Cada cual
tiene su propia locura. Mi madre sabe lo que digo. Los pacientes del Borda
también.
En otros
tiempos me gustaba nombrar silenciosamente, no importaba si en soledad o con
poca o mucha gente al lado, el nombre del Chacho Peñaloza, el de Perón y Evita,
el del Gordo Cooke, el de Carlos Olmedo, el del Che Guevara y otros cuantos más
por el estilo.
Decía:
“Chacho Peñaloza” y sentía que la boca se me llenaba de historia.
Decía:
“Evita” y se me llenaba de pueblo.
Debo
reconocer que esta linda locura me sirve mucho más en soledad que acompañado.
Ya en
democracia empecé a llenarme con los nombres de los compañeros y las compañeras
que nos robó la dictadura.
Era de ir
al trabajo, ida y vuelta, y nombrarla a Paloma, al Beto Velázquez, al Salva, a
Carlitos Marcón, al Charly, al Cacho Ayala, al Flaco Sala, al Chacho
Pietragalla.
Juro que
viajaban conmigo cuando en el silencio ambiente, aunque estruendoso para mí,
los nombraba uno a uno.
Y aun los
sigo nombrando, día y noche.
Por
ejemplo, en este último tiempo se me da por decir para mis adentros:
“Kirch-ner”.
Y también digo:
“Pie-tra-ga-lla”. Y entonces sucede que la memoria se llena de pasado y de presente,
conjugados ambos en un mismo acto de amor y rebeldía.
Pronunciado
así, todo junto, en el nombre del padre y del hijo y de un mismo pueblo y de un
mismo proyecto de nación.
Porque ese
diputado joven que respondió al diputado opositor que comparó el gobierno de
Cristina con la dictadura, diciéndole: “Caradura, vos no sufriste la dictadura
pero a mi me robaron veinte años de mi vida”, ese joven es Horacio Pietragalla,
hijo del Chacho Pietragalla, el militante al que la gloriosa JP de los años
setenta asignó el alto honor de acompañar a Perón en su regreso a la Patria.
Porque ese
joven Pietragalla, apaleado en el Borda por la policía metropolitana, es el
mismo que cuando se retrató con Néstor y Cristina, se le ocurrió decirles como una
bella forma de expresar su amor: “Ya que no pude sacarme una foto con mis
Viejos, lo hago con Ustedes”.
Es aquí y
ahora que me aferro a la vida por más de un motivo.
Hagamos un
alto por favor, almita mía, porque así no puedo seguir.
Están
tirando gases pimienta desde la derecha. La policía metropolitana de Mauricio Macri
apalea y balea a los trabajadores y a los más vulnerables de la ciudad: los
locos de Buenos Aires del Hospital Borda.
La historia
pasa ante nuestros ojos a toda velocidad. Si estamos adentro, no sentiremos
vértigo; sólo desde afuera da mareo.
Pasa en la
represión bestial del gobierno de Mauricio Macri defendiendo el proyecto de
país injusto y excluyente de la derecha; en la sesión madrugadora de los
diputados; en la escuálida concentración opositora frente al Congreso ese mismo
día; en las declaraciones del senador radical Ernesto Sanz mostrando su deseo
de que se caiga la economía nacional de aquí hasta las elecciones; en el
discurso del diputado opositor Aguad humillando al pueblo humilde que, según él,
se mueve sólo por un choripán; en la chica abandonada custodiando la carpa
opositora; en la botella tirada contra la humanidad del diputado Agustín Rossi;
en la violencia verbal y gestual contra el presidente de la Cámara, Julián
Domínguez, por parte de diputadas opositoras; en el cálido encuentro de la
Presidenta con el pibe del PRO al que casi matan otros opositores el 18A y con
el otro pibe agredido en San Isidro por su condición sexual, también del PRO; en
la frontal discusión de Guillermo Moreno y Axel Kicillof con los capos del
Grupo Clarín; en el abrazo de las presidentas Dilma Rousseff con Cristina Fernández
de Kirchner presidiendo la jornada de trabajo entre funcionarios de Brasil y
Argentina.
La historia
pasa.
Nótese que
la oposición dispara su odio y prueba luego de su propio odio.
Es que al no
tener propuestas ni liderazgos propios de la política, busca la salida de su
laberinto por afuera.
Lo
aprendieron con Magnetto y su voz de mando.
Pusieron
sus fichas en Francisco, como si el Papa fuera a bajar al terreno electoral
opositor. Una locura.
Y vuelven a
repetir la vieja treta de judicializarlo todo: si pierden en política,
rápidamente acuden a un amigo juez a buscar auxilio.
Paciencia. Será
así hasta democratizar por completo la justicia.
Ahora sí,
sigamos.
El pibe
Pietragalla, no éste sino el de los años setenta, fue uno de los responsables
del Operativo “Dorrego” de ayuda a los inundados en 1973.
Y el pibe
Pietragalla, este de ahora, es uno de los responsables junto a Andrés Larroque,
del Operativo “La Patria es el otro”, que se realiza en La Plata en solidaridad
con los afectados por el último temporal allí y en la Ciudad de Buenos Aires.
Orgullo
nacional y popular.
La
oposición carece de estos hilos históricos y de un maestro mayor de obra que lo
guíe en su propia construcción.
Por eso van
en falsa escuadra siempre.
El
liderazgo de Cristina y el movimiento que respalda con acciones su obra de
gobierno, en cambio, sabe de su historia y sabe lo que quiere y sabe adonde
quiere llegar de la mano del pueblo.
Es una
diferencia mayor, casi insalvable diría.
Lo que vive
la Argentina, perdón si alguien se ofende, es una revolución.
En paz,
pero revolución al fin.
Argentina no
pretende cambiar sólo el espíritu del Estado. Ni se conforma con transformar
sólo las estructuras. Quiere cambiar el espíritu, la conciencia, la ideología
del poder dominante y al mismo tiempo superar las viejas estructuras de la
injusticia. Todo por el mismo precio: el amor del pueblo y para el pueblo.
Y si
quisimos hablar de revolución y de nombres heroicos, como el de Pietragalla, es
porque estas cosas que vivimos hoy, la historia las identifica y las nombra
sólo cuando la voluntad del gobernante se junta con el alma de un pueblo.
Me despedí
del Chacho una tarde de abril, como la de hoy.
Él caminaba
a su martirio sin saberlo. Yo hacia un largo presidio, también sin saberlo.
Por eso, mientras
me emociono escuchando a su hijo diputado, me permito nombrarlo una y mil
veces: “Pie-tra-galla”.
Es una
forma de hilvanar la historia.
Miradas al Sur, domingo 28 de abril de 2013
2 comentarios:
Gracias....emocionante e histórico. Por suerte hay gente que piensa así.
tenemos que parar esta violencia que crece gracias a esta derecha nefasta ,no podes retroceder en esto, seria como una traicion a nestor,sdos
Publicar un comentario