Sucedió
ayer.
El que
habló rindiendo cuentas ante el Senado de la Nación es el Jefe de Gabinete,
Juan Manuel Abal Medina.
Expresó, desde
el arranque, el orgullo de ser parte de un proyecto político que acaba de
cumplir una década ganada para el pueblo y el país.
Algunos
opositores repitieron el libreto de Lanata. Vergüenza ajena.
Cruzando
apenas un pasillo, los diputados debatían y aprobaban la ley de fertilización
asistida acompañados por numerosas familias esperanzadas.
Minutos antes,
habían rendido un emotivo homenaje a los diputados que fueron víctimas del
terrorismo de Estado.
En esa
parábola que va de la justa evocación de los ausentes al Informe de Abal Medina,
la Argentina demuestra ser un país fertilizado de memoria y de futuro.
Quizás los
desaparecidos, en ese último instante con la luz prendida, recordaron las
palabras de Juan José Castelli al momento de su muerte: “Si ves al futuro dile
que no venga”.
En el adiós
final, quizás Rodolfo Ortega Peña, Diego Muñiz Barreto, Miguel Zavala
Rodríguez, Mario Abel Amaya, Armando Croatto, Bernardo Samuel Villalba y
Leonardo Bettanin, se abrazaron a la historia para pedir, como Castelli en su
tiempo, que el futuro no venga hasta que logre ser más bello que el presente
doloroso impuesto a sangre y fuego por los dictadores.
Amaya, con
sus 41 años, desplomado en la cárcel luego de las torturas infligidas por sus
secuestradores.
Betannin,
asesinado en su casa rosarina, con apenas 31 años.
Croatto, de
33 años, fusilado a mansalva.
Muñiz
Barreto con sus 43 años secuestrado y asesinado por sus captores, entre ellos
un conocido torturador y luego diputado en tiempos de impunidad.
Ortega Peña,
asesinado a los 38 años cerca del Obelisco por la fascista Triple A.
Villalba,
diputado y dirigente obrero azucarero, detenido desaparecido en su Tucumán.
Zavala
Rodríguez, asesinado en su domicilio, a los 36 años de edad.
Y el futuro
llegó.
Cuando
decimos que la política volvió de la mano del proyecto de país liderado por
Néstor y Cristina, estamos diciendo, entre otras cosas, que volvieron ellos,
los que honraron la política con su propia vida.
Julián
Domínguez, presidente de la Cámara, no cabía de emoción cuando su par, Eduardo
de Pedro, Wado, hijo de desaparecidos, dijo en la sesión que “los homenajeados
dieron su vida por sus convicciones” y que “Néstor Kirchner enseñó que quien
llega a la Casa Rosada puede gobernar a favor del pueblo sin responder a las presiones
de las corporaciones. Con este proceso la política recuperó la dignidad: hoy
los políticos pueden volver a caminar por la calle”.
Ojala los
desaparecidos puedan dormir en paz, ahora que el futuro llegó y se parece a sus
sueños.
El Argentino, jueves 6 de junio de 2013
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