Ayer, cuando
más golpeaba el calor sobre el asfalto ardiente, una brisa de aire fresco llegó
desde Tucumán: La Corte Suprema de Justicia de esa provincia resolvió revocar
el fallo absolutorio que un Tribunal otorgó anteriormente a la banda imputada
por la desaparición de Marita Verón y disponer, en consecuencia, las penas que
corresponden a 10 de los 13 acusados.
También en
Tucumán la justicia ordenó la detención de otros 7 policías que participaron de
la sedición policial reciente y la vinculación simultánea con los violentos
saqueos que conmocionaron a la población.
La justicia
es posible y necesaria.
Ni el dolor
de Susana Trimarco, la madre de Marita, ni la angustia de los millones de
compatriotas que sufrieron el alzamiento de la policía y la acción criminal de
las bandas que actuaron en varias provincias, encontrarán una reparación hasta
que la justicia castigue con ejemplar sanción a los culpables. Por eso decimos
que es una brisa de aire fresco lo dispuesto ayer por la justicia tucumana. Por
algo hay que empezar y está bueno que haya sido así.
En el país
de la impunidad los criminales nunca iban presos. Por el contrario, desde el
poder que tenían, eran ellos los que decidían a su antojo y conveniencia la
cárcel o la libertad de los ciudadanos.
Ya no es tan
así.
Los
genocidas de la última dictadura están presos, enjuiciados y condenados como
dicta la ley. Y en este país que se enorgullece de ser el país de la memoria,
la verdad y la justicia, todos los criminales deberán rendir cuentas ante la
justicia.
En una
democracia fuerte y decidida a profundizar el cambio y la inclusión social, el
que las hace, las paga.
Si los
recientes sucesos violentos que arrancaron en Córdoba no fueron producto de un
estallido social, de muchedumbres hambrientas en busca de alimentos, pues
entonces fueron y son producto de la criminalidad. Por eso cada bandido que
atente contra la paz social, vista o no vista uniforme, se tendrá que atener a
las consecuencias que dicta la ley en una sociedad civilizada.
Sería
deseable, además, que el sistema democrático encuentre la forma de defender
mejor la honorabilidad y la humanidad del pueblo, en general y de quienes
representan a ese pueblo, en particular.
Los salvajes
ataques contra la Presidenta y contra la memoria de su esposo, el Presidente
Kirchner, no tienen antecedentes en estos 30 años de democracia. Las voces y
las plumas del Grupo Clarín y su socio La Nación son una provocación constante
contra la inmensa mayoría de la población.
¿Qué están buscando?
¿Una reacción agresiva en sentido contrario?
No la habrá.
Sólo la paz es el camino. Así lo quiere el pueblo.
El Argentino, miércoles 18 de diciembre de
2013
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