domingo, 4 de abril de 2010

EL VIEJO Y EL MAR


Quién no recuerda con un dejo de nostalgia al personaje de Hemingway batiéndose a duelo contra las inclemencias del mar y llegar finalmente, agotado, casi derrotado, hambriento y sediento, hasta las playas de su aldea de pescador.
Quién no lleva en el alma del pibe que fue, a la maestra o el maestro que le enseñó que allá en el mar austral, las Malvinas eran, son y serán argentinas.
Y que ello era un aprendizaje para siempre.
Quién no recuerda la primera vez que vio al mar, oír su rugido, sentir en la piel su destemplado frío, su llegar y partir, sus arenas de sal…
Este día en especial, convoco al mar.
Y acerca del mar me conmuevo con las cosas que vienen sucediendo en la Argentina de hoy.
Será que la memoria siempre conmueve cuando es sincera y profunda.
Por ejemplo, ver y escuchar a la Presidenta de los argentinos decir al mundo que la causa de Malvinas es una causa nacional, pero por sobre todo es una causa universal.
Es contemplar con gozo la consagración de nuestros mejores propósitos como hombres de pueblo que somos.
Y allí anda el mar, yendo y viniendo.
Uno intenta imaginar y creer que atrás de la cuadra del barrio, atrás de la panadería de don José, atrás del pueblo donde se vive, atrás de esa ruta y ese llano, atrás del mundo, está el mar.
Y atrás del mar, está Malvinas.
Y están los hombres y mujeres arrojados al mar por los genocidas.
Y estás vos. Y estoy yo con mis ausencias.
Así es el aire cuando llegan los días en que más recordamos a nuestros combatientes allá en el sur del sur.
Lo cierto es que la ciudad parece desierta en estos días.
En buena hora, todos o casi todos, se fueron a pasear.
Que también es una forma de amar y hablar con el dios de cada uno.
Se acaban de batir todos los récords de turismo nacional. No hay hospedaje que alcance. Las rutas colapsadas de autos y gente adentro de los autos rumbo al río, la montaña, las Cataratas o el mar.
Sólo los crispados no saben viajar.
Porque los que quedamos adentro de la ciudad, trabajando como se debe, también viajamos como se puede en la imaginación.
Usted dirá que no es lo mismo. Claro que no. Pero es lindo ver al prójimo feliz.
Es un país, el nuestro, que hace unos años empieza a tener nuevamente, gente que quiere y puede ser feliz. Gente que ya está avisada de las intenciones de los remarcadores de la desesperanza, de la tristeza eterna, del “no se puede”.
Claro que también sabe, sabemos, que aún falta mucho por hacer.
Pero es un rumbo el que se valora.
Que no es el rumbo del San Luís de los Rodríguez Saa donde se decreta ilegal la huelga de los docentes y vuelven de ese modo el reloj de la historia todo para atrás.
Que no es la jefatura de Macri persiguiendo a garrotazos y pistolas Taser, los modales villeros de “los trapitos” mientras paga con tu bolsillo de ciudadano, las cuentas y los intereses de los usureros.
Que no es el monopolio mediático despidiendo periodistas en Rosario, con el grupo Vila-Manzano, flor de nenes, los “derechos y humanos”, los que traban como quieren y pueden, la Ley de Medios de la democracia.
Y la truecan por el decreto ley de la dictadura.
Dijo el poeta Juarroz, que la palabra es el único pájaro que puede ser igual a su ausencia. Y dijo que la campana está llena de viento, aunque no suene y el pájaro está lleno de vuelo, aunque esté quieto, que toda cosa está hecha de fugas, aunque no haya caminos y todas las cosas huyen hacia su presencia.
Como decir, no habrá más penas ni olvidos mientras nos dure el adiós.
Mirar que el mar está allí y está aquí. Que todo depende de quién lo mire. Y de dónde se lo mire.
Y están Malvinas y Soledad, esperando. Esperanzadas.
Mientras se batan las alas del adiós sabrá que allí hay vida. Y eso promete el regreso.
Es este amor con la patria lo que nos hace eternos ante lo frágil, sublimes ante los miserables, valientes ante los cobardes, leales ante los traidores.
El adiós no es “nunca”, sino “volveremos”.



Jorge Giles. El Argentino 4 de abril de 2010
http://www.elargentino.com/nota-84841-El-viejo-y-el-mar.html

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