Ayer se
informó que las ventas navideñas crecieron más del 15 % en relación al total vendido en diciembre de
2011.
Que el
turismo local creció otro tanto el fin de semana largo y se anuncia un nuevo
récord para las vacaciones.
Que siguen
las indagatorias a los detenidos por los asaltos a supermercados y tiendas de
electrodomésticos.
Que
lamentablemente fallecieron otras dos personas heridas durante los violentos
sucesos.
Que el gobierno
nacional fijó un plazo de 30 días para que la Sociedad Rural desaloje el predio
de Palermo, mientras los empresarios respondieron con un lockout patronal.
Que hubo
cortes de luz en varios lugares de la Capital y el conurbano bonaerense.
Que Macri
decidió paralizar el Subte A por dos meses y algo más para repararlo; dice.
Que la
Procuradora Gils Carbó aconsejó a la Corte el fin de la cautelar que favorece
al Grupo Clarín.
¿Qué
decidirá la Corte Suprema respecto a la ley de medios?
¿Acelerará
o frenará el avance de la democracia?
¿O se
pondrá en sintonía con la velocidad de este tiempo, que es la misma velocidad
que pidió a sus colegas para que aceleren las causas importantes?
Pensemos un
poco.
El año
termina a todo vapor y es útil y necesario reflexionar entre todos en estas
últimas horas que le quedan a un año tan agitado como este 2012.
Nada mejor
que una metáfora para hacerlo.
Los vientos
que se desataron en la medianoche de la Noche Buena voltearon algunos árboles
de raíces gastadas o superficiales; pero no mucho más.
Dañaron
algunos pueblos del interior bonaerense, pero no causaron víctimas.
La lluvia
que cayó fue muy copiosa por momentos.
Pero nada
fue tan brutal y desolador como anunciaba cierto canal de TV en tono
apocalíptico.
Esa TV
pronosticaba que se caería el cielo y que era mejor no salir a pasar la Navidad
con los amigos y la familia y que la temperatura seguiría subiendo al infinito
y que caerían piedras, rayos y centellas.
“Paren el
mundo que me quiero bajar” Gritaban en el barrio.
Por suerte
aquella previsión dramática que afirma que el que siembras vientos, cosecha tempestades, no se está cumpliendo.
Sigue el
buen tiempo.
En medio de
un mundo que no para de caerse y de una economía local que aguantó a pie firme
el vendaval externo, la Argentina sigue procurando que nadie quede afuera.
Y
avanza.
Pese a los
saqueos, al lockout de la Mesa de enlace y algunos sindicalistas, al aullar de
sirenas opositoras constantemente anunciando “ahí viene el lobo feroz” y
al pronóstico de la TV que asusta con
romper el cielo a patadas, el país demostró que hundió sus raíces tan profundamente
en los últimos años que puede garantizar que el árbol de la vida no se caiga así
nomás.
El Argentino, jueves 27 de diciembre de 2012
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