domingo, 11 de abril de 2010
EL OBELISCO SE ADELANTÓ AL MUNDIAL
El Obelisco se llenó de vida el viernes pasado.
Parecía una de esas noches futboleras en que el pueblo baja de las tribunas y llena la Plaza de la República para festejar un triunfo de la Selección nacional o el campeonato de un equipo argentino.
Nada de eso había ocurrido, cuando a las siete de la tarde empezó a caer la gente de un costado y el otro.
La autoconvocatoria de los seguidores de Facebook “6, 7, 8” el programa de la televisión pública, conmovió a propios y extraños por su masividad y por el clima de alegría familiar que la identificó.
Igual o semejante muestra de participación cívica, se vivió en Córdoba, en Rosario, en el interior más profundo de Buenos Aires, en Mendoza, en Jujuy, en Tucumán.
“¿Qué está pasando acá?” Se preguntaba entre azorado y emocionado uno de los participantes.
Es que el programa televisivo se convirtió en un duende casi mágico que reconstruyó los puentes entre la sociedad y la información veraz, dinamitados por el monopolio mediático de Clarín.
Entre la sociedad y la secuestrada Ley de Medios de la democracia.
Entre la sociedad y la búsqueda de la verdad.
Quizá la definición más certera es que se han perforado los muros del cerrojo informativo, que son los muros de la impunidad.
El mismo viernes, se conoció el fallo judicial que volvía a poner las cosas en su lugar respecto a la adopción o apropiación de Marcela y Felipe por parte de la propietaria y directora del grupo Clarín, Ernestina Herrera de Noble.
La justicia resolvió que el ADN de ellos fuese cotejado con el total de las muestras disponibles en el Banco Nacional de Datos Genéticos del Hospital Durand, como dispone la ley y no de la manera sesgada y capciosa como pretendían los abogados de la viuda de Noble.
El desenlace está a la vuelta de la esquina.
Habrá que esperar, con la esperanza que el diablo no siga metiendo la cola y no birle ningún control que impida alguna trampa para distorsionar nuevamente la búsqueda de la verdad en esta causa emblemática.
Es ya un triunfo de las Abuelas de Plaza de Mayo, de todos los familiares que buscan a sus hijos y nietos nacidos en el cautiverio del terrorismo de estado.
Es una victoria de la vida.
Y porqué ocultarlo, es un logro genuino de la voluntad militante de un gobierno que siempre buscó la verdad sin ninguna especulación política.
Buscó la verdad en su hora más representativa y en la de mayor debilidad.
La Argentina atraviesa, quizá por eso mismo, su hora más trascendente en lo que lleva esta democracia recuperada en 1983.
Crece la producción, se recupera el empleo, se desendeuda la economía, se integra el país como nunca antes al concierto de naciones, avanza la inclusión social con la Asignación Universal por Hijo, la movilidad jubilatoria, el Programa Argentina Trabaja, la educación alcanza el mayor nivel de inversión presupuestaria de la historia, se distribuyen más de 3 millones de computadoras personales en las escuelas secundarias de La Quiaca a Ushuaia. Por mencionar algunos parámetros positivos de la realidad.
En este marco, resaltan las virtudes de la democracia, de su pueblo y de su gobierno, pero también las sombras inocultables de una oposición cada vez más encerrada en su propio laberinto de incoherencia y mediocridad.
Titularon con letras de molde en diciembre pasado que “la oposición controla totalmente el Congreso de la Nación”.
Desde entonces, el Parlamento fue un coto de patos sirirí: un paso, una cagada.
Se llevaron a los latigazos al oficialismo y sus aliados, para terminar presos de su propia impericia, de sus torpezas, de su falta de creatividad, de aportes alternativos superadores para la calidad institucional.
La historia provoca su propio encantamiento.
Quizá lo que viene ocurriendo es para ayudarnos a valorar y profundizar los caminos de justicia que hoy se construyen.
Mientras la alegría reafirme su residencia en multitudes como las de este viernes en el Obelisco, el futuro estará garantizado.
Que así sea.
Jorge Giles. El Argentino, 11 de abril de 2010
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