Atravesó la Plaza de punta a punta bien temprano. Le llamó la atención la cantidad y la
diversidad de carteles que ya estaban colgados saludando el día. El más
repetido era el que decía: “Fuerza
Cristina”.
Sobre la Pirámide de Mayo un grupo de jóvenes que arribaron
desde Córdoba, según le contaron, desplegaba una bandera con el nombre de
Carolina Scotto, la candidata kirchnerista de la provincia de Tosco y de Atilio López.
Cerca del
Cabildo, otros militantes que habían llegado cuando amanecía, repartían
volantes coloridos de Martín Insaurralde, el candidato peronista en la
provincia de Buenos Aires.
Sobre la
Avenida de Mayo se habían ubicado otros militantes que ofrecían a todos los que
por allí pasaban la propuesta porteña del kirchnerismo con Filmus, Taiana,
Ferreyra y Cabandié.
“Se va a
poner lindo a la tarde” pensó mientras seguía rumbo a su trabajo.
Y la tardecita lo encontró de nuevo cerca
de la Plaza, sin poder llegar hasta
donde él quería.
Era mucha
gente la que estaba allí, la mayoría jóvenes.
Muchos
bombos y banderas y murgas y artistas que
fueron a testimoniar que “aquí no se rinde nadie”, como rezaba un cartel que
llevaban unos pibes de La Cámpora.
El de ayer
fue un Día de la Lealtad como pocas
veces antes. Se pareció mucho más al 17 de Octubre del 45 que al del año
pasado. ¿Por qué? Porque si en aquel bautismo con las patas en las fuentes el
pueblo salió a la calle para liberar a su líder, Juan Domingo Perón, el de ayer
fue para pedir por Cristina y liberar la
verdad secuestrada por los grandes medios corporativos.
Y la verdad estaba allí a la vista de todos: un
pueblo alegre celebrando su día.
O sea.
El peronismo
estaba allí y no en ningún otro lado.
El kirchnerismo
estaba allí y no en ningún otro lado.
Los
candidatos del pueblo de Perón y Evita, de Néstor y Cristina, estaban allí y no
en ningún otro lado.
¿Alcanzará
esa energía desplegada en la Plaza para llevar la verdad al último rincón de la
patria en los días que faltan para las próximas elecciones en apenas 9 días?
Puede que
sí, puede que no.
Pero lo
cierto es que se terminó la mentira de hacer pasar gato por liebre.
El
movimiento nacional y popular se mostró unido y organizado en Avellaneda por la
mañana, en Santa Fe por la tarde, en distintos pueblos del interior profundo,
para culminar a toda orquesta en la Plaza de Mayo vivando a Cristina y al
proyecto de país que ella lidera.
Todos se sintieron protagonistas en la Plaza. Sentían que en su diversidad, ya no son el
subsuelo de la patria sino la patria misma.
Los jóvenes
cantaron y bailaron como los pueblos
antiguos cuando pedían al cielo por la lluvia.
Ayer la multitud, pedía por Cristina.
El
Argentino, viernes 18 de octubre de 2013
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