¿Lo vio al Evo hablando de los pollos transgénicos y las horribles consecuencias de los mismos sobre la calvicie y la sexualidad de los hombres?
¿Pudo ver la cadena televisiva mundial mofándose del Presidente boliviano repitiendo hasta el hartazgo, sólo esa mínima porción de su discurso ante la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra, en Cochabamba, Bolivia?
Estos presidentes latinoamericanos pagarán caro sus rebeldías. Duro con ellos.
Cada frase que se preste a la mofa, cada palabra mal pronunciada, cada zapato sin lustre, cada saco cruzado sin cerrar correctamente, cada descortesía con los protocolos tradicionales, cada patinada en una oración mal construida, no se ganará el elogio a la simpatía, como era antes.
Otra cosa era en los noventa cuando, por ejemplo, Carlos Menem mascullaba un inglés de loro barranquero, equivocaba el nombre de las provincias y toda la banda mediática tocaba su fanfarria elogiando la simpatía de “Mister president”.
Débiles ante los poderosos, represores con los humildes. ¿Cómo no perdonarles una burrada?
Pero estos presidentes de ahora, indios, mulatos, pingüinos, obreros, ex presos políticos, exiliados, perseguidos, pagarán caro cada desliz.
Es decir, se le cobrará caro atreverse a enfrentar a los “poderes constituidos”.
Hay que salir de la trampa que nos tienden a menudo. Los violentos son otros.
Los pueblos siempre defienden la paz. No inventaron la palabra “miedo”.
No agreden ni se burlan de la Madre Tierra. Son parte vital de ella.
Haberse reunidos en Cochabamba para defenderla de veras, rompe las costumbres del sistema, acostumbrado a permitir que se defienda sólo lo que habita lejos del hombre. No al hombre, especie en peligro de extinción si el planeta gira alrededor del paradigma neoliberal.
Los pueblos se defienden a sí mismos cuando defienden a la Pachamama. Y ahí está la diferencia con una ecología sin pueblos. Esa concepción es la que se dio cita en Bolivia.
Hay que pasarse de mano en mano las conclusiones de la Conferencia para militar por la vida desde el sur del mundo y defender un modelo de desarrollo con inclusión social, sustentable, armónico, donde no se les exija a los pueblos del sur lo que no cumplieron las potencias del norte.
El documento se llama “Acuerdo de los pueblos” y en algunos de sus pasajes dice:
“Hoy, nuestra Madre Tierra está herida y el futuro de la humanidad está en peligro.
De incrementarse el calentamiento global en más de 2º C, a lo que nos conduciría el llamado “Entendimiento de Copenhague” existe el 50% de probabilidades de que los daños provocados a nuestra Madre Tierra sean totalmente irreversibles. Entre un 20% y un 30% de las especies estaría en peligro de desaparecer. Grandes extensiones de bosques serían afectadas, las sequías e inundaciones afectarían diferentes regiones del planeta.”
“Se reduciría la producción de alimentos en el mundo con efectos catastróficos para la supervivencia de los habitantes de vastas regiones del planeta. Se incrementaría de forma dramática el número de hambrientos en el mundo, que ya sobrepasa la cifra de 1.020 millones de personas”
“Este régimen de producción y consumo busca la ganancia sin límites, separando al ser humano de la naturaleza, estableciendo una lógica de dominación sobre ésta, convirtiendo todo en mercancía: el agua, la tierra, el genoma humano, las culturas ancestrales, la biodiversidad, la justicia, la ética, los derechos de los pueblos, la muerte y la vida misma”.
“Los países desarrollados, principales causantes del cambio climático, asumiendo su responsabilidad histórica y actual, deben reconocer y honrar su deuda climática en todas sus dimensiones”
“Los pueblos tenemos los mismos derechos de protección ante los impactos del cambio climático y rechazamos la noción de adaptación al cambio climático entendida como la resignación a los impactos provocados por las emisiones históricas de los países desarrollados”
Que así sea, Presidente Evo.
Jorge Giles. El Argentino, 25 de abril de 2010
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