Serán 15
días de vigilia los que transitaremos de aquí al 7D.
Habrá que
andar atentos por la vida. Sin miedos, pero atentos.
Todo
indicaría que la oposición mediática agotó su capacidad de maniobra callejera. Pero no de mentir ni difamar.
El 13S, el
8N y el 20N fueron puntadas de un mismo zurcido desestabilizador.
La usina
fue la misma: el Grupo Clarín y sus socios del diario La Nación.
Zarandearon
el suelo de variadas formas para intentar, por enésima vez, crear un clima de
hastío con el proyecto de país inclusivo que nos gobierna desde el 2003.
No nos
equivoquemos. No trataron, solamente, de intentar afectar la vertical de la
Presidenta.
Intentaron diluir
en el inconciente colectivo la sustancia política que nos permitió recuperar el
orgullo nacional, el valor del empleo y la producción, la cultura popular y la
reparación de los derechos sociales conculcados durante la larga noche de la
democracia tutelada por el neoliberalismo.
Y
perdieron. Las banderas en alto anuncian más victorias.
Repasemos
las consignas y las voces destempladas de las cacerolas, de Moyano y compañía,
de Magnetto y Mitre, de Lanata y Cecilia Pando en cada una de sus
manifestaciones.
¿Acaso
apuntaron a valorar y defender las conquistas logradas desde Néstor Kirchner en
adelante?
¿Acaso
parten de ese piso para buscar profundizar lo ya logrado?
No y mil
veces no.
Apuntan a cuestionar
y desvalorizar las bases mismas de esta democracia cada vez más inclusiva. La
quieren voltear de cuajo y no se animan a decirlo.
No se
animan por dos cuestiones centrales: por que carecen de un proyecto mejor y por
que carecen de dirigentes creíbles que puedan sustentarlo.
¿Quiénes
capitalizaron políticamente los cacerolazos?
¿Quiénes
capitalizaron los cortes y las pedradas de este 20 N?
Nadie,
absolutamente nadie.
Ya lo
dijimos pero vale reafirmarlo: cuando en política, atacar al oponente o rival,
implica inevitablemente atacar al conjunto del pueblo y afectar el desarrollo
de la sociedad, es porque estás perdido de antemano.
Lo supieron
en carne propia los dictadores y los políticos conservadores de izquierda y de
derecha que combatieron a Perón durante 30 años.
Y hoy lo
vuelven a experimentar los opositores a Cristina Fernández de Kirchner.
La atacan
por sus aciertos políticos y por las transformaciones estructurales de su
gobierno en defensa de los intereses del pueblo y la nación y no por sus
eventuales errores.
Al atacarla,
atacan a los jóvenes, a los jubilados, a los laburantes que recuperaron su
empleo, a los pibes de la Asignación Universal y a los científicos que
volvieron a la patria.
Estemos en
vigilia; mientras disfrutamos de esta primavera que está encinta.
El Argentino, jueves 22 de noviembre de 2012
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