sabe que es así. Que Kirchner anda vivo, allá y aquí.  

El Argentino, viernes 26 de octubre de 2012



1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy emotivo, pero real porque muchos millones nos sentimos expresados. Gracias.
Pedro, militante peronista viejo