Fue la plaza del salmón.
De los que nadan contra la corriente del poder.
De los que reniegan del posibilismo como valor de cambio.
De Néstor y Cristina.
De los que luchan por la justicia.
Esos fueron los que ayer llenaron ayer las calles y las
plazas del pueblo.
Ellos, los humillados en siglos, los olvidados, los
apaleados, llenaron nuevamente la Plaza de Mayo.
La historia de este pueblo alumbró su fallo. Y no hay
cautelar que valga.
Lo hizo con abrazos, baile y canto, con las banderas en alto
y la alegría imbatible.
El pueblo hizo tronar su escarmiento de amor para que nadie
olvide que de aquí en más, nadie se mueve.
La plaza no fue de los resignados, fue de los salmones, como
llamó Cristina a los que forjan la historia del continente.
Este 10 de diciembre, las buenas costumbres hacen decir y
escribir que a esta nación que somos la cuidamos entre todos.
Menos la oposición.
Que recuperamos la política y consolidamos la democracia y
ampliamos los derechos entre todos los sectores.
Que juzgamos a los represores y a los monopolios del miedo y
de los medios y nos integramos a la Patria grande.
Menos la oposición.
Son los que salen al aire, como si nada, a patrimoniar en su
haber el inventario de los logros obtenidos en estos años, mientras defienden a
las corporaciones.
La democracia se hizo fuerte con este proyecto de país,
enjuició a los genocidas, liberó la palabra de su prisión corporativa, el Grupo
Clarín.
La democracia hizo el MERCOSUR y construyó la UNASUR y abrazó
a Cristina con Dilma, con Correa, con Evo y con Chávez.
La oposición, mientras tanto, se abrazó con Magneto y los
patrones de la SIP.
En este aniversario de la Democracia y la celebración del
Día Universal de los Derechos Humanos, endurezcamos la bondad para aceptar la
verdad tal como se muestra.
No hagamos posibilismo. Hagamos honor al realismo que
construyó este pueblo, solito su alma.
Como cuando los carapintadas del odio, la oligarquía de la
Sociedad Rural y los titulares de Clarín apretaban al Presidente Alfonsín
contra las cuerdas de la hiperinflación y la angustia colectiva.
Por eso hay que reivindicar a ese Alfonsín tozudo que peleó
como pudo contra los monstruos del poder corporativo.
Hay que salir a gritar a los cuatro vientos que esta
democracia se debate hoy contra esos mismos poderes y que los opositores
faltaron a la cita; o lo que es peor, se pusieron del lado de Clarín y los
poderosos.
Ni la democracia ni la memoria de este pueblo se merecen un
borrón y cuenta nueva.
Digamos la verdad:
El kirchnerismo es la continuación victoriosa de lo que
trunco dejó el primer peronismo y el alfonsinismo en el gobierno.
Sólo diciendo la verdad seremos libres.
El Argentino, lunes 10
de diciembre de 2012
1 comentario:
Suscribo totalmente lo expuesto. A muchos radicales que hoy coquetean con la derecha debiera caérseles la cara de verguenza.
No tienen dignidad, tal el caso del presidente de ese partido y el mismo hijo de don Raúl Alfonsín.
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