domingo, 5 de septiembre de 2010

Encantador de serpientes




Dicen los que saben del asunto que para encantar serpientes en las calles de Nueva Delhi, en la India, hay que tener una serpiente adiestrada, un buen cesto o canasto y un tipo con una flauta de bambú.
Chocolate por la noticia.
Sigamos indagando entonces.
La condición más importante es que esa serpiente pueda reaccionar exclusivamente a la voz de mando de su adiestrador, emitida a través del sonido de la flauta con la que fue criada desde su nacimiento.
El embrujo puede romperse si el encantador ya no encanta, si la flauta ya no suena como debe sonar o si la serpiente se rebela en orden a su origen de remoto animal salvaje.
En la Argentina y durante mucho tiempo creímos que los encantadores de serpientes eran los políticos y solamente ellos y que nosotros, modestos ciudadanos de a pie, las humildes serpientes domesticadas.
Estamos descubriendo en estos días, que en verdad había un poder oculto atrás de la política y los políticos, que adiestraba las serpientes, sin flautas o con ellas, que las compraba cuando las necesitaba o las alquilaba a un valor menor si eran temporarias, que ponía al desgarbado y flaco encantador en la calle y lo sacaba cuantas veces se le antojaba, que compraba y vendía los canastos y estimulaba al público a dejar sus monedas en el suelo.
Lo cierto es que una sensación tan nueva como valiente recorre la geografía de los argentinos. Una sensación que se podría resumir en que empezamos a descreer de los encantadores de serpientes.
O tal vez sucede lo contrario y todos nos convertimos en encantadores. Para el caso es igual. O casi igual.
Nadie cree a pie juntillas en todo lo que le dicen desde los “grandes medios” como verdad revelada. Ni en el señor tan serio y preocupado que con voz afligida nos dice desde la pantalla “otro tema”.
Algo, casi imperceptible, se acaba de romper por primera vez. Ni el encantador encanta como antes ni la serpiente se envuelve dócil y resignada sobre su prisión de canastilla. El público cambió. El aire cambió. Todos cambiamos, desde que se descubrió ante ese gran público que un poder muy oscuro y tenebroso habilitaba en exclusividad los certificados para los lugares de encanto.
Estamos en un tramo de la historia moderna donde el verdadero poder de los encantadores mal habidos salta a la superficie contra su propia voluntad.
Se conoció la fotografía del señor Magnetto y entonces se supo que ese es el gran habilitador de los encantadores. Es el que ordena: “Este sí, este no. Decí tal cosa, no digas esto”.
Pero mal que les pese a estos señores, la Argentina se ha convertido en un país social y culturalmente democrático. La democracia no es sólo una cuestión republicana, institucional, constitucional y jurídica. Esos son los cimientos del edificio común que habitamos, en tantos ciudadanos. Pero el sentido vital de la democracia se escapó de los canastillos y anda libre por el pueblo.
Y aún así, suenan las flautas y canta el encantador más pobre que se gana el pan con el sudor de su propia serpiente.
De nada valdrán cinco, diez, mil titulares advirtiendo “prohibido ser libres”. De nada valdrían los decretos de un próximo gobierno de Magnetto prohibiendo el arte y la costumbre de encantar serpientes en el pueblo. Salvo aquellas que permitan ellos, obviamente.
Si así ocurriera, este lugar del mundo sería ingobernable. Nadie podría tener las flautas suficientes y capaces de poner en caja a quien se atreva a escapar de su canastilla, sea encantador o serpiente. Nadie podría convertir en público domesticado a un pueblo que ha criado alas. Nadie podría vender gato por liebre sin ponerse a descubierto.
Dicho de otro modo, nadie podría convencernos que los reyes magos no son lo que son.
Esta sociedad que somos ya conoce la verdad.
Y cuando eso ocurre en la historia de los pueblos, nada ni nadie puede obligarla a volver al pasado.

El Argentino, 5 de septiembre de 2010

1 comentario:

Anónimo dijo...

Y pronto veremos estos titulares de los “maestros de la comunicación”
“AHORA DICEN QUE LA PÉRDIDA DEL ENCANTAMIENTO PROVOCÓ QUE SE CONSOLIDEN LA SOBERBIA Y LA CRIPACIÓN EN TODO EL TERRITORIO DE LA NACIÓN”.
Felicidad para todos.
Policarpo Cuaresma.