domingo, 23 de diciembre de 2012

Toda revolución tiene los bandidos que se merece



La historia universal demuestra que toda revolución tiene los bandidos que se merece.
Y que toda democracia genera sus propios opositores.
Y que todos los nuevos paradigmas provocan su propia resistencia.
La Sociedad Rural declaró un lock out patronal; la CGT de Moyano declaró un alerta contra el gobierno de la democracia y el monopolio Clarín no se adecua a la ley.
Todo está muy claro.   
Por estas encrucijadas históricas anda la Argentina.
Pese a quien le pese, el cambio es inevitable.
En vísperas navideñas hubo bandidos saqueando comercios y apedreando ciudadanos, opositores que hablan sólo a favor de los más poderosos y manifestaciones de resistencia contra el gobierno que más transformaciones hizo en defensa de los intereses nacionales, populares y democráticos. 
Los saqueos violentos que se produjeron en distintos puntos del país, no fueron puebladas de hambrientos y menesterosos que asaltaban kioscos y supermercados en busca de comida; sino que fueron pensados por asociaciones políticas, sindicales y partidarias y ejecutados por hordas de lúmpenes, aparatos y foquistas de última degeneración.
Los bandidos y opositores que resisten el cambio se inventan sequías para que, en su imaginario, una chispa incendie la pradera.  
Les falta pueblo y sentido de realidad. Les falta patriotismo y convicciones.
Y si les falta una pradera seca es por que esta vez el riego es abundante. Lo viene siendo desde que asumió la presidencia Néstor Kirchner y mucho más copiosamente, desde el primer mandato de Cristina.
Hay que identificarlos, aislarlos y caer con todo el peso de la ley en el marco pacífico de la democracia inclusiva que hoy gozamos. Hay que saber transmitir que no son resistentes contra una dictadura o contra un gobierno injusto que hambrea a la población. Son bandidos. Hay que decirlo con todas las letras. Son ladrones de baja estofa que al intentar robar los plasmas y los LCD y romperlo todo a su paso, cumplen con el objetivo de la maniobra política de intentar robar la paz y el proyecto de país que eligieron los argentinos en su gran mayoría.
La justicia tipificará los delitos y determinará, seguramente, quiénes son los delincuentes.
La justicia dirá si participó o no Moyano, Michelli o Mongo Aurelio.
La justicia dirá si hay narcotraficantes que empujan de un lado y parientes de aquella derecha que engendró la Triple A del otro, en un novedoso y asombroso maridaje con los portadores de esa vieja enfermedad llamada “infantilismo izquierdista”. 
Pero la política precisa, mientras se sustancian las actuaciones como dicen los letrados,  hacer su propio juicio.   
Si los saqueos fueron ejecutados por minorías organizadas, eso quiere decir que hay jefatura detrás. Y hay objetivos políticos. Y hay planificación. Y hay articulación.
Si pensaban inducir con estas acciones violentas a que se instale un clima social híper vulnerable y la versión prefabricada de un estado semejante al sufrido en el 2001 y 2002, eso quiere decir que hay un discurso que lo explica, que lo genera, que lo provoca.
La política, entonces, dice que hay un hilo conductor entre la arenga permanente de la cadena del desánimo, entre el cansino llamado opositor a bajar los brazos, a la desesperanza, al escepticismo y la fuerza de choque que actúa en consecuencia.
La política dice que la derecha cuando es impotente y retrocede y no logra imponer su sentido común a la sociedad y pierde los privilegios adquiridos durante su larga historia,  es adicta a provocar golpes de estado y cuando, como ahora, no tiene poder de fuego suficiente, organizar operaciones destituyentes a diestra y siniestra.
Toda investigación criminal suele comenzar con la pregunta: ¿quién se beneficia y quién se perjudica con el hecho doloso?
Está claro que hubo al menos cinco noticias que galvanizaron el proyecto de país que lidera Cristina y que los saqueos y la escuálida concentración de la CGT de Moyano y la CTA de Michelli en Plaza de Mayo intentaron vanamente tapar.
A saber:
1.-El acuerdo alcanzado por nuestra empresa YPF con la inversión multimillonaria de la empresa Chevron para extraer petróleo no convencional. Acuerdo que se hace desde un gobierno que dio infinitas pruebas de saber defender el ambiente y la soberanía para el conjunto del pueblo y no tan sólo para un grupo de expertos de una ONG cualquiera.  
2.-La venta argentina de maíz de exportación a China.  
3.-La recuperación más que digna de nuestra Fragata Libertad.
4.-El fallo ejemplar del Tribunal de La Plata que juzgó y condenó a 16 genocidas del llamado Circuito Camps y que entraña la aceleración de la causa de apropiación de Papel Prensa como delito de lesa humanidad.
5.-La decisión presidencial de recuperar el Predio de Palermo, allí donde supo habitar a su antojo la Sociedad Rural.
Si a estos hechos concretos sumamos el masivo consumo registrado por las fiestas de fin de año, el turismo local de este fin de semana navideño, el cobro del aguinaldo más el pronto cobro del salario sin descuento de impuestos, completaríamos una vista panorámica de la Argentina de hoy.
Los datos sirven para comprobar que el país ha roto definitivamente el circuito letal del neoliberalismo que endeudaba al país para alimentar las guaridas del capitalismo parasitario. Esa red financiera depredadora es la que el pueblo movilizado rompió en aquel triste diciembre del 2001. 
La acumulación hoy está direccionada hacia el trabajo y la producción.   
Ese es el cambio estructural que se ha producido en el país en estos años.
Pero como en todo cambio de época, hay varios elementos que intervienen en la realidad y que son diferentes y complementarios entre sí.
En este marco, la recuperación del predio de la Sociedad Rural es un bien inmueble valioso que vuelve a manos del Estado y es al mismo tiempo, un valor simbólico de alta densidad. 
Que lo sepan: ni los saqueos contra la ley de medios ni contra los supermercados podrán negarle a este pueblo el derecho a ser feliz.

Miradas al Sur, domingo 23 de diciembre de 2012

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