Es la vida y sus contrastes la que explica que la Presidenta
dijera: “Siento bronca, dolor e impotencia”.
Lo dijo el mismo día que se entregaban viviendas del Plan
PROCREAR.
Y era el mismo día en que los argentinos sufríamos otro
dolor colectivo.
El choque de trenes en Castelar impactó de lleno sobre la
sensibilidad popular.
El grito desgarrado de los heridos nos recordó con crudeza
lo mucho que aun nos falta para culminar la construcción de un país más justo,
lejos de las mafias enquistadas por adentro y por afuera del Estado y lejos de
los caranchos que aprovechan cada tragedia para reformatearla en un discurso
político, en una editorial corporativa y en un cruce de mangas a esta patria que
hace un tiempo viene siendo el otro.
Una caja negra, tanto en aeronaves como en locomotoras, es
el dispositivo que registra la actividad de los instrumentos utilizados y graba
las conversaciones que se suceden en la cabina de mando.
Habrá que abrir la caja de estos trenes para saber qué pasó
realmente. Si los frenos del tren funcionaban, si las señales funcionaban, si
se invirtió tanto en recambio de vagones y locomotoras ¿por qué no se evitó el
accidente o el siniestro o lo que fuera?
Habrá que ir a fondo, rediseñando de una vez y para un siglo
en más, un modelo de transporte que tenga que ver con este proyecto de país que
ganó una década y que nada tiene que ver con décadas pasadas, dictadura y
neoliberalismo mediante.
Para eso habrá que abrir todas las cajas negras del maldito sistema que aún nos resta superar en los medios de transporte, en la justicia, en los medios de comunicación, en la salud y en el trabajo esclavo que aún persiste en talleres clandestinos urbanos y en el trabajo rural.
Para eso habrá que abrir todas las cajas negras del maldito sistema que aún nos resta superar en los medios de transporte, en la justicia, en los medios de comunicación, en la salud y en el trabajo esclavo que aún persiste en talleres clandestinos urbanos y en el trabajo rural.
Con el genocidio de la dictadura cívico militar se abrió una
caja negra.
Con el gobierno de Menem también, al punto que ahora irá condenado
a parar a la cárcel.
Con el Grupo Clarín y La Nación se abrieron unas cuantas cajas
pero hay que abrir las que faltan hasta llegar a la verdad completa de lo que
sucedió con Papel Prensa. La declaración de Lidia Papaleo, su calvario y su
dolor, es otra forma de abrir esas cajas de la impunidad.
Esta década se llama Memoria, Verdad y Justicia.
Pues bien, habrá que aplicar esa política de Estado a todos
los espacios donde anide la vida.
Sólo por esta senda llegaremos a un mejor destino.
¿De qué valdrían sino las mil y pico de escuelas, las 9
universidades y las miles de viviendas construidas por el PROCREAR si no nos sacamos
del medio a los carroñeros que medran con los argentinos?
Hay que abrir todas las cajas negras que aun restan abrir.
Sin dejar de inaugurar las casas y las escuelas que nos
merecemos.
El Argentino, viernes 14
de junio de 2013
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