El reverso
de la libertad no es la prisión, es el miedo.
Y es miedo
lo que el Grupo Clarín deseaba lograr.
Quizás la
denuncia contra periodistas y funcionarios fue el efluvio final de una noche de
furia.
Quizás de
allí su torpeza.
Pero es
innegable que quisieron crear un clima de terror entre quienes opinan y
comunican de manera adversa al monopolio de Magneto y a la vez expandir ese
miedo a una sociedad que conserva en su
ADN el rastro genético que dejó el terrorismo de estado.
Y el tiro
les salió por la culata.
Una vez
más, la paloma venció a la escopeta.
Lo
importante a saber, creemos, es que esta opereta existió.
Y que tuvo
un rápido y merecido repudio generalizado.
Por eso
fracasó.
Después,
sólo después, habrá que analizar la intimidad del porqué lo hicieron así y porqué
se equivocaron tanto.
Ahora lo
importante es saber que lo hicieron.
Este
impulso represivo no es más que el reflejo de una conducta autoritaria gestada
en tiempos de la dictadura, sostenida en tiempos de la democracia con la
prohibición de vida sindical interna en el interior del Grupo y pretendida
ahora con esta denuncia.
O sea. No
es un manotazo inédito e insólito en la vida de Clarín. Esta actitud
dictatorial de querer acallar voces en una sociedad plural y democrática se
conecta con el origen del monopolio, con la apropiación de Papel Prensa y con
su actitud cómplice con la dictadura cívico-militar.
O sea. Hace
ruido no porque lo haga Clarín, sino por que esta democracia atraviesa una
etapa superior en la vigencia plena de las libertades; de todas las libertades.
Magneto quedó
al desnudo. Pero en lugar de buscarse un taparrabos que lo cubra, salió a campo
traviesa con un garrote en la mano.
Allí están.
Mírenlos. Ya eran así, sólo que lo disimulaban.
Si no es la
justicia, que la sociedad los demande por daños morales.
Por que con
este desatino cometieron un daño moral contra Roberto Caballero, Sandra Russo,
Nora Veiras, Javier Vicente, Edgardo Mocca y contra el conjunto de los periodistas.
Y también contra los funcionarios de la democracia que fueron elegidos para que
ejerzan libremente su función.
Permítannos
expresar una indignación más para hablar de uno de los denunciados por el Grupo
Clarín: Juan Cabandié.
Hijo de
padres desaparecidos por la dictadura y nieto restituido por Abuelas de Plaza
de Mayo, es denunciado ahora por quienes fueron cómplices de aquel genocidio.
Se dirá que
lo es en su carácter de legislador, pero nadie, por poderoso que sea, tiene el
derecho a intentar taparle la boca a una víctima de la dictadura.
Es el
colmo.
La actitud
solidaria del CELS representa lo mejor de esta democracia.
El
monopolio, lo peor.
Calma. El
7D ya está entre nosotros.
El Argentino, martes 27 de noviembre de 2012
1 comentario:
También atención de los organismos de inteligencia y seguridad, quizás esta aparentemente mala prxis de la presentación judicial esconda un futuro autoatentado que culpe a las líneas juveniles del kichnerismo, Darío y Maxi por unas cuantas horas fueron culpables y supuestamente portaban tumberas, no?
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