Empezamos a transitar el último mes del año y contra la
desesperanza que nos tiran por los medios dominantes, dan ganas de gritar que
este pueblo esta de pie.
Y canta más que nunca.
Quizá sea por la vuelta de Cristina al timón de la nave del
Estado.
Quizá sea por el ritmo vertiginoso que le imprime a su
gestión el nuevo Jefe de Gabinete, Jorge Capitanich.
Quizá sea por el trabajo intenso del equipo económico que
comanda el ministro Axel Kicillof.
Quizá sea por el acuerdo de YPF con Repsol.
Quizá sea por el acuerdo que viene galopando con la
petrolera mexicana PEMEX y el inicio de las exploraciones del segundo
yacimiento no convencional más importante del mundo en Vaca Muerta, Argentina.
Quizá sea por la desocupación que sigue en baja en un mundo
donde sigue en alza la falta de trabajo.
Quizá sea porque el último fin de semana largo se batió un
nuevo récord de turismo local, con hoteles, bares y teatros repletos que
adelantan el próximo verano.
Quizá sea porque varios analistas de nuestra economía
afirman que el país continúa en pleno y franco crecimiento gracias al rol
activo del Estado en la construcción de obras públicas y en Ciencia y
Tecnología y en la industria del Cine y en el Plan de viviendas PROCREAR y en
los subsidios que brinda a la industria y al transporte.
Quizá sea por que llegamos a fin de año con una certeza
nueva: sin Estado no hay República, sin República no hay Democracia, sin
Democracia no hay Nación y sin Nación no hay Pueblo.
Quizá sea por todo esto que hay un lindo clima en las calles
del país y allí donde algunos gobernantes provinciales se van a la banquina, se
nota demasiado.
Antes de esta nueva Argentina mandaban los que disparan a
mansalva desde sus editoriales y tapas domingueras, como las de ayer en Clarín
y La Nación; esos que llaman sin vergüenza a la desesperanza, a la angustia
colectiva, a no creer en nada, a entregarnos mansamente al poder económico
local y multinacional, a descreer del país que venimos construyendo en estos
años, los kirchneristas y los no kirchneristas, a bajar los brazos, a rendirnos
ante los mismos que aquí chocaron el país el 19 y 20 de diciembre del 2001 y
que con sus recetas avalan la tragedia que hoy sufren Grecia, España y tantos
pueblos europeos.
Son lisa y llanamente miserables los que actúan así. Le
están negando a un país entero la posibilidad de sobrevivir y de vivir
dignamente en un mundo capitalista que se vino a pique.
¿Quizá están desesperados porque temen llegar al 2015 sin
alternativa electoral con una oposición que no da pie con bola?
¿O quizá sólo temen ir presos por lo que fueron: jefes
civiles de la dictadura más sangrienta que asoló al país?
El Argentino, lunes 2
de diciembre de 2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario