Enunciar un
paradigma puede parecerse a enunciar una consigna.
Pero es
algo más que una consigna.
Un
paradigma resume y expresa una etapa que se va y al mismo tiempo abre las puertas de una nueva época.
Un
paradigma traza líneas sobre el horizonte, compone una sinfonía de voces y
construye en simultáneo una hoja de ruta.
Un
paradigma es un retazo de la vida y es la vida misma.
Sería
imposible acuñar como paradigma una consigna vacía y abstracta y que no se
brinde generosa como la Cruz del Sur señalando el camino en medio de la noche.
Si hablamos
de paradigmas es por que son enunciados comprobables y universales en su
alcance y en su profundidad.
Nacen de
una voluntad política y culturalmente organizada, pero se convierten en
paradigmas cuando impactan de lleno sobre el pensamiento y el corazón del conjunto
social que, lo sepa o no, construye, deconstruye y vuelve a construir su propia
historia.
Casi sin
darnos cuenta, este pueblo que somos construyó en estos diez años últimos, dos
nuevos paradigmas.
La década
ganada terminó el 25 de Mayo último pasado.
La década a
ganar comenzó esa misma noche.
Pues bien,
la multitud presente en tan magno acto patrio; las 700 mil personas que cubrieron
la Plaza y sus alrededores, 20 cuadras a la redonda; el silencio casi religioso
de ese pueblo escuchando a la Presidenta en su discurso; la masividad
desbordante de ciudadanos que concurrieron autoconvocados para vivir ese
momento sublime en que la historia consuma una comunión que otorga pocas veces:
el encuentro amoroso entre un líder y su pueblo; la inmensa mayoría de ellos
trasladados hasta allí por su propia cuenta y riesgo, conviviendo
armoniosamente con las columnas organizadas de la militancia política-social;
todo este conjunto nacional y popular es el que construyó junto a Cristina los dos
nuevos paradigmas.
“Tenemos
patria” es el primero de ellos.
Imaginemos
un instante haber dicho lo mismo en una mesa cualquiera, diez años atrás. Daríamos
motivo a la chanza y al desprecio y a la condena intelectual por pecar de
románticos y voluntaristas en un suelo infértil.
Por eso
mismo, si hoy la frase se convierte en paradigma es porque con Néstor Kirchner primero
y luego con Cristina, se construyeron los cimientos y las primeras paredes que
certifican innegablemente que ahora sí, tenemos patria. Es decir, tenemos
Estado con memoria, verdad y justicia, tenemos escuelas y universidades,
hospitales y caminos, tenemos unidad latinoamericana, tenemos más trabajo, más
inclusión social y recuperamos, también sin darnos cuenta, el sentido de
futuro. Desde que volvimos a tener patria, en cada hogar argentino se tejen
planes para un mejor futuro familiar.
¿O no es
ahora que planificamos con meses de anticipación nuestras próximas vacaciones y la carrera universitaria que
seguirán nuestros hijos, para poner un ejemplo vivencial y extendido como nunca
antes?
“La patria
es el otro” es el segundo paradigma construido.
Tuvimos que
reconstruir, primero, el sentido de pertenencia a una nación y a un pueblo para
poder compartir, después, sin dobleces ni egoísmos ese mismo sentido con el
otro.
Cuando la
dictadura y el neoliberalismo nos robaron la patria, sólo compartíamos la
resistencia y los sueños de volver algún día a recuperar lo robado.
Y si esto
fue logrado es porque se produjo un salto en el nivel de conciencia social y
del espacio que gobierna la Argentina y la mayoría de los países de la región;
ese salto se expresa en que ningún sector popular se pretende adueñar de lo
construido hasta aquí.
No tenemos,
en este marco, una “patria kirchnerista”, sino una patria de todos y de todas.
Quizá la
historia diga alguna vez que la Plaza de Mayo desbordó, porque hubo un pueblo que
salió a celebrar su década ganada y estos nuevos paradigmas. Y quizás diga
también que ese pueblo advirtió, por memoria histórica, que si no sale a la
calle y no se organiza, un tornado golpista puede barrer del suelo todo lo
construido en estos años con tanto sacrificio.
Por eso este
25 de Mayo fue una nueva bisagra de la historia.
Comenzó una
nueva etapa signada por la defensa y la profundización del proyecto de país que
nos gobierna y por la conciencia de saber que hoy son millones los argentinos que
participan en la tarea, más allá de cualquier aparato sectorial.
Este nuevo
tramo histórico, creemos, se desarrollará en tres planos principales: la
democratización de la justicia, la plena vigencia de la ley de medios y la
consolidación de la unidad nacional, popular y democrática.
Este último
plano implicará la profundización de la unidad entre el pueblo y sus fuerzas
armadas, inaugurando un nuevo perfil de la democracia participativa. La
experiencia vivida en La Plata por la militancia de Unidos y Organizados y las
tropas militares apostadas solidariamente allí, fue un adelanto de este nuevo
perfil.
El otro
adelanto es el nombramiento de Agustín Rossi al frente del Ministerio de
Defensa.
Antes que
se escriba en ningún papel de gestión o debates que resultan a la larga,
bizantinos, lo que se vuelve a demostrar es que la institucionalización de este
proyecto de país, se expresa de modos muy concretos, como los aquí señalados.
Los tanques
ya no salen ni saldrán a las calles para reprimir, sino para transportar
alimentos y ayuda a pobladores afectados por alguna catástrofe natural o construir
un dique o un camino o un barrio de casas populares.
La
democracia cuanto más participativa es, requiere de más poder popular.
Por último:
si tenemos patria es porque Néstor y Cristina supieron dirigir y liderar una
nueva épica y una nueva gesta histórica. No sólo una gestión de gobierno.
Por eso se
entiende el cansancio de la Presidenta cuando reniega de los testaferros de la
desesperanza.
Ellos, tan
colonizados. Nosotros, tan Juana Azurduy.
Ya deberían
saber que sólo un pueblo en armas pudo cruzar ríos y montañas cuando nacía la
Patria. Y que el kirchnerismo, hoy, le pese a quien le pese, es la continuidad
histórica de ese mismo pueblo.
Miradas al Sur, domingo 2 de junio de 2013
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