El
nombramiento del cardenal argentino Jorge Bergoglio como nuevo Papa de la
Iglesia Católica alborotó las almas de sur a norte, de derecha a izquierda y viceversa.
Hay un
costado que brinca, lleno de alegría y otro costado que trina, lleno de memoria.
Esta
designación no deja de tener un profundo signo político que viene a reafirmar que
estamos transitando un cambio de época.
¿O alguien
imaginó un Papa latinoamericano?
¿O alguien
imaginó un presidente negro en los EE.UU.?
Lo cierto
es que al norte está un tal Barak Obama y cruzando el océano, un tal Jorge Bergoglio,
ahora llamado Francisco.
Tengamos
una vista panorámica para analizar estos hechos tan significativos. La mirada
corta puede extraviarnos. Que el árbol no nos tape el bosque, decía el General.
América
Latina es el continente del siglo XXI. Está claro que hemos dejado de ser el
continente del futuro, la promesa de mañana y la utopía lejana. Hoy ya somos
todo eso con presidentes que se parecen a sus pueblos y que construyen esta
realidad efectiva aquí, en Venezuela, en Ecuador, en Bolivia, en Brasil y la
lista sigue.
La mayoría
de los gobiernos de la región avanzan decididamente hacia la transformación
económica, social y cultural de nuestros pueblos.
Ahora bien,
¿pensamos acaso que el poder global, en cualquiera de sus facetas públicas u
ocultas a nivel financiero, económico,
religioso permanecerá impávido mientras nuestros pueblos avanzan? No,
definitivamente no. Preparan sus trincheras, bombardean pueblos lejanos, asaltan
bancos en nombra del mercado, imponen gobiernos en Europa y lo que es peor,
imponen sus políticas de hambre mientras salvan los camiones de caudales del
tesoro público.
En este
contexto, aparece el nuevo Papa.
Si nos
atenemos a su pasado, sea el más reciente o el más lejano y sumamos ese dato
biográfico al rol que cumplió la jerarquía eclesiástica en diferentes momentos
de crisis y conmoción mundial, debemos concluir irremediablemente que Francisco
seguirá siendo Bergoglio y que la Guardia Suiza será reemplazada por la Guardia
de Hierro.
Confiamos
en que no resulte así.
Es cierto,
todos miran a Latinoamérica. La diferencia es que algunos la miran para apoyar
y consolidar su unidad en la UNASUR y la CELAC y otros la observan para
fragmentarla. Por eso vale la prevención.
Pero el
mundo ha cambiado.
Cuando cayó
el Muro de Berlín el neoliberalismo estaba en su apogeo y los distintos
socialismos y movimientos nacionales populares llamaban a retirada.
Hoy no es
así.
O sea. El
Papa tendrá que dar cuenta de este nuevo mundo para ejercer su misión.
Ojala que
Francisco I también se parezca, como los
presidentes, a este pueblo que avanza esperanzado.
El Argentino, jueves 14 de marzo de 2013
2 comentarios:
espero que Francisco traiga paz a todos aquellos que sinceramente la esperan, pero sobre todo, a quienes no la esperan y entienden el avance del mundo desde su propio rencor
Hay pocos argentinos con tanto rencor.Lei la nota de Tiempo Argentino y parece que no es suficiente que Perez Ezquivel confirme que Bergoglio no tiene nada que ver con los militares. Tal vez se necesite mas informacion de la labor con los pobres y mujeres en las villas. Basta de desunir a los argentinos y a pensar en los hijos y nietos y en nuestra patria.-
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