“Preguntad
a la jaula lo que piensa del ala. Os contestará: el ala es la rebelión”.
Estas
bellas palabras las dijo alguna vez Víctor Hugo, no el rioplatense, sino el
escritor y pensador francés.
Cuando el
ministro Julio de Vido y el Secretario General de la Presidencia, Oscar
Parrilli dijeron ayer que en estas próximas elecciones se pondrá en juego la
fortaleza del modelo y el proyecto de país que lidera Cristina, todos los
pájaros del pensamiento se echaron a volar.
De allí que
recostemos la cabeza sobre el hombro del primer renglón para decir, una vez
más, que en la Argentina no hay posibilidades de alternancias democráticas en
un mismo proyecto de país soberano e inclusivo, sino entre distintos modelos de
concebir al pueblo y a la nación.
O elegimos
ser ala. O elegimos ser jaula.
Poética
mediante, es pura descripción lo que hacemos.
Las ideas, o si se prefiere, las no ideas de la oposición, nos remiten inexorablemente a la jaula, es decir, al viejo orden establecido, a la quietud del vacío, al estancamiento de las aguas, al atraso del reloj y el calendario.
Las ideas, o si se prefiere, las no ideas de la oposición, nos remiten inexorablemente a la jaula, es decir, al viejo orden establecido, a la quietud del vacío, al estancamiento de las aguas, al atraso del reloj y el calendario.
Cuando
Sergio Massa dice: “tomamos la decisión de no ir contra nadie”, está diciendo
no vamos a molestar al monstruo, al dragón que nunca duerme, a Clarín, a La
Nación y sobre todo, no vamos a molestar al señor Magnetto. Nos vamos a manejar
respetando los límites que demarca la jaula.
Entre
Chávez y Capriles, eligen ser Capriles. Como Binner.
Por el
contrario, el kirchnerismo es el ala desafiante que agita el aire y levanta el
vuelo, el ala que al liberar derechos, se libera a sí mismo.
En la aldea
porteña el ala en rebeldía tiene nombre propio: Juan Cabandié.
El día que
a todos los políticos, a sus partidos y sus frentes electorales, en lugar de
hojas de Clarín le crezcan plumas para volar hacia un país cada vez más justo,
podremos hablar seriamente de la alternancia democrática.
Pero mientras
tanto, no es serio optar por alternar entre un proyecto de país basado en Memoria,
Verdad y Justicia, de un lado y un mal chiste de Miguel del Sel, la represión de
Macri en el Hospital Borda o el cipayismo ante el extranjero del intendente
Massa, del otro.
Cuando
Martín Insaurralde dijo a horas de ser proclamado cabeza de lista del Frente
para la Victoria en la provincia de Buenos Aires, que pondrá el alma, el amor y
la pasión por seguir cumpliendo todos los sueños que dejó Néstor Kirchner y
continúa Cristina, estaba mostrando ser un dirigente, que a su vez, es militante
de un proyecto colectivo. Con alas.
Por eso agregó:
“Si algún
intendente les dice que esas obras las hizo el solo, les miente. A mí de
chiquito me enseñaron a decir la verdad”.
Y se sabe:
la única verdad es la realidad.
El Argentino, martes 25 de junio de 2013
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