miércoles, 21 de noviembre de 2012

Somos la Vuelta de Obligado



El día terminó como debía terminar: con una nueva victoria en la lucha por la Soberanía nacional, popular y democrática.
La Presidenta Cristina Fernández de Kirchner presidió el emotivo acto del Combate de la Vuelta de Obligado y en sus palabras, la Argentina profunda se mostró en su verdadera dimensión.
El apriete fracasó.
No hay forma de disimularlo ni argumento capaz de negar la realidad.
Pero hay que contarles las costillas a los violentos que impidieron que los trabajadores se desplacen libremente a sus lugares de trabajo. No sólo para entenderlos, sino para conocerlos mejor de los que se los conoce.
En el interior del país “el paro” no existió.  
Los cortes de transito afectaron a la Capital Federal, allí donde más poder de daño tienen los gremios opositores y los partidos de esa izquierda eternamente minoritaria.  
Nos interesa analizar el factor cualitativo que revela la decisión corporativa adoptada por Moyano, Michelli, Buzzi y Barrionuevo.
La adhesión de la Sociedad Rural a la extorsión no es un dato menor en un país donde la oligarquía comandó golpes de estado, desabastecimientos y genocidios.   
O estaban confabulados de antes o vieron luz y entraron.
En cualquier caso es gravísimo; porque muestra la calaña de una dirigencia capaz de juntarse con el diablo con tal de asestar un zarpazo al gobierno nacional y popular, así como  desnuda su falta de lealtad para con los trabajadores.
Todo fue grupo de choque. Todo fue y es operación política. Todo es odio. Todo es intento de destrucción de las conquistas construidas por el pueblo y su gobierno en estos últimos años.
El bastardeo que hicieron a la historia del piquete es indignante.
El piquete nació en los ‘90 como la forma que eligieron los humildes para no caerse de la ruta, de la vida, de la educación, del país, del trabajo.
Una medida de sobrevivencia, casi.  
¿Y de qué tienen temor a caerse estos dirigentes?
¿De los 5 millones de nuevos empleos? ¿Del millón de viviendas populares construidas? ¿De las 1.300 escuelas nuevas? ¿De la UNASUR y el MERCOSUR? ¿Del 6,7 % de presupuesto educativo? ¿Del mejor salario mínimo de América Latina? ¿Del juicio a los genocidas?
No hay excusa que justifique la medida.
La única coartada que tienen es la misma que tuvieron los violentos del 8N y que se reflejan en las tapas y editoriales de Clarín y La Nación y en la abierta confesión de sus capos mayores, Magneto y Mitre.
Buscan golpear al proyecto de país inclusivo para darse tiempo en agrupar filas del centro a la derecha.
Se viene el 7D y están nerviosos.    
Fue otra batalla por la soberanía popular.
De un lado, las corporaciones. Del otro, la democracia.
Celebremos: ganó la democracia.

El Argentino, miércoles 21 de noviembre de 2012

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