martes, 27 de noviembre de 2012

La caída




El reverso de la libertad no es la prisión, es el miedo.
Y es miedo lo que el Grupo Clarín deseaba lograr.
Quizás la denuncia contra periodistas y funcionarios fue el efluvio final de una noche de furia.
Quizás de allí su torpeza.
Pero es innegable que quisieron crear un clima de terror entre quienes opinan y comunican de manera adversa al monopolio de Magneto y a la vez expandir ese miedo a  una sociedad que conserva en su ADN el rastro genético que dejó el terrorismo de estado.
Y el tiro les salió por la culata.
Una vez más, la paloma venció a la escopeta.
Lo importante a saber, creemos, es que esta opereta existió.
Y que tuvo un rápido y merecido repudio generalizado.
Por eso fracasó.
Después, sólo después, habrá que analizar la intimidad del porqué lo hicieron así y porqué se equivocaron tanto.
Ahora lo importante es saber que lo hicieron.
Este impulso represivo no es más que el reflejo de una conducta autoritaria gestada en tiempos de la dictadura, sostenida en tiempos de la democracia con la prohibición de vida sindical interna en el interior del Grupo y pretendida ahora con esta denuncia.
O sea. No es un manotazo inédito e insólito en la vida de Clarín. Esta actitud dictatorial de querer acallar voces en una sociedad plural y democrática se conecta con el origen del monopolio, con la apropiación de Papel Prensa y con su actitud cómplice con la dictadura cívico-militar.
O sea. Hace ruido no porque lo haga Clarín, sino por que esta democracia atraviesa una etapa superior en la vigencia plena de las libertades; de todas las libertades.
Magneto quedó al desnudo. Pero en lugar de buscarse un taparrabos que lo cubra, salió a campo traviesa con un garrote en la mano.
Allí están. Mírenlos. Ya eran así, sólo que lo disimulaban.
Si no es la justicia, que la sociedad los demande por daños morales.
Por que con este desatino cometieron un daño moral contra Roberto Caballero, Sandra Russo, Nora Veiras, Javier Vicente, Edgardo Mocca y contra el conjunto de los periodistas. Y también contra los funcionarios de la democracia que fueron elegidos para que ejerzan libremente su función.
Permítannos expresar una indignación más para hablar de uno de los denunciados por el Grupo Clarín: Juan Cabandié.
Hijo de padres desaparecidos por la dictadura y nieto restituido por Abuelas de Plaza de Mayo, es denunciado ahora por quienes fueron cómplices de aquel genocidio.
Se dirá que lo es en su carácter de legislador, pero nadie, por poderoso que sea, tiene el derecho a intentar taparle la boca a una víctima de la dictadura.
Es el colmo.
La actitud solidaria del CELS representa lo mejor de esta democracia.   
El monopolio, lo peor.
Calma. El 7D ya está entre nosotros.

El Argentino, martes 27 de noviembre de 2012

1 comentario:

Anónimo dijo...

También atención de los organismos de inteligencia y seguridad, quizás esta aparentemente mala prxis de la presentación judicial esconda un futuro autoatentado que culpe a las líneas juveniles del kichnerismo, Darío y Maxi por unas cuantas horas fueron culpables y supuestamente portaban tumberas, no?