domingo, 14 de octubre de 2012

Infancia clandestina en tiempos del 7D



Hay que ir a ver la película de Benjamín Ávila. Después hay que llorar hasta que no queden lágrimas. Después gritar con toda la voz y el alma: “Vivan los compañeros”.
Después hay que recordar y recordarse de dónde venimos todos.
Los de un lado y los del otro.
Infancia clandestina es como Naranjo en flor. Primero hay que saber sufrir, después amar, después partir y, al fin, andar sin pensamientos.
Los dolores de entonces, abonaron estos tiempos de ahora.
No tenerlo en claro, es volver al país que niega el pensamiento, la diversidad y la hora  de los pueblos.
No verlo así, es hacer un culto al olvido y a la desmemoria, que es peor que el olvido.
En ese digno film está una buena parte de esta generación de sobrevida, de sobre muerte, de sobre nada, que recuperó su identidad el día que un Presidente llamado Néstor Kirchner dijo en su acto de bautismo que él era parte de esa generación diezmada y que éramos hijos y nietos de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo.
Qué me van a hablar de amor.  
El 7D está en pleno desarrollo, como diría un maravilloso programa de Telesur.
No es casual que en este país del 7D se remuevan todas las capas geológicas de nuestra conciencia nacional y que una película argentina conmueva a decenas de miles de hombres y mujeres que la van a ver.
Es que en tiempos del 7D, se agitan todos los fantasmas para que no se consume el sueño eterno de la democracia que es recuperar la palabra y la pluralidad de voces.
El enemigo de la República, de la cosa pública, de la cosa de todos y de todas, bloquea la designación de jueces constitucionales en el Consejo de la Magistratura y en simultáneo mueve otras fichas en una corporación que le es amiga y familiar, la corporación judicial y designa jueces de mentirita llamados técnicamente “jueces subrogantes”.
La trampa está tendida por el Grupo Clarín. Ya no hay golpes cuarteleros. Ni falta que les hace. Ahora hay golpes de comité y buffet de abogados bien remunerados. Te cantan truco con un siete de copa.
De nada vale para ellos que haya una Ley votada por amplia mayoría en el Parlamento. De nada valen las cientos de organizaciones que a lo largo y ancho del país se hayan movilizado para elaborarla a cuatro y doscientos manos.
De nada vale que una Presidenta elegida por el voto popular la haya promulgado en menos que canta un gallo para compensar en tiempo perentorio lo que de valor tenía y tiene esa Ley en contenido histórico y cultural.
De nada vale que la Corte Suprema haya dicho Basta y le pusiera un tope para el 7 de diciembre de este año.
De nada valen las formas que hacen a una República como la nuestra.
Para ellos sólo vale el dinero y el poder de dictaminar con fajos de tapas y editoriales mal escritas, lo que se les venga en ganas dictaminar. El poder es eso. El poder es Clarín y sus miles de tentáculos.
Amanece por el diario en papel, sigue por  TN y Twitter con una o dos de sus estrellas, continúa por la radio bien llamada “Mitre” y culminan a todo orquesta con ex sindicalistas combativos, con tigres de papel picado, con antiguos y nuevos derechosos y con los eternos culposos que se suman al tropel. Total, un minuto de fama bien vale tirar la honra a los perros.  
Todo hedor perecerá.
Más tarde o más temprano la verdad y la justicia se abren paso.
Las desbaratadas y ya resueltas maniobras insurrectas de prefectos y gendarmes estafados por sus ex jefes, así lo demuestran.
También es una buena noticia saber que el afán destituyente no siempre está en el hecho sublevado y sus actores de reparto, sino en la interpretación mediática y monopólica que los grandes medios hacen de esos hechos.
Ese es un aprendizaje colectivo que habrá que ahondar en este tiempo del 7D.
Fue la semana de la victoria de América Latina con Hugo Chávez reelegido Presidente de la hermana Venezuela.
Se frotaban las manos los virreyes y alcahuetes pensando que Capriles ganaría y que si así no fuera, encabezaría un despelote de grandes proporciones hasta incendiar Caracas. Nada de esto sucedió.
Ganó Chávez; y Capriles asumió decentemente su derrota mucho antes que lo hicieran, incluso, los opositores y los showman televisivos de la pampa húmeda.  
América Latina sigue siendo una barca que navega a siete nudos en dirección de los vientos que soplan suavemente sobre el continente.
El eje de rotación de estas tierras se corrió el día que Kirchner, Chávez y Lula le dijeron “No al Alca” y a partir de allí, andá a cantarle a George Bush. 
Con esta victoria venezolana, la contraofensiva neoliberal ha fracasado, dice Carlos Zannini; y le sobran razones para estar contento. Pero luego se pone serio y dice que aquí, en la Argentina, el poder monopólico corporativo representado en Clarín, prefiere mil veces sabotear a un gobierno popular antes que cumplir con la legislación. Y advierte que si así ocurriera, no vendrán sólo por Cristina; vendrán por los trabajadores, por la Asignación Universal por Hijo, por el Matrimonio Igualitario.
Vendrán por la buena gente de este pueblo soberano.  
La derecha no descansa nunca en su afán restaurador del coloniaje y la muerte.
Quizá con eso alcance para convencerse que estar unidos y solidarios, más que una consigna, es un imperativo de la historia.
Claro que lo mejor aún está por venir.
Pero debemos ser concientes que lo peor no pasó todavía. Procurarán que caigamos en la provocación una y mil veces. Que perdamos la calma. Que nos fracturemos. Que nos desanimemos.
Pero aquí no se rinde nadie, Moreira.
Este largo día del 7D nos costó una vida entera.
Ya estaban ellos y nosotros cuando secuestraron 500 pibes y desaparecieron 30 mil compatriotas y encarcelaron a decenas de miles y exiliaron otro miles y quebraron el espinazo del país industrial bajo el mando del comandante en jefe, José Alfredo Martínez de Hoz.
Ya estaban ellos y nosotros cuando robaron Papel Prensa para fortalecer las bases del monopolio mediático.
Con una brutal diferencia: ellos eran la dictadura y nosotros, el pibe de Infancia clandestina.
A ese país ya no volvemos. Nunca más. Y nunca Menos.

Miradas al Sur, domingo 14 de octubre de 2012
  






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