Al final del
día la imagen en pantalla mostraba al Jefe de Gabinete, Jorge Capitanich y,
bandera argentina de por medio, al Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos
Aires, Mauricio Macri.
A un costado
del funcionario kirchnerista miraba desde su retrato, Rodolfo Walsh.
A la espalda
de Macri, los ojos atentos de Arturo Jauretche.
La
fotografía de ayer tiene el precio de la democracia. Así nomás.
Por que pese
al bombardeo de odio y resentimiento que a diario dispara el monopolio de
medios, Clarín y La Nación y pese al llamado permanente a la discordia y al
desánimo de algunos sectores beligerantes de la oposición, esta vez la Argentina
se pone a la altura de su circunstancia histórica.
Ganó la democracia;
perdió el autoritarismo de Magnetto y de Lanata.
Y perdieron
los cultores de la mano dura contra los pobres y la mano blanda con los dueños
del poder económico concentrado.
En la
conferencia de prensa Capitanich tuvo tiempo para fundamentar los logros
económicos y sociales de la década. Y Macri para hablar de la inflación.
Mientras Daniel
Scioli completaba la ronda del dialogo y Chivilcoy enfrentaba su drama, en Neuquén fue condenado a prisión perpetua el policía
Claudio Salas por un caso de gatillo fácil.
Su víctima
fue el joven Brian Hernández de 14 años.
Los jueces
fundamentaron su sentencia en que el uniformado usó su arma reglamentaria “en
forma innecesaria e irracional” cuando el vehículo en el que se trasladaba el
adolescente no se detuvo en un control policial.
Imagínese.
“Alto, alto”
dice el policía. El automóvil no se detiene porque no escuchó la orden, o no lo
vio, o escuchaba música, o es medio sordo; o por lo que sea, pero no paró.
Y el policía
sin mediar razón, disparó. Y mató.
¿Se imagina
una situación semejante, pero con aviones derribados como quiere Sergio Massa?
Sucedió en Perú
el 20 de abril de 2001.
Una avioneta
Cessna 185 fue interceptada por la Fuerza Aérea del Perú con apoyo logístico de
la CIA y la DEA. La pequeña nave no modificó su vuelo y fue derribada. Cuando
cayó a tierra fueron encontradas muertas en su interior la misionera bautista Verónica Bowlers y su
hija Charity de siete meses y gravemente herido al piloto Kevin Donaldson.
Todos estadounidenses.
No había
drogas ni mercadería ilegal a bordo.
Fue una pena
de muerte sin juicio previo.
Así como condenaron
al asesino de Brian, deberían condenarse socialmente a quienes
irresponsablemente alientan estos crímenes.
Sean contra
peatones, autos o aviones.
La asunción
de hoy de la nueva ministra de Seguridad, María Cecilia Rodríguez y del titular
de la Sedronar, el cura Juan Carlos
Molina, reafirma que el gobierno opta por la vida.
Nunca por la
muerte.
El Argentino, miércoles 4 de diciembre de
2013
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