jueves, 14 de marzo de 2013

Fumata azul y blanca



El nombramiento del cardenal argentino Jorge Bergoglio como nuevo Papa de la Iglesia Católica alborotó las almas de sur a norte, de derecha a izquierda y viceversa.  
Hay un costado que brinca, lleno de alegría y otro costado que trina, lleno de memoria. 
Esta designación no deja de tener un profundo signo político que viene a reafirmar que estamos transitando un cambio de época.
¿O alguien imaginó un Papa latinoamericano?
¿O alguien imaginó un presidente negro en los EE.UU.?
Lo cierto es que al norte está un tal Barak Obama y cruzando el océano, un tal Jorge Bergoglio, ahora llamado Francisco.
Tengamos una vista panorámica para analizar estos hechos tan significativos. La mirada corta puede extraviarnos. Que el árbol no nos tape el bosque, decía el General.   
América Latina es el continente del siglo XXI. Está claro que hemos dejado de ser el continente del futuro, la promesa de mañana y la utopía lejana. Hoy ya somos todo eso con presidentes que se parecen a sus pueblos y que construyen esta realidad efectiva aquí, en Venezuela, en Ecuador, en Bolivia, en Brasil y la lista sigue. 
La mayoría de los gobiernos de la región avanzan decididamente hacia la transformación económica, social y cultural de nuestros pueblos.
Ahora bien, ¿pensamos acaso que el poder global, en cualquiera de sus facetas públicas u ocultas a nivel  financiero, económico, religioso permanecerá impávido mientras nuestros pueblos avanzan? No, definitivamente no. Preparan sus trincheras, bombardean pueblos lejanos, asaltan bancos en nombra del mercado, imponen gobiernos en Europa y lo que es peor, imponen sus políticas de hambre mientras salvan los camiones de caudales del tesoro público.
En este contexto, aparece el nuevo Papa.
Si nos atenemos a su pasado, sea el más reciente o el más lejano y sumamos ese dato biográfico al rol que cumplió la jerarquía eclesiástica en diferentes momentos de crisis y conmoción mundial, debemos concluir irremediablemente que Francisco seguirá siendo Bergoglio y que la Guardia Suiza será reemplazada por la Guardia de Hierro. 
Confiamos en que no resulte así. 
Es cierto, todos miran a Latinoamérica. La diferencia es que algunos la miran para apoyar y consolidar su unidad en la UNASUR y la CELAC y otros la observan para fragmentarla. Por eso vale la prevención.
Pero el mundo ha cambiado.  
Cuando cayó el Muro de Berlín el neoliberalismo estaba en su apogeo y los distintos socialismos y movimientos nacionales populares llamaban a retirada.
Hoy no es así.
O sea. El Papa tendrá que dar cuenta de este nuevo mundo para ejercer su misión.   
Ojala que Francisco I  también se parezca, como los presidentes, a este pueblo que avanza esperanzado.   

El Argentino, jueves 14 de marzo de 2013





2 comentarios:

Anónimo dijo...

espero que Francisco traiga paz a todos aquellos que sinceramente la esperan, pero sobre todo, a quienes no la esperan y entienden el avance del mundo desde su propio rencor

Anónimo dijo...

Hay pocos argentinos con tanto rencor.Lei la nota de Tiempo Argentino y parece que no es suficiente que Perez Ezquivel confirme que Bergoglio no tiene nada que ver con los militares. Tal vez se necesite mas informacion de la labor con los pobres y mujeres en las villas. Basta de desunir a los argentinos y a pensar en los hijos y nietos y en nuestra patria.-