jueves, 8 de noviembre de 2012

El aliento del diablo



Si la opción de este tiempo es Democracia o Corporaciones, habrá que admitir que hoy mueve sus piezas la corporación mediática.
Es que atrás de toda convocatoria siempre hay un núcleo de poder convocante.
A veces, nacional y popular.
Y a veces reaccionario; como el de hoy.   
La primera víctima de este 8N fue el presunto espontaneísmo y la supuesta frescura de doña Rosa batiendo el teflón contra el gobierno, según la versión Clarín.
Fueron socios en la convocatoria: Mauricio Macri. Patricia Bullrich. Hugo Moyano. Carrió. Pinedo. Fundaciones y ONG de ultraderecha varias.
Y Cecilia Pando, la misma que avaló el robo de bebes en la dictadura y amenazó de muerte al fallecido Secretario de Derechos Humanos, Eduardo Duhalde.   
Queda por saber cómo se comportarán: ¿Pacífica o violentamente?
Ojo con el diablo.  
Desde esta columna alentamos la participación ciudadana, siempre.
Pero cuando está teñida del odio que ésta tiene, la democracia tiene el deber de encender las alarmas que preservan la paz y la convivencia de los argentinos.
Es en ese marco que reflexionamos.
Marchan con un solo fin: castigar y condenar al gobierno elegido por el voto popular hace apenas un año.
Castigar no lo que de malo o erróneo pudieran acusar, sino por lo que de bueno tienen sus políticas sociales, culturales y económicas.
Protestan por que el gobierno privilegia el ahorro de los argentinos por sobre el saqueo financiero que hoy azota al viejo mundo.
Protestan contra la Asignación Universal por Hijo, contra el Matrimonio Igualitario, contra el Fútbol para todos, contra el desendeudamiento, contra la política de Derechos Humanos y el juicio a los genocidas.
Protestan contra la política de unidad latinoamericana que construyó este MERCOSUR y esta UNASUR.
Nos conocemos todos.
Atrás quedó el mito de las cacerolas de “la clase media disconforme”, apoyadas del reclamo inocentón, sino cómplice, para que la Presidenta “escuche esas demandas”. 
Esas demandas fueron a las urnas y perdieron.
Y si esas demandas de la derecha conservadora buscan ahora quien las represente, que no busquen satisfacerlas con un gobierno que tiene otras convicciones y principios.  
Pídanselo a Macri, que se puso a la cabeza del 8N.  Eso sí, no vayan a quejarse después porque no trabaja ni sabe hacer nada de nada.
El día pasará y poco o nada nuevo quedará en el aire.
Serán miles o millones, prometen sus convocantes.
¿Podrán elegir después uno o varios candidatos que los representen a la hora de las urnas?   
¿Podrán escribir después un programa político y afiliarse a un Partido del Odio o como quieran llamarlo? 
Si así resulta, la democracia habrá ganado. 
Y si no es así, estemos preparados para defenderla.

El Argentino, jueves 8 de noviembre de 2012


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