Es el último domingo de invierno
Y como suele ocurrir todos los años, es difícil, casi imposible, que la nostalgia por la estación que despedimos supere a la alegría esperanzada por aquella que viene en un par de días.
Estamos contentos y lo sentimos a flor de piel.
Señoras y señores, a ponerse de pie que está llegando la primavera.
A desplegar las alas como nunca antes. Animarse a volar bien alto, que hay viento suficiente para poder hacerlo.
La Argentina vive lo que América Latina vive en su conjunto. Ni más ni menos. Estamos convencidos que este modelo de inclusión social es un camino de ida, antes que un modelo cerrado y fosilizado; sí, es mucho lo que falta andar, lo que falta reparar socialmente, pero acaso ¿hay otro camino mejor? ¿Hay algún atajo para llegar más rápido? Todas las respuestas remiten al mismo punto de origen: este es el camino.
Con sus idas y sus vueltas, con sus errores y defectos, con las virtudes que tenga. Está claro que enfrente están los mismos del “síganme, que no los voy a defraudar”.
Y desde el otro costado opositor, el “dicen que soy aburrido”.
En la semana que termina, “Ricardito” Alfonsín, como lo llama Carrió, muy suelto de cuerpo afirmó que el peronismo federal (el que comanda Eduardo Duhalde, obviamente) no está en condiciones de gobernar el país. Y por supuesto, Felipe Solá, le respondió con igual sentencia. Lo que se dice, intercambiaron gentilezas.
Es la primera vez y quizás no sea la última, que coincidiremos con ambos al mismo tiempo.
A ambos sectores del Grupo A les resultará muy difícil sacarse el lastre de encima que los identifica más con el pasado que con el futuro promisorio que queremos seguir construyendo.
Pero además porque, ligados como están al Grupo Clarín, hacen todo lo posible para parecerse cada vez más como la cría del neoliberalismo que este gobierno dejó atrás. Es triste y desolador el rol que dentro de ese espectro cumple la progresía más preocupada por ubicarse lejos y en contra del gobierno pero sin prurito alguno para abrazarse con los que representan a los patrones rurales, por ejemplo.
En ese universo opositor todo es negativa contra el gobierno y sus políticas sociales y en el entretiempo, todo es rosca y contra rosca de puro tacticismo electoral. No se les cae una idea superadora para aportar a la superación de la realidad actual de los argentinos. Como si tuvieran en el hemisferio izquierdo de su cerebro, una urna así de grande y en el hemisferio derecho, la agenda que les escribe Magnetto día a día.
Menos mal que no gobiernan.
Fue una semana histórica.
Los pibes ganando las calles y el escenario mayor de la política, resguardando sus aulas con su propio cuerpo y despertando de la siesta a más de un adulto pesimista; es todo un dato para festejar y celebrar en nombre de la democracia que supimos conseguir.
Posiblemente ese sea el renglón más significativo de los últimos años. Porque está indicando que nada está perdido, que las utopías siguen siendo posibles en un pueblo que renueva su piel.
Fue una semana vital, vigorosa, pasional, signada por una nueva camada de jóvenes que ganó las calles en defensa de sus propios intereses y reivindicaciones, que en definitiva son los intereses de toda la sociedad.
Es para celebrar la primavera por partida doble. Por el calendario y las flores y el clima y los pájaros, pero por sobre todo por esta irrupción juvenil que renueva las ganadas de seguir viviendo en libertad como lo hacemos.
Que el gobierno de Cristina haya inaugurado la primera señal infantil de Argentina y de Latinoamérica, el canal Pakapaka, es otro motivo para festejar la primavera.
Se vienen las elecciones en la CTA; se plebiscitará a los que mejor valoren los cambios que se vienen produciendo en toda la región y particularmente en la Argentina. No importa tanto cuán lejos o cerca estén del gobierno; importa cuán comprometidos están con la lucha y la cultura de este pueblo, como le manifestaron León Gieco y Alfredo Alcón a Hugo Yasky.
¡A esperar la primavera entonces!
