miércoles, 24 de octubre de 2012

Cuando el pueblo manda




La democracia se ejerce todos los días del año.
Pero hay un día donde el pueblo manda: ese es el día de las elecciones, del voto en las urnas, del cuarto oscuro y del padrón en las escuelas.  
Por esas orillas anduvo ayer el discurso de la Presidenta.
El titular de la Cámara Nacional Electoral, Santiago Corcuera, se expresó en igual sentido.
La presencia de dirigentes radicales, como Leopoldo Moreau y otros, más la del Presidente de la Corte Suprema de Justicia, Ricardo Lorenzetti, dieron un marco  republicano y democrático al acto.
El centenario del sufragio se merecía celebrarlo así, dando cuentas del camino de mayor ampliación de derechos sociales inclusivos desde entonces.
La llamada “ley Sáenz Peña”, la que estableció el voto universal, secreto y obligatorio en la Argentina en 1912, es la ley que abrió las puertas de la inclusión política institucional en el amanecer del siglo XX.
Antes, era la ley de la selva.
Ganaba el que tenía más dinero y poder.
Ganó Rivadavia haciendo votar exclusivamente a los grandes propietarios de la tierra. Ganó Bartolomé Mitre que, según reconocía Sarmiento, hacía votar hasta a los muertos.
Ganó el que pagaba mejor el voto.
Ganó el que infundía el terror entre los electores.  
Ganó el que obligaba a decir a voz en cuello el nombre del candidato.
Ganó el que montaba la mejor ingeniería del fraude electoral.
A esa República oligarca, de fraudes y de terror, Hipólito Yrigoyen llamaba “el Régimen”.
Y contra ese estado de cosas se alzó en revoluciones.
Fueron varios alzamientos comandados por Alem y don Hipólito.
Hasta que la oligarquía, decide abrir las compuertas e impulsar una reforma que implique el voto universal masculino.
El que la dicta es el presidente Roque Sáenz Peña.
Pero el que la logra en verdad, es Yrigoyen con su intransigencia patriota.
Con el viejo caudillo radical, aquella oligarquía pretendió lo mismo que la dictadura de Lanusse quiso hacer con Perón: entramparlo en las redes del sistema.
Ambos líderes populares, Yrigoyen y Perón, aceptaron el desafío y terminaron ganando,  ampliamente, junto al pueblo que los acompañaba.
Sólo los gobiernos auténticamente democráticos garantizan la ampliación del sufragio electoral.
Por eso Eva Perón y el peronismo establecieron que el voto sea un derecho también para las mujeres.
Y por eso Cristina impulsó las primarias abiertas y el voto desde los 16 años.
Los golpes cívico militares en 1930, en 1955, en 1966 y en 1976, por el contrario, impidieron violentamente el libre ejercicio de este derecho ciudadano.
Que el pueblo cante y se exprese libremente todos los días.
Para decidir nuestro destino colectivo, nos vemos en las urnas.
Allí donde el pueblo manda.

El Argentino, miércoles 24 de octubre de 2012

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