jueves, 6 de diciembre de 2012

Ya viene clareando el día



Se rompió el frente interno del Grupo Clarín.
El paso dado por uno de sus socios, la empresa FINTECH, dueña del 40% de Cablevisión, manifestando querer cumplir la ley de medios y adecuarse a ella como no lo hace Magneto, es una clara señal de sensatez.
Lo que no hicieron los opositores políticos, lo hizo esta compañía.   
Vergüenza ajena. 
No hay una lucha “judicial” entre Clarín y el Gobierno.
Hay una incompetencia esencial de un monopolio empresario con la democracia, que es distinto.   
Las formas jurídicas que expresan esa lucha se corresponden a esta etapa, superadora de aquella que dejamos atrás y que se expresaba con tanques en las calles. 
El poder económico concentrado, la costilla civil del genocidio, el pesado del barrio, el que pensaba por vos y en nombre tuyo, ese poder está librando sus últimas batallas contra la República.    
Ese monopolio siempre fue así. La diferencia es que ahora se nota por que hay un pueblo, un gobierno y un proyecto de país inclusivo que ya no tolera ser una democracia tutelada por los poderes fácticos.  
El salto cualitativo es ese.  
Casi que empezamos a acostumbrarnos a ver un gobierno que se enfrentó a los más poderosos entre los poderosos. Y el Grupo Clarín no será una excepción en ese camino.
Algo se ha roto para siempre en el país: el vínculo servil de la democracia con el monopolio Clarín.
Ello incluso, pese al lamentable rol de los opositores. 
El otrora poderoso Grupo de Ernestina H. de Noble y Héctor Magnetto se había mal acostumbrado a escribir la agenda y el guión de los funcionarios públicos, de los legisladores, del panadero de la esquina, del taxista, del carnicero, de la vecina de ruleros que, escoba en mano, comentaba en la vereda “es terrible lo que está pasando y nadie hace nada” y si le preguntabas “¿quién se lo dijo?”, respondía inocente: “Está en la tapa de Clarín”.
Al país de Clarín ya no se vuelve.
Más allá de este 7D y de los 7D que habrá que afrontar en adelante, hay procesos colectivos culturales donde los vientos de la historia cambian de una vez y para siempre. Sucederán avances y retrocesos. Marchas y contramarchas. Ofensivas, defensivas y contraofensivas varias.
Pero lo que maduró desde abajo, desde las raíces de la sociedad, desde los protagonistas del cambio de época, eso no se puede borrar así nomás. 
A sólo un día del gran día conviene reafirmar que estamos asistiendo a la más bella poética que puede escribir una nación y un pueblo: su eterna lucha por la palabra, que en definitiva, es la lucha por lo que la palabra nombra.     
Libertad. Democracia. Soberanía. Justicia. Independencia. Inclusión. Pluralidad.
El 7D es una construcción de todos.
Seamos dignos de ella. 

El Argentino, jueves 6 de diciembre de 2012

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