Que la
inocencia nos valga si sirve para cambiar la vida.
Es el
primer abrazo que nos damos en esta despedida.
Nosotros
que venimos de batallas ganadas y perdidas, que creíamos que la tierra ya no
giraría alrededor del amor, la belleza y la justicia social, nosotros honramos
la inocencia el día que volvimos a creer cuando ese hombre flaco y desgarbado
ordenaba “Proceda” y se descolgaban los cuadros de los genocidas.
Que la
culpa sólo valga para ellos, los dictadores.
Y para los
que no hacen justicia teniendo el deber de hacerla.
El año se
está yendo y nosotros nos vamos con él.
Una parte
nuestra queda comprometida con los pasos que dimos, personal y colectivamente.
Nos vamos acostumbrando
a ver la vida con nuestros propios ojos y nuestra propia mirada.
Por eso es
mejor que nadie nos diga lo que hay que hacer y no hacer desde la portada de un
diario o una pantalla de TV.
Ahora sabemos
que las barcas sirven para navegar, no para apreciarlas en silenciosa quietud, sentados
en la orilla de la historia.
Estamos
navegando. Y el viento que nos viene del otro lado del mundo ruge como un león
herido que nos lanza zarpazos a estribor y a babor, a diestra y siniestra de la
nave.
Que no se
caiga nadie de esta nave madre que es la patria, es el principal desafío.
Es decir.
Que no
cierren empleos, que no cierren escuelas ni universidades ni hospitales.
Que no
caiga el consumo de los más humildes.
Los
saqueadores comprobaron que así está sucediendo.
La chispa que
prendieron no se multiplicó por que a los que buscaban tentar con el incendio estaban
trabajando, alimentando a sus hijos o preparando un examen.
5 millones
de argentinos recuperaron el trabajo y 11 millones dejaron la indigencia, dice
la estadística veraz.
Hay que
tocar con la yema de los dedos esa realidad para saber apreciarla.
Hay que
emocionarse con los logros de la patria.
Hay que
prepararse con la más pura emoción para el día que regrese la Fragata Libertad
a Mar del Plata.
No importa
si podes estar allí o en la Quebrada de Humahuaca. Ese día nos vestiremos de
fiesta estemos donde estemos y nos sentiremos
más argentinos que nunca.
Seguirán intentando
romper nuestro abrazo indestructible, desde afuera y desde adentro.
Seguirán
con la cadena del desánimo y el escepticismo.
Seguirán
diciendo que estamos aislados internacionalmente en el preciso momento que se
consolida el Mercosur y la Unasur.
Seguirán
diciendo que es el “fin de ciclo” del gobierno nacional, popular y democrático
mientras el pueblo vota, ama, apoya, acompaña a Cristina Fernández de Kirchner.
No importa
un fallo de la Corte.
Importa que
esta vez las barcas y los vientos sean creados por el pueblo.
El Argentino, viernes 28 de diciembre de 2012
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