Que apareciera
con vida Alfonso Severo es nuestro primer renglón de alivio.
Preguntarnos
si el hecho tuvo que ver o no con el amotinamiento de prefectos y gendarmes, es
la segunda cuestión.
Alguien
está provocando turbulencias en pleno vuelo de la democracia; es otra reflexión
para estos días.
Algunos opositores
salieron disparados en busca de micrófonos, como si hubiesen recibidos una
orden de Clarín: dejar solo al gobierno ante la estocada.
Los mismos
que habían estampado su firma republicana en Diputados, acudieron en tropel
horas después a TN para enmendar el “error” cometido.
El libreto es
el mismo. Parecen de un mismo partido. Y quizá lo sean.
Todos los
palos son contra el Gobierno.
Los insubordinados
son presentados como proletarios en rebeldía.
La
continuidad de la insubordinación, pese a la pronta respuesta del gobierno, es contemplada
y justificada sin pudor alguno.
El
voluntarismo de otros decía por las mismas horas que “no pasaba nada”, que era
“solo un reclamo de tipo gremial” y que “había que atender todas las demandas”.
Pues bien;
el conflicto protagonizado por las fuerzas de seguridad, aunque disparado por
una justa razón, entró luego en un terreno rayano con la insubordinación
golpista.
¿O cómo se
explica que un uniformado salga a emplazar a la Comandante en Jefe de las
Fuerzas Armadas, la Presidenta de la Nación, “a dar una respuesta en dos horas”?
¿Y de dónde
salen los millones de mensajes que circulan por las redes sociales y al pie de
los diarios Clarín y La Nación llamando a la rebelión total contra el gobierno
elegido por el pueblo en elecciones libres y democráticas?
¿Y desde
cuándo los sublevados contra la cadena de mando de la democracia reciben el
apoyo de sindicalistas como Moyano y Pablo Michelli?
¿Y de dónde
salen estos Senadores del radicalismo que se niegan a firmar una declaración de
apoyo a la democracia?
¿Esta es la
oposición democrática?
Ninguno de
ellos puso en valor la actitud responsable del gobierno.
No hubo
represión. No hubo corporativismo con las cúpulas armadas. No hubo respuesta
destemplada de ningún espacio kirchnerista.
Por el
contrario. La respuesta oficial contra el alzamiento fue la palabra oral y
escrita llamando a la concordia.
Allí están
las paredes de los barrios con su testimonio.
Cuando en
1987 sucedió el levantamiento de los carapintadas de Seineldín y Rico, el
peronismo en pleno brindó un apoyo incondicional al Presidente Alfonsín.
El
radicalismo, en cambio, hoy brinda una solidaridad de bajas calorías.
Algunos
están más cómodos con el monopolio que entrevistó a Rico, justificando a quienes
vivaron a Seineldín.
Mal que les
pese, Argentina seguirá amaneciendo.
El Argentino, viernes 5 de octubre de 2012
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