“El año se no fue volando”, dice una vecina
en el Super del barrio.
“Y el 2014 viene galopando”, agrega otra. Como
invitando a que escalemos sobre un cajón de manzana que yace en la vereda para
otear el horizonte y así verlo mejor.
“El Año nuevo vendrá cuando tenga que venir”,
pienso para mí.
Ahora es víspera de Nochebuena y las
compras se apuran y los llamados y mensajes al amigo y a la familia que está
lejos.
Todos estamos más buenos en Navidad.
En eso anda este bendito pueblo, con sus
esperanzas y sus planes futuros.
Pero nos ponemos serios cuando alguien comenta
que hay extraños murmurando que vendrán nuevamente por la paz y el arbolito
navideño; por la paz y la esperanza; por
la paz y la familia unida en estos días; por la paz y el reencuentro de los
argentinos en torno a una misma mesa y un mismo proyecto de país más justo e
inclusivo.
“¿Se atreverán de nuevo los saqueadores?”
pregunta un vecino alarmado.
“No creo” le responde otro.
“Que ni se atrevan. Tienen la suerte echada
si lo intentan”, sumo.
Es que ahora hay conciencia de lo que somos
y de los nuevos derechos que
conquistamos desde Néstor Kirchner a Cristina.
¿Por qué algunos políticos opositores no
pueden compartir con el pueblo esta digna alegría de sabernos un país que está
de pie y caminando hacia un mejor futuro?
¿De dónde sacan esa imagen desolada de una
Argentina que felizmente quedó atrás desde que se recuperó el trabajo, la
producción y las rutas se llenan de autos familiares rumbo a la costa, al llano
o la serranía a disfrutar del merecido descanso?
Miren cómo termina el año: la inmensa
mayoría de la población aplaudiendo a la Gendarmería por haberla cuidado en los
días de furia y sedición policial. Y además: la inmensa mayoría, según una
investigación de la Consultora CEOP, condenando a aquellos policías provinciales que dejaron sin
protección las calles y que, incluso, participaron de los saqueos a los
comerciantes.
O sea.
Hicieron todo lo posible, desde diversos
frentes pero quizá desde una sola cabeza, para dañar la paz social de los
argentinos a 30 años de recuperar la democracia. Y perdieron. Y si hoy lo
intentan de nuevo o mañana o cuando sea, volverán a perder. No ante el gobierno
y sus fuerzas de seguridad, solamente.
Perderán ante una sociedad que sólo quiere
que la dejen vivir en paz y poder disfrutar lo conquistado en estos años y
decir, simplemente: “¡Feliz Navidad!”
Cuidemos entre todos los precios de las
góndolas. Es un deber ciudadano. Pero también cuidemos que no nos roben la
esperanza.
Las malas ondas que le tiran a Cristina,
son malas ondas contra el pueblo.
Saberlo así es seguir defendiendo la
alegría.
El Argentino, lunes 23 de diciembre de 2013
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