No
fue una semana cualquiera. Fue una semana donde la respiración de un país quedó
suspendida por una eternidad que duró unos cuantos días.
Desde
el chequeo médicodel sábado, pasando por el cosquilleo
del domingo y llegando al primer parte
médico después de la intervención quirúrgica del día martes, ocurrieron muchas
cosas que resumimos así: la presidenta
se operó y la Argentina se desnudó.
La
historia que venimos construyendo colectivamente en la última década no reniega
de la épica, ni del asombro, ni del
susto en la garganta, ni de la alegría a borbotones. La dolencia de Cristina
fue todo eso. Y lo seguirá siendo hasta verla nuevamente entre nosotros.
Pero
lo peor ya pasó y hoy sentimos que estamos todos convalecientes y evolucionando
favorablemente sin complicaciones, como expresan los informes anunciados por
Alfredo Sccocimarro en las puertas de la Fundación Favaloro.
La
ausencia temporaria de la presidenta sirvió para darnos cuenta, una vez más y
de manera dramática, que ella es la jefa de una nación, más que de un gobierno.
Ella
se enferma y a la Argentina le duelen todos los huesos.
A
quienes la aman, les duele el corazón y
rezan.
Pero
hablemos de los huesos que temblaron en la semana que se fue.
La
Argentina se desnudó porque cada uno fue cada cual en ese breve espacio.
La
corporación del poder económico mediático aprovechó la volada para agitar las
aguas por si pescaba algo.
No
estaba sólo quebrantada la salud de la presidenta; según Clarín, La Nación
y sus socios menores, estaba quebrantada
“la salud de la república”.
Que
lo sepan todos: la miseria humana de escribas y parlanchines bailaba en una
pata mientras la presidenta exponía su cráneo en el quirófano.
Lo
cierto es que Cristina se recupera, el gobierno gobierna y la oposición no da
pie con bola.
En
el medio sucedió un debate televisado donde Elisa Carrió se pareció más
que nunca a Cecilia Pando y Juan
Cabandié reafirmó su condición humana y su inclaudicable compromiso político.
De
Bergman, el candidato del Pro, no podemos decir mucho porque casi no habló.
Cuando
la presidenta vuelva a casa se encontrará con tres novedades mayores:
1)
Los republicanos locales no
pudieron replicar lo que hicieron sus pares de EE.UU. y felizmente, Argentina
tiene su Presupuesto aprobado.
2)
En estos diez años el salario mínimo argentino
se multiplicó por 14 y superó ampliamente el de la región, EEUU y España.
3)
Informes privados, igual que el Banco Mundial, reafirmaron que
la clase media argentinase duplicó en
la última década y que Argentina se destaca por ser el país
latinoamericano con el mayor aumento de
su clase media.
Falta
mucho. Pero el camino es este.
El Argentino, viernes 11 de octubre de 2013
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