Se termina
la semana, pero no la tensión.
Hay mucho
golpismo revoloteando como aves de
rapiña sobre una presa doliente. Y esa presa, no lo duden, somos los ciudadanos
de a pie, cualquiera sea nuestra condición social, política, ideológica o
religiosa.
El tablero
mediático de la democracia se ha movido de lugar.
No se usa el
tiempo horario de los medios para reivindicar como se merecen los 30 años de
democracia, ni para apoyar de modo republicano al gobierno elegido por la
voluntad popular, ni para repudiar sin dobleces a los sediciosos que amenazan
la paz social, ni para juntar fuerzas desde bajo las baldosas y gritar muy
fuerte que nunca más otra violación al Estado de derecho.
El tablero
mediático de los grandes medios de comunicación, por el contrario,echa nafta al
fuego. Agita el desorden. Lo agiganta. Lo endurece. Lo disemina como minas
explosivas sobre nuestras cabezas que, de llegar a estallar, nos matarían de
miedo y desmemoria.
Todo empieza
a cerrar.
Amenazas de
huelgas de los camioneros. Cumbre de la patronal rural con Duhalde, Binner,
Macri, Solanas, Cobos, casi todo el arco opositor. Ardientes editoriales de
Clarín, La Nación y la pantalla de TN difundiendo a destajo “las contradicciones
de Capitanich”, mezclado con el supuesto “conflicto social en la Argentina”.
Como si en alguna
cueva alguien escribiera un guión mafioso de fin de año.
No sólo que
no apoyan responsablemente al fortalecimiento indispensable del sistema
democrático, sino que muchos se ubican sin ambigüedades del lado destituyente.
“La culpa de
todo es del gobierno”, vociferan a coro.
¿Qué hacemos
mientras tanto? ¿Nos quedamos mirando la realidad que nos inyecta la
televisión? ¿O nos ponemos todos a debatir la sociedad inclusiva y democrática
que queremos construir? ¿Qué tal si fotografiamos desde nuestras ventanas a los
nuevos maras con y sin uniformes? ¿Qué tal si los denunciamos luego? ¿Qué tal
si memorizamos los nombres de quienes se muestran compungidos, por un lado y
por otro, llaman al odio y la revancha autoritaria?
Es tan
maliciosa la nota sobre Capitanich, como la editorial sobre “el conflicto
social”.
Hay Hambre
Cero en la Argentina. Hay baja histórica en los niveles de pobreza. Hay
crecimiento del empleo. No lo dice “el relato K”. Lo dicen todos los estudios
realizados por Naciones Unidas y otros respetables organismos.
¿De qué
“conflicto” nos hablan? ¿Del que quieren reeditar artificiosamente para
hacernos creer que estamos en el 2001?
No son hambrientos
los que saquean; son delincuentes.
Los días que
se fueron alumbran los días que vendrán si de nosotros depende, ciudadanos de a
pie.
La
democracia nos costó mucho dolor. No es justo retroceder.
El Argentino, viernes 13 de diciembre de 2013
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