La Corte
Suprema le hizo un corte de mangas al proceso de democratización de la
justicia.
“¿Qué es
eso de que el pueblo vote a los miembros de la Magistratura?”
“¿Dónde se
ha visto semejante atropello contra la tutela que ejerció siempre la
corporación judicial sobre la república?”
¿Habrán
pensado así los cortesanos cuando emitían su fallo?
Es un fallo
a medida del viejo país.
Los jueces
del poder establecido, los camaristas de las cautelares, la corporación
mediática encabezada por Clarín y La Nación, la oposición vacía de pueblo y
llena de Magnetto, tienen sus razones para festejar.
Al menos
por un tiempo.
Las
compuertas de la iniquidad están llenas de grietas y el proceso abierto por una
sociedad cada vez más inclusiva, más justa y democrática, ya no se detendrá.
Hace 400
años, exactamente, nacía la Universidad de Córdoba.
Por allí
pasó la historia de nuestro país y la historia grande de América Latina.
Hoy nos
acordaremos del Cordobazo y repasaremos el lapso que fue del 15 al 21 de junio
de 1918 cuando estalló la Reforma Universitaria.
Desempolvaremos
el Manifiesto de los Estudiantes para embellecer la vida con frases como estas:
“Hombres
de una República libre, acabamos de romper la última cadena que, en pleno siglo
XX, nos ataba a la antigua dominación monárquica y monástica. Hemos resuelto
llamar a todas las cosas por el nombre que tienen. Córdoba se redime. Desde hoy
contamos para el país una vergüenza menos y una libertad más. Los dolores que quedan
son las libertades que faltan. Creemos no equivocarnos, las resonancias del
corazón nos lo advierten: estamos pisando sobre una revolución, estamos
viviendo una hora americana”.
“La única puerta que nos queda abierta a la esperanza es el
destino heroico de la juventud”.
“La juventud ya no
pide; exige que se le reconozca el derecho a exteriorizar ese pensamiento
propio en los cuerpos universitarios por medio de sus representantes. Está
cansada de soportar a los tiranos. Si ha sido capaz de realizar una revolución
en las conciencias, no puede desconocérsele la capacidad de intervenir en el
gobierno de su propia casa”.
¿Sentirán alguna vergüenza los opositores al releer el
Manifiesto?
En cada hecho fundante de nuestra identidad los argentinos
nos reconocemos.
Hoy celebramos uno de esos hechos.
Más allá del fallo de la Corte. Y más allá de Solanas
ofendiendo a la juventud; de Macri, De Narváez, Lavagna y De la Sota enfrentándose
como perros y gatos; del radicalismo partido; del progresismo placebo y de la
justicia fallando a favor de la Rural y De Narváez “perdonándoles” una deuda
por 106 millones de pesos.
Más allá de esta mediocridad, la vida continúa su marcha
inexorable.
El Argentino, miércoles
19 de junio de 2013
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