A 30 años
de inaugurar esta democracia recuperada y a tres de la muerte del ex Presidente
Kirchner, las urnas se aprestan a recibir nuevamente el voto ciudadano.
Como si los
nombres de Raúl Alfonsín y el de Néstor Kirchner unieran en este día las coordenadas más importantes de la historia
que estamos escribiendo.
Para
celebrarlo, ellos nos convocan a votar y festejar el poder que reside en la
voluntad del pueblo.
Es un
homenaje que nos hacemos entre todos. O entre muchos. O entre las mayorías.
Nada es
casual. Los dos grandes hombres que aquí citamos convocan a la épica y al
compromiso inmanente de la democracia real. Con sus más y con sus menos, con
avances y retrocesos, con virtudes y defectos, ellos fueron los Presidentes que
en distintos momentos y circunstancias señalaron con el dedo índice de la
autoridad legitimada por el pueblo, quiénes eran los enemigos de la democracia
y quiénes los que la sostuvieron siempre.
Ambos coincidieron
en señalar al poderoso grupo económico, financiero y mediático Clarín, como el
verdadero patrón de la vereda en los tiempos que corren; esto fue así desde el
maridaje espurio con la dictadura que les permitió quedarse con Papel Prensa y
constituirse en un poder que está por afuera del Estado de derecho.
Repasar los
andariveles por los que transitó la democracia en estos treinta años o
abreviarlos incluso en esta última campaña electoral, nos da una medida certera
de esta puja que aún perdura.
Tres
círculos de representación, diversos y convergentes, se ciernen sobre el
gobierno nacional, igual que sucede en otros países de la América del Sur.
Imagine
usted la Casa Rosada como centro geométrico político y abra el compás desde
allí.
El circulo
mayor, que va de afuera hacia adentro, de la lejanía hasta nuestro territorio, lo
conforman las fuerzas del capitalismo financiero que desde Europa, los EE.UU. y
en particular desde los fondos buitres, buscan atenazar nuestras democracias
imponiendo a golpes de corridas cambiarias y operaciones políticas mediáticas,
la voluntad maliciosa del poder financiero global.
Ahora abra
un círculo más cercano en relación al centro. Allí tendrá a las poderosas
fuerzas económicas y financieras locales y trasnacionales que operan desde
adentro y desde afuera de nuestro país. Son grandes terratenientes, son bancos,
son cuevas financieras, son medios corporativos nucleados y conducidos por el
Grupo Clarín, son empresarios que prefieren la devaluación y la importación
para hacer lo que mejor saben hacer: apostar al mercado externo y vaciar la
demanda de consumo en el mercado interno.
Por último,
abra un círculo más pequeño y más cercano alrededor del centro político que
expresa la voluntad popular. Son los partidos políticos, los sindicatos, las organizaciones
y agrupamientos de la oposición al gobierno nacional, popular y democrático.
Pues bien,
la mayor obra cultural que deja el kirchnerismo es haber puesto a la luz estos
tres círculos, desnudar el poder real y expresar y defender con uñas y dientes
el poder de representación que emana del pueblo. Se entiende porqué se enfrenta
con el primer y segundo círculo y trata de no antagonizar con el tercer círculo
que representa a la oposición. Sabe que ellos no son el adversario principal
del desarrollo, pero sabe también que ese círculo está íntimamente ligado a los
dos primeros. Esos opositores están colonizados por los dos círculos del poder.
No hablan por sí mismos ni por sus representados. Hablan más en nombre de la
agenda que les dictan los poderes económicos mediáticos, que por los genuinos
intereses que podrían expresar sus votantes.
La
democracia no estará completa hasta que el camino liberador que emprendió el
hombre que se murió un día como hoy se haga eco y verdad en el universo de la
política, ese universo que integran oficialistas y opositores, o para dejarlo
más claro, todos los que hoy se someten a la máxima institución de la
República: la voluntad del pueblo cuando va a las urnas.
Hoy se
eligen legisladores nacionales que compondrán la nueva relación de fuerzas que
tendrá el Congreso Nacional.
Más allá
del bendito lugar común de celebrar este día de plena democracia, habrá que
decir que al final de la jornada habrá ganadores y perdedores. El espacio
político que se quede con la representación mayoritaria en el Poder
Legislativo, será el verdadero ganador. Todas las demás contiendas,
provinciales y locales, serán victorias y derrotas importantes pero
constituirán resultados parciales que sólo tendrán impacto en una primer
lectura. Y habrá que valorarlas como tales. Pero a poco de andar, la realidad sólo
se preguntará quién tiene más bancas en diputados y quién en senadores.
El
kirchnerismo atenderá el resultado de hoy para saber cómo seguirá avanzando en el proyecto de país inclusivo que conduce
Cristina. Si triunfa es una historia, si pierde otra.
En un caso
afinará la sintonía fina entre el Ejecutivo y el Legislativo en torno a las
leyes que precisa el modelo de desarrollo. En otro, tendrá que enfrentar un
Congreso adverso que será capaz, por ejemplo, de dejarlo sin Presupuesto como
ya lo hizo.
La
oposición es un archipiélago que sólo se constituye en continente cuando de
pegarle al gobierno se trata. Antes y después cada cual atiende su juego.
La lectura
plana y geométrica de esta teoría de los círculos, por llamarlo de algún modo,
tiene otra lectura quizás más profunda y menos descriptiva: la batalla de este
tiempo histórico se libra en nuestras cabezas y en nuestros corazones. Hacia
allí van dirigidos los dardos más venenosos de la desesperanza y el pesimismo
crónico que nos tiran diariamente desde los diarios, las radios y la televisión
corporativa.
Hoy es una
linda ocasión para demostrar que somos definitivamente un pueblo libre de
ataduras coloniales y tutorías medievales.
Pensamos y
votamos libremente igual que vivimos y amamos apasionadamente.
Un día la
voluntad popular se tenía que juntar con la memoria y el futuro en el recuerdo
de Néstor Kirchner.
Y ese día
es hoy.
Miradas al Sur, domingo 27 de octubre de 2013
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