miércoles, 17 de octubre de 2012

Con las patas en las fuentes



Ahora que el 17 de Octubre del 45 se presenta tan cerca de los tiempos que corren, quizás llegó el momento de decirlo: el peronismo es un movimiento literario de masas, a tal punto que creó la primera persona del plural.
Cuando mojó las patas en las fuentes de la Plaza, mojaba las plumas con que escribiría la verdadera historia.
Quien quiera oír que oiga.
Se dijo ya que los trabajadores, con Perón y Evita, crearon el peronismo como la expresión del movimiento nacional y popular del siglo XX.  
Y es así.  
Pero también hay que decir que el peronismo vino a quebrar la narrativa popular en dos.
Antes y después del 17 de Octubre.
Antes eran los conservadores de la oligarquía y sus testaferros vendiendo un solo relato de la historia.
Lapidario para las clases populares.
Triunfal para los vencedores de las clases pudientes.
Después, el pueblo descamisado resolvió en Plaza de Mayo el conflicto con el sistema político y literario que lo dejaba afuera.
Y empezó otra historia.
Decía Arturo Jauretche: “El país ya era otro país y no quisieron entenderlo. La nueva realidad no cabía ni en el sindicalismo, ni en los partidos políticos preexistentes. El 17 de Octubre, más que representar la victoria de una clase, es la presencia del nuevo país con su vanguardia más combativa…lo viejo no comprendía al país nuevo, tampoco se dio cuenta que ya no podía representar la dirección del país y  mientras discutía sus rivalidades, el nuevo actor tomó posesión del escenario”.
Esta cita formidable de don Arturo, rescatada por Norberto Galasso en su obra “Perón”, complementa esta otra de Leopoldo Marechal: “Me llegó desde el Oeste un rumor como de multitudes que avanzaban…cantando…el rumor fue creciendo y agigantándose, hasta que reconocí primero la música de una canción popular y en seguida su letra: Yo te daré, te daré patria hermosa, te daré una cosa, una cosa que empieza con P: ¡Perón! Y aquel “Perón” resonaba como un cañonazo. Me vestí apresuradamente, bajé a la calle y me uní a la multitud que avanzaba rumbo hacia la Plaza de Mayo. Vi, reconocí y amé a los miles de rostros que la integraban; no había rencor en ellos, sino la alegría de salir a la visibilidad en reclamo de su líder. Era la Argentina invisible que algunos habían anunciado literariamente, sin conocer ni amar a sus millones de caras concretas y que no bien la conocieron, les dieron la espalda. Desde aquellas horas, me hice  peronista”.
“Era el subsuelo de la patria, sublevado”, agregó brillantemente Scalabrini Ortiz.
El pueblo, desde entonces, fecundó la democracia; por eso hoy vuelve a escribir la historia.
Pensándolo así, el 7D también nos habla de esto.
De una democracia en estado de gracia.

El Argentino, miércoles 17 de octubre de 2012

No hay comentarios: