El 7D nos
desnuda a todos de diferentes modos.
No es
verdad que desvista solamente al monopolio Clarín.
Ese día, el
más largo de este siglo, se escribirá el renglón final de un capítulo
definitivo en esta larga historia colectiva por vivir con más libertad, más
inclusión y más soberanía.
De un lado
está el poderío económico que representa Magnetto.
Del otro,
la democracia.
La disputa por
el poder está expresada en esa ecuación; no en ninguna otra.
Y así como la
Presidenta en esta encrucijada, asume el rol y la responsabilidad que le
corresponde como Jefa de la Nación, no resulta extraño que a un mes del 7D
aparezca en escena, por fin, el jefe opositor, el CEO del Grupo Clarín, para
reafirmar una decisión que ya se conocía: no acatarán la ley.
Ellos se
rigen por sus propios códigos y quieren seguir haciéndolo.
Eso es el viejo
poder. Sólo sabe mandar. Así en democracia como en dictadura.
Para ellos,
la república y sus instituciones son apenas, “puesto menor”.
Planteada
así la situación, queda en claro que nunca como ahora la democracia había
llegado tan lejos en la conquista, la construcción y la reparación de nuestros
derechos como pueblo y nación.
Es mucho lo
que se avanzó y es mucho lo que se podrá avanzar después de esta circunstancia
del 7D.
Es
necesario hacer una evaluación de lo acontecido a partir de la sanción de la
Ley de medios.
Se
descubrió el lugar de la madriguera del poder en el domicilio del Grupo Clarín
el día que Néstor Kirchner denunció la entente entre el Grupo, la Sociedad
Rural, las ex AFJP y los políticos que los representan desde la derecha a la progresía
y viceversa.
El salto
cualitativo no es sólo el conocimiento del poder económico, financiero,
terrateniente, monopólico mediático y trasnacional que se enfrenta, sino que
ese conocimiento hoy esté al alcance de
toda la sociedad y no sólo de los espacios de la militancia.
Luego se
descubrió la red del partido judicial-legislativo que opera para Clarín desde
hace mucho tiempo. Y entonces los desconocidos empezaron a ser conocidos por la
población: Tettamanti, Recondo, De las Carreras, Aguad, Sanz…y siguen las
firmas.
Por último
habría que señalar que en general, con honrosas excepciones, la oposición
política fue portadora en todo este proceso de una conducta abiertamente colonizada.
¿O siempre
se equivocan para el mismo lado?
Sólo así se
entiende el porqué brindan todo el apoyo a Clarín y toda la crítica, la condena
y la sospecha permanente contra el gobierno de la democracia.
De una
democracia que, ¡oh casualidad!, también los elije a ellos. Aunque por lo que
demuestran permanentemente, esa oposición anclada en la vieja política que
estalló en diciembre del 2001 recibe el mandato directamente de Clarín.
La sesión
de los diputados debatiendo el derecho al voto de los jóvenes a partir de los
16 años fue una muestra explícita de ello.
Quizá el
aullido de lobos hambrientos que emanan los discursos de Carrió, sea el más obsceno. Pero no les fueron en zaga
los otros discursos opositores que declamaron sus canalladas contra la
Presidenta y contra los jóvenes protagonistas del derecho reparado.
En ese
marco, la palabra del diputado Andrés Larroque conmueve, en esencia, de la
misma manera que el mensaje del socialista Jorge Rivas.
¿Por qué?
Porque dicen, como deben y pueden, su propia verdad.
He allí la
pasión de la nueva política.
He allí la
denuncia contra la hipocresía de la vieja política.
He allí las
cosas por su nombre.
Para los
que no lo saben, Larroque es un militante forjado y formado en la militancia
resistente de los años noventa, como tantos otros.
Es
interesante recorrer su trayectoria para conocer la génesis de esa pléyade de
militantes de La Cámpora y de otras agrupaciones kirchneristas.
Conocerlos
es entender el origen del movimiento nacional, popular y democrático en esta
nueva etapa. Y es entender sus discursos.
El joven De
Pedro, por ejemplo, cuyo nombre aparece en los archivos periodísticos del 19 y
20 de diciembre de 2001, apaleado, apresado y picaneado por la policía, es el
mismo Wado De Pedro, hoy dirigente de La Cámpora, diputado nacional e hijo de
desaparecidos.
La historia
se reserva el derecho de admisión. Y visto está que para estas nuevas batallas
culturales que resultan decisivas, la historia quiso que los protagonistas del
campo popular, además de jóvenes, expresen la memoria de una sociedad golpeada que
se ha dispuesto a liberarse de una vez y para siempre.
Decimos que
el 7D nos desnuda a todos, de manera desigual pero combinada, porque al ponerle
un plazo a la disyuntiva de seguir siendo un país y una democracia formal,
políticamente correcta y atada al mandato de un poder paralelo como es el del
Grupo Clarín, o consolidar esta nueva democracia y este nuevo país inclusivo
que venimos construyendo desde el 2003, nos saca el maquillaje a todos.
Somos lo
que demostramos ser. Somos lo que decimos. Somos lo que nuestros sueños y
nuestras convicciones dicen que somos.
Por eso
aquella sanción en diputados mostró lo inocultable: el quórum de la democracia
es hoy, guste o no guste, una responsabilidad exclusiva del proyecto de país
que lidera Cristina.
Los opositores
que se fueron del recinto planificaron esa vergonzosa retirada con mucha anticipación.
Faltaba un solo guiño para concretarlo. Y ese guiño no se los dio un discurso,
que bien podrían rebatir con argumentos usuales en el lugar donde, precisamente,
se va a parlar. El guiño vino de Clarín y sus repetidoras.
La etapa
deliberativa quedó atrás.
Entramos de
lleno a la etapa ejecutiva y decisiva en la lucha por la democratización de la
palabra.
Desde esta
perspectiva es vital que todos los sectores que apuestan a la profundización de
esta democracia, asuman, como lo hacen, que hay un solo liderazgo conduciendo
al pueblo: Cristina.
Y que hay
un solo responsable en la instrumentación de la ley: Martín Sabbatella.
Y que los
otros millones de ciudadanos participamos sumando; no restando o
dividiendo.
El 7D es
una construcción colectiva de la historia. Por eso será una gran victoria.
Miradas al Sur, domingo 4 de noviembre de 2012
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