El Argentino, 19 de septiembre de 2010
Y como suele ocurrir todos los años, es difícil, casi imposible, que la nostalgia por la estación que despedimos supere a la alegría esperanzada por aquella que viene en un par de días.
Estamos contentos y lo sentimos a flor de piel.
Señoras y señores, a ponerse de pie que está llegando la primavera.
A desplegar las alas como nunca antes. Animarse a volar bien alto, que hay viento suficiente para poder hacerlo.
La Argentina vive lo que América Latina vive en su conjunto. Ni más ni menos. Estamos convencidos que este modelo de inclusión social es un camino de ida, antes que un modelo cerrado y fosilizado; sí, es mucho lo que falta andar, lo que falta reparar socialmente, pero acaso ¿hay otro camino mejor? ¿Hay algún atajo para llegar más rápido? Todas las respuestas remiten al mismo punto de origen: este es el camino.
Con sus idas y sus vueltas, con sus errores y defectos, con las virtudes que tenga. Está claro que enfrente están los mismos del “síganme, que no los voy a defraudar”.
Y desde el otro costado opositor, el “dicen que soy aburrido”.
En la semana que termina, “Ricardito” Alfonsín, como lo llama Carrió, muy suelto de cuerpo afirmó que el peronismo federal (el que comanda Eduardo Duhalde, obviamente) no está en condiciones de gobernar el país. Y por supuesto, Felipe Solá, le respondió con igual sentencia. Lo que se dice, intercambiaron gentilezas.
Es la primera vez y quizás no sea la última, que coincidiremos con ambos al mismo tiempo.
A ambos sectores del Grupo A les resultará muy difícil sacarse el lastre de encima que los identifica más con el pasado que con el futuro promisorio que queremos seguir construyendo.
Pero además porque, ligados como están al Grupo Clarín, hacen todo lo posible para parecerse cada vez más como la cría del neoliberalismo que este gobierno dejó atrás. Es triste y desolador el rol que dentro de ese espectro cumple la progresía más preocupada por ubicarse lejos y en contra del gobierno pero sin prurito alguno para abrazarse con los que representan a los patrones rurales, por ejemplo.
En ese universo opositor todo es negativa contra el gobierno y sus políticas sociales y en el entretiempo, todo es rosca y contra rosca de puro tacticismo electoral. No se les cae una idea superadora para aportar a la superación de la realidad actual de los argentinos. Como si tuvieran en el hemisferio izquierdo de su cerebro, una urna así de grande y en el hemisferio derecho, la agenda que les escribe Magnetto día a día.
Menos mal que no gobiernan.
Fue una semana histórica.
Los pibes ganando las calles y el escenario mayor de la política, resguardando sus aulas con su propio cuerpo y despertando de la siesta a más de un adulto pesimista; es todo un dato para festejar y celebrar en nombre de la democracia que supimos conseguir.
Posiblemente ese sea el renglón más significativo de los últimos años. Porque está indicando que nada está perdido, que las utopías siguen siendo posibles en un pueblo que renueva su piel.
Fue una semana vital, vigorosa, pasional, signada por una nueva camada de jóvenes que ganó las calles en defensa de sus propios intereses y reivindicaciones, que en definitiva son los intereses de toda la sociedad.
Es para celebrar la primavera por partida doble. Por el calendario y las flores y el clima y los pájaros, pero por sobre todo por esta irrupción juvenil que renueva las ganadas de seguir viviendo en libertad como lo hacemos.
Que el gobierno de Cristina haya inaugurado la primera señal infantil de Argentina y de Latinoamérica, el canal Pakapaka, es otro motivo para festejar la primavera.
Se vienen las elecciones en la CTA; se plebiscitará a los que mejor valoren los cambios que se vienen produciendo en toda la región y particularmente en la Argentina. No importa tanto cuán lejos o cerca estén del gobierno; importa cuán comprometidos están con la lucha y la cultura de este pueblo, como le manifestaron León Gieco y Alfredo Alcón a Hugo Yasky.
¡A esperar la primavera entonces!
El Argentino, 19 de septiembre de 2010
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