jueves, 1 de abril de 2010

EL BESO DE JUDAS ISCARIOTE


Si hay que pedir perdón, lo hacemos; pero nos resulta imposible disociar la imagen de aquel Judas Iscariote que hace más de 2000 años traicionó a Jesús, señalándolo con un beso, con la imagen de este Judas contemporáneo que hoy preside el Senado de la Nación.
Tome usted el plato y los cubiertos que mejor le plazcan para transitar esta Semana Santa.
Nosotros también lo haremos.
Son días de guardar. Pero también de andar caminos. De reflexionar. De orar. De vivir en familia y en comunidad. De celebrar. De amar. De escuchar. De ir a misa o hablar con su dios a solas, frente al mar o en el balcón de su casa.
Tome usted el significado que cuadre con su alma.
Celebre el bautismo que siempre quiso y no pudo ser. Lave los pies de los más pobres en la intención de ser más bueno y solidario todos los días del año. Monte una vigilia silenciosa o acunada en esa melodía nostalgiosa que siempre lleva consigo.
Sea libre de veras. En cuerpo y alma.
Pero eso sí, procure convocar al pedacito de cielo que sienta como propio, a esta tierra que habitamos día a día.
Y recuerde, cualquiera sea su credo o religión, que la historia cuenta que una noche como la de hoy, un hombre de pueblo llamado Jesús, compartió la cena con sus Ápóstoles y supo que era la última de sus celebraciones.
Que repartió el pan y el vino entre los suyos como si fuera su cuerpo y su sangre, según se dijo entonces. Y que de pronto miró a sus discípulos para decirles: "uno de ustedes va a traicionarme".
Que después de un intenso murmullo, Jesús respondió a la pregunta sobre quién era el traidor, con un claro: "aquel a quien yo le dé este trozo de pan".
Acto seguido, se lo entregó a Judas, mientras pronunciaba aquello que Pichetto le dijera a Cobos en una madrugada de cuchillos traperos:
"Haz lo que tengas que hacer…pero hazlo rápido"
De allí venimos, del amor de unos y la traición de otros.
Este día, creemos, es una buena ocasión para mirar profundo, hacia adentro y hacia afuera. Mirarnos como pueblo. Valorarnos como tal.
León Gieco enseñó que si un traidor puede más que algunos cuantos, esos cuantos no lo olviden fácilmente.
Mañana será Viernes Santo.
En la Pasión y la Muerte de Cristo, según el catolicismo, útil será amar más que nunca a los Héroes que cayeron en Malvinas defendiendo nuestra soberanía. En ese sentimiento seguramente nos encontraremos todos, orando, como mejor nos salga.
Todos creemos en algo y en alguien, de un modo u otro.
Creemos en este pueblo, en este país, en esta Nación.
Creemos profundamente en nosotros mismos, en tanto pueblo que se libera.
El Sábado de Gloria, se abrirán nuevamente los cielos para los creyentes.
En muchos países latinoamericanos se realiza lo que acostumbran a llamar "la quema de los judas".
El origen, al parecer, se encuentra en el período de dominación árabe en España. Los árabes pusieron la pólvora y los españoles la creatividad para crear las figuras que ese día quemarían. En algunos pueblos mexicanos, "la quema de judas" es una verdadera catarsis colectiva. Los muñecos a quemar lucen los rostros de políticos impopulares y en la quema, la muchachada simboliza su bronca acumulada durante todo el año.
En este abril que hoy comienza, será muy útil valorar todo lo que anduvimos en estos años.
Y saber, aunque nos duela, que habla muy mal de nosotros como sociedad, santificar la traición de los mortales.
No hay que olvidar.
No hay que prestarse al juego perverso de quienes tiran la piedra y esconden la mano. No hay que ser compasivos con quienes llenan de miedos y falsedades a este pueblo manso pero valiente. No hay que perdonar con liviandad a los que hablan de unidad y desunen, de lealtad y traicionan, de paz y violentan, de diálogo y gritan, de quienes declaman por lo nuevo y expresan los viejos odios que nos desunieron antes.
En lo más profundo de nuestro pueblo, algo nuevo empezó a latir.
Y esa resurrección debería bendecir de fe y esperanza, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad. .



Jorge Giles. 1 de abril de 2010

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