Un
día como hoy, pero de 1973, el pueblo ganó las calles y reventó las urnas con
votos peronistas. “Cámpora al Gobierno. Perón al Poder” cantaban las paredes.
No
era un referéndum, pero se parecía. Era apenas el inicio de una primavera tan
fugaz como pasional. Primavera camporista la llamaron.
La
historia siguió su cauce, pero eso es para otra nota.
Hoy
culmina en nuestras Islas Malvinas un referéndum patrocinado por la corona
británica y en la que votan los ocupantes de las Islas.
¿Qué
votan? ¿Si van a seguir intrusados en Malvinas o no?
Algunos
de los que votaron son descendientes de ingleses que ocuparon nuestras Islas
diez años después del ataque de la corbeta Clío en 1833.
Hasta
ahí los que la habitaban eran criollos, indios e inmigrantes que hicieron de
Malvinas una colonia prospera con el gobernador Luis Vernet.
Desde
1823 a 1829 Vernet había fletado 12 barcos a Malvinas. Para las estancias, en 6
de ellos llevó gauchos e indios con caballadas criollas para domesticar
baguales y hacienda cimarrona.
El
10 de junio de 1829, el gobierno de las Provincias Unidas nombra a Vernet
Comandante Político y Militar de las Islas a las que arriba en julio de ese año
con su familia a bordo del bergantín “Betsy”.
Su
esposa, María Sáez, hermana de Domingo Sáez, héroe de la Reconquista en las
invasiones inglesas de 1806 y 1807, contará en su diario personal la fiesta de
asunción del Gobernador y cada celebración de la naciente patria izando la
bandera de Belgrano y prendiendo en la solapa de los colonos la escarapela azul
y blanca.
En
1830 nace Malvina Vernet.
Por
aquella época 40 mil cabezas de ganado componían la hacienda y eran 150 los
primeros residentes fijos, más otras 150 que iban y venían.
Había
25 gauchos y un puñado de indios junto a españoles, ingleses, alemanes,
norteamericanos y franceses. Trabajaban en la domesticación del ganado, la
construcción de corrales y ranchos, en la fabricación de queso y manteca, el
cultivo de las huertas, la construcción de las casas de piedra, la salazón de
pescados y la caza de conejos y lobos
marinos. Algunos tenían un oficio y trabajaban de herreros, sastres y
zapateros.
También
había negros, que los domingos bailaban al compás del tamboril, allá en
Malvinas.
No
es un relato sólo de argentinos. El marino Fitz Roy y el naturalista Darwin,
ingleses ambos, relatan lo mismo.
Todos
fueron expulsados por los colonialistas. Todos, menos el Gaucho Rivero y sus
compañeros que quedaron resistiendo hasta caer prisioneros un año después.
De
la descendencia de esos hombres ¿quiénes votan hoy? ¿La de los legítimos dueños
de esa tierra o la de los intrusos ingleses?
Respóndale
a la historia, míster Cameron.
El
Argentino, lunes 11 de marzo de 2013
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