lunes, 12 de abril de 2010

EL SARGENTO GARCÍA SE HIZO SENADOR

Si faltaba algún contraste más nítido para advertir las diferencias abismales entre la conducta del oficialismo y la que despliegan los opositores, allí está el uso de la fuerza pública para explicarlo.

Un gobierno que usa la fuerza del estado sólo para defender a los ciudadanos, a los bienes de la Nación argentina y garantizar la justicia en el juicio a los genocidas de la última dictadura cívico-militar, versus, una oposición que amenaza usarla desde el Parlamento nacional contra los legisladores elegidos por el voto popular.

De terror.

¿Se los imagina gobernando?

El gobierno nacional, desde el 2003 a la fecha, es pasible de recibir las críticas y hasta la condena política de aquellos sectores de la sociedad que no se identifican con sus políticas y sus modales. Así ocurre siempre en democracia.

Pero hay dos o tres cuestiones de las que nadie podrá acusarlo jamás:

1.- Jamás reprimió a ninguna manifestación política, sindical, social, mediática.

2.- Jamás envió al Congreso proyectos de ley para descontar salarios a los trabajadores, a los jubilados, a los científicos o para ajustar “el maldito gasto público”.

3.- Jamás persiguió a nadie por sus ideas y opiniones políticas.

Todo lo contrario.

Tanto el gobierno de Néstor Kirchner como el de Cristina Fernández asumieron todos los costos que significaron las críticas y presiones de vastos sectores por la presunta inacción policial ante las marchas “piqueteras” o los cortes de ruta de los patrones rurales, por ejemplo.

Pese al acoso de los poderosos medios de opinión, no hubo represión en la Argentina. Fue esta Presidenta la que decidió eliminar la figura penal de “calumnias e injurias”.

En este marco queremos ubicar la profunda vergüenza ajena que provocan las declaraciones de los senadores Ernesto Sanz, Chiche Duhalde, Gerardo Morales, todo el arco opositor del Senado, con Cobos a la cabeza, velando las armas para usarlas contra los legisladores kirchneristas que no se sometan al arbitrio de su autoritarismo.

Están adelantando el fin de lo que les resta de honorabilidad política.

Están a punto de tirar a la hoguera de sus propias vanidades, los diplomas que en su momento les entregó la voluntad popular para debatir, para consensuar, para respetar la Constitución, para no agredir, para no robarse la composición y las presidencias de las Comisiones en ambas Cámaras.

A falta de política, garrote opositor.

Esa es la síntesis de lo que empezó a balbucear primero, antes que otros, Eduardo Duhalde, el de la bonaerense, el que quiere incorporar al genocida Videla al club de la democracia, el del puente Avellaneda y el asesinato de Kosteki y Santillán.

“Si no vienen a la sesión, descuento de haberes; después, patrullero y al recinto”

El senador Pichetto habló de cierto tufillo fascistoide por la amenaza de publicar los nombres de aquellos que no estuvieron presentes en la sesión última.

Es una gragea de fascismo hecho y derecho la decisión votada por el Grupo A.

Y el que la administra, se llama Cobos. No hay que olvidarse.

Hay que recordar que el fascismo en el mundo, lo produjeron personas con porte republicano y atildados señores de buen perfume. No siempre fueron bestias fascistas con cara de bestias fascistas. En Italia como en Alemania, muchos fascistas de primer nivel provenían, incluso, del socialismo recontra revolucionario.

Y terminaron junto a Hitler y Mussolini.

Es casi la consecuencia de la ley de gravedad, que sólo la sensatez política podría evitar.

Mientras el gobierno nacional avanza en sus políticas del centro para la izquierda, de inclusión social, de desendeudamiento, de profundización del modelo de cambio, todo el Grupo A, sin excepciones, para diferenciarse, se corre tanto a la franja derecha del escenario, que inevitablemente terminan así, poniéndose la gorra del Sargento García, el mítico personaje de El Zorro.

Con la diferencia que aquel era un gordo buenazo y estos, apenas un grupo de sargentones crispados que, encima, no sirven ni para escuchar las chicharras.


Jorge Giles. El Argentino, 12 de abril de 2010
http://www.elargentino.com/Content.aspx?Id=86024

